Opinión Internacional

IRAK: La excusa perfecta

La prensa nacional se ha visto saturada de los más disímiles argumentos y teorías que buscan explicar, de alguna manera, los motivos que están detrás de la guerra de Irak.

Y es lógico. Que una nación perpetre una masacre a sangre fría, publicitada a nivel mundial con extrema morbosidad, en contra de víctimas inocentes, la gran mayoría mujeres, niños y ancianos, en una época de desarrollo de la humanidad en la que se suponía que esos actos de barbarie no se verían nunca más, precisa de una explicación urgente.

Y en esa búsqueda de razones vemos como los planteamientos van desde la existencia de una «relación muy estrecha entre el dinero, el petróleo y esta guerra», hasta hurgar en el mundo esotérico, afirmando que es producto de una “inmensa fuerza de animalidad”, pasando por argumentos de ser conductas basadas en normas como la de actuar así ya que «Tenemos la razón porque tenemos la fuerza» o la de ser una guerra de colonización, y hasta alguno igualó la actual invasión con el rosario de intervenciones (Granada, República Dominicana, Panamá, Somalia, México, Haití, etc.) que han hecho en el pasado los países imperialistas, en particular Estados Unidos e Inglaterra.

El problema es que muchos de estos razonamientos están cimentados sobre conceptos y doctrinas, que si bien pudieron tener alguna validez en el pasado, hoy están totalmente desfasadas, y no sirven de herramientas para comprender el presente, y mucho menos el futuro.

Y decimos esto porque encontramos en este conflicto, y en los ocurridos en los últimos lustros, características que los diferencian notablemente de las tradicionales correrías imperiales. Si bien se producen invasiones, en la mayoría de los casos con execrables conductas criminales, siempre terminan con el retiro de las fuerzas militares invasoras y la instauración de gobiernos locales teóricamente “independientes”.

El objetivo aparente no es el de ocupar una nación o un territorio, sino el de descabezar dirigencias ampliamente publicitadas como dañina para la humanidad, (recordemos la frase “Eje del Mal) Es decir, los dirigentes de esas naciones pretenden presentarse ante sus pueblos y ante el mundo como una suerte de “chapulines colorados” de la democracia y de la libertad.

Todos sabemos que no es así. Que esas son falacias burdas.

Entonces, ¿Por qué esas conductas, que si no fuesen por lo horriblemente trágicas, parecerían payasadas?
La respuesta en realidad es bastante sencilla.

A raíz del surgimiento de la guerra fría, los niveles de dirección de los países más fuertes de la tierra fueron totalmente copados por una burocracia político-militar cuyos principales atributos eran sus habilidades para la guerra y el conflicto.

Para estas burocracias, que disfrutan de un poder absoluto, y gozan de innumerables prebendas, la culminación de la guerra fría y el necesario surgimiento de un mundo de paz y desarrollo planteaba de hecho, la necesidad de su sustitución por equipos de personas capaces y con una visión humanística de la sociedad.

Para entender esto, piense el lector que diferente serían las relaciones del mundo con USA, si al frente de sus misiones diplomáticas y de sus representaciones en los organismos internacionales estuviesen intelectuales, humanistas y profesionales honestos en vez de esa caterva de funcionarios grises provenientes de los estamentos políticos y militares.

Por supuesto que estas burocracias no podían permitir esto, y es así como, ante la finalización del conflicto de la guerra fría se plantearon la “construcción” de nuevos conflictos que hiciesen indispensable su presencia al frente de sus gobiernos.

Y en esta carrera por conservar el poder, si es necesario prescindir del derecho internacional, de los organismos como la ONU y de la opinión de la mayoría de la humanidad, no tendrán ningún empacho en hacerlo.

Entendida esta nueva realidad, pensamos que se hace bastante sencillo derrotar a estas burocracias asesinas y ambiciosas, ya que bastaría con desenmascararlas ante sus pueblos y aislarlas a nivel mundial.

Sin embargo, en la práctica no es así. Y lo es por la dificultad en difundir las verdaderas causas. Este desconocimiento hace que se produzcan respuestas que más bien atornillan más en el poder a estos grupos asesinos, como la de quemar banderas, atacar Mc Donalds o la de proponer el no comprar productos norteamericanos, que lo que hacen es afectar los intereses de millones de accionistas norteamericanos, que en muchos casos viven peor que nosotros, y que ven en la propiedad de acciones la única esperanza para obtener servicios de salud y educación decentes, obteniéndose como resultado una unión más estrecha entre esas burocracias gobernantes y sus pueblos.

Por que hay que entender que ese traspaso masivo accionario de las grandes corporaciones en Usa de las grandes familias a los más de 80 millones de accionistas es lo que permitió que las burocracias dominantes tengan totalmente sometido al capital a sus caprichos y manejen a su antojo a los medios de comunicación social.

Otro gran obstáculo para alcanzar el desarrollo de la humanidad, lo constituye la existencia en países del tercer mundo de grupos sociales que ven en esta situación, una ocasión excelente de conseguir el apoyo externo para acceder al poder en sus países, acusando a sus contrarios políticos de terroristas o de sátrapas, dándoles la oportunidad a esas burocracias de lucirse ante los suyos como defensores de la libertad.

Algo de esto último vivimos en Venezuela, cuando la oposición concentró todos sus esfuerzos en atacar al gobierno de terrorista, criminal, castro-comunista y dictatorial, argumentos que no calaron en la población, pero que sin duda, consideraban pertinentes para transmitirlos al exterior en búsqueda de un apoyo que nunca se materializó.

Y es que estas burocracias dominantes son deshumanizadas pero no brutas. Y una cosa era Chávez antes de la llegada de Lula al poder y otra lo es ahora. No les importó para nada dejar a la oposición venezolana como novia de pueblo, como también dejaron a la libre de Dios a los vietnamitas que los apoyaron. Menos mal que en Venezuela no hubo guerra.

Yo pienso que si esa oposición hubiese dedicado sus esfuerzos, no a llegar al poder con la muleta extranjera, sino analizando los graves problemas del país, y proponiendo soluciones viables, otra sería su situación. Se impone la reflexión.

(*): Autor del libro “Hacia la sociedad racional”

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