Opinión Internacional

Incendio a la vista

La convulsión social en Perú colinda con insurrección en todos los frentes. El país, parece no poder escapar de un destino diferente que no sea una guerra civil. Fernando Rospigliosi, era la mejor garantía de orden, sin él, queda el escenario dispuesto para perpetrar crímenes. La víctima no es otra que la misma clase política y finalmente toda la nación –el sándalo perfuma hasta el hacha que le cortará- el fenómeno de Ilave, sino llega a la capital, no entregará el mensaje. Sí en lugar de ajusticiamiento de Alcaldes esto no es un ajusticiamiento de congresistas o de autoridades políticas de mayor relevancia, nadie en el poder o con ambición ejecutiva entenderá que hay un clamor popular. Desde la clase alta, protagonista de la tragedia de la discoteca Utopía, hasta los familiares del incendio de Mesa Redonda en la clase baja, parecen inconforme con el Perú actual. Y este parece no conectarse entre sí, no hay diálogos, solo monólogos y desde el poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial, dictados para quien ya se cansó de tenerles paciencia. Si no hay soluciones viables, queda la violencia como recurso.

Sendero Luminoso se encuentra en inmejorable posición. No se necesitan leer los últimos informes de Inteligencia para entender que los secuestros al paso han servido para crear una tesorería que apunta al enfrentamiento armado. ¿Quién saldrá a defender al sistema actual? La clase política jamás entendió, peor, se desentendió de las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

La “Mini Cumbre”, como tituló la prensa a la reunión de los ex presidentes Valentín Paniagua, Alan García y la sempiterna candidata Lourdes Flores terminó sin declaraciones importantes, cumpliendo la hermeticidad prometida al Presidente Toledo, pero con sonrisas, con demasiada y desbordante alegría, disonante en una sociedad que llora por reales alternativas. El estallido social de producirse será gravísimo porque no hay liderazgo con quien negociar. Si algún organismo internacional apelara a términos democráticos para restablecer el orden interno, descubrirá que el peruano promedio no cree en la democracia.

Más peligroso en el horizonte surge el movimiento etnocacerista de los hermanos Humala, delicado porque nos muestra una subversión con matices legales. Son los personajes que hablan y discurren por las calles uniformados como milicianos, destilando odios raciales, antiimperialistas, condenando la herencia hispánica y prometiendo fusilamientos masivos de criollos. Los cuales dicta con nombres y apellidos. ¿Es la sociedad peruana partera de un nacionalsocialismo chicha? Desfilando las tropas de Humala por la calle Diagonal de Miraflores, no debe ser muy diferente a lo que miles de judíos sintieron al presenciar en 1933, los desfiles nazis.

No importa si los Humala en el fondo resultan políticos tradicionales y cambiaran a última hora de discurso al acceder al poder. La tesis que esgrimen capta adeptos, la mayoría quiere la destrucción del Congreso, voz populi, es el fusilamiento de toda la clase política, el pueblo busca venganza frente a su perpetua postración y solo ve responsables en la clase dirigente, sin distinguir izquierdas, derechas o cómodos centrismos, por ello mismo los Humala quizá estén despertando un monstruo que ellos mismo no podrán dominar.

Si esto ocurre así, si ellos después cambian de discurso, la propia gente que han alzado los podría encausar y ajusticiar bajo sus propios términos. No serían los primeros que inician una revolución y al no estar a la altura de los demás revolucionarios terminan bajo la guillotina. Maximillien Robespierre aterrorizó a los monárquicos, pero también ajustició a los revolucionarios moderados como los girondinos o jacobinos por ser insuficientemente revolucionarios, finalmente estos a él. “Hemos ido demasiado lejos” dirá Lenin luego de la masacre de Kronstadt. Muy tarde.

Quienes crean que el triunfo electoral es improbable para este movimiento, debo recordarles el caso de Susy Díaz, una vedette popular por sus pocas ideas, como ella misma se reconoce. Ganó una curul en Perú al mismo estilo de Ilona Staller, candidata del Partido Radical, conocida popularmente como Cicciolina, quienes votaron por ella, confesaban un desprecio por el sistema democrático. Ese mismo desenfado, de apariencia inocente puede llevar a los Humala al poder.

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