Opinión Internacional

Irán y Venezuela solos contra el mundo

La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), durante meses estuvo forcejeando con el gobierno iraní a los fines de obtener de éste último, un máximo de detalles en torno a sus plantas nucleares. A falta de respuesta, la AIEA adoptó el pasado sábado 24 de septiembre en su sede ubicada en Viena una resolución que condena las actividades nucleares iraníes, con lo cual el expediente iraní podría ser llevado ante el Consejo de Seguridad de la ONU. La adopción de la resolución no fue unánime, de los treinta y cinco países que forman parte del Consejo de gobernadores de la AIEA, veinte y dos votaron a favor, doce se abstuvieron y solo Venezuela votó en contra. El papel jugado por los representantes venezolanos resultó protagónico en la ruptura de una tradición que se mantenía desde el 2003 en la AIEA, donde resoluciones por el estilo eran aprobadas de manera unánime. A partir del sábado 24 de septiembre 2005, le debe haber quedado claro a la comunidad internacional que Venezuela está jugando cuadro cerrado con Irán. De momento Irán quien se considera víctima de una suerte de apartheid nuclear, contraataca diciendo que no van a permitir que occidente los devuelva a la edad media y para evitarlo Mahmoud Ahmadinejad el populista y radical nuevo presidente iraní amenaza al mundo con un embargo petrolero. El mismo tipo de amenaza que emplea el populista presidente venezolano, Hugo Chávez. La historia nuclear iraní, ha tenido diferentes etapas, pero el fin común de los gobiernos de antes y después de la revolución islámica no ha sido otro que convertir a Irán en una potencia nuclear. Para nadie es un secreto que en los tiempos del Sha, Francia y los EE.UU. sentaron las bases de la futura potencia nuclear, los galos aportaron el material fósil y los norteamericanos contribuyeron con los aspectos tecnológicos. Luego vino en 1979 la revolución islámica, la cual evidentemente rompió con Occidente y su avanzada industria nuclear, pero el mal ya estaba hecho. Veinte años más tarde, una vez los islamistas asentados en el poder, Irán retoma la carrera nuclear logrando enriquecer Uranio, en teoría de baja progresión con la finalidad de utilizarlo oficialmente solo como combustible. ¿Una nación con tanto petróleo como Irán, necesita desarrollar una industria nuclear civil?

Cuesta creerlo de un país, que al igual que Venezuela por razones puramente populistas subvenciona no solo la gasolina, sino también el combustible que se utiliza para las calefacciones. En concreto las sospechas que occidente tiene en torno a las verdaderas pretensiones nucleares iraníes, tienen que ver con las múltiples iniciativas de desestabilización internacional que desde Teherán se han venido lanzado en los últimos años, algo que constituye otro punto en común con el gobierno bolivariano de Chávez, el cual por su parte lleva adelante toda una campaña de desestabilización a lo largo y ancho de América Latina. En consecuencia, cuando Irán dice tener el mismo derecho que la India y Pakistán, para forma parte del selecto grupo de potencias nucleares, junto a los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China e Israel; es obvio que surjan temores especialmente de parte de los Estados Unidos, Europa e Israel. Mientras que del lado de China y Rusia han preferido abstenerse, en el caso de la China su inhibición tiene que ver con el hecho que 17% del petróleo que dicha nación consume proviene de Irán; en cuanto a Rusia parecieran no tener un criterio definido ni de la situación ni de sus propios intereses. Pero antes que el expediente nuclear iraní llegue al Consejo de Seguridad de la ONU, la AIEA retomará las discusiones de manera de encontrarle una solución diplomática al caso. Ni a los EE.UU., ni a Europa con los actuales precios del crudo le convendría un embargo petrolero iraní, sería sencillamente devastador para la economía occidental. Y si ello no fuera suficiente, a Irán le queda otra carta bajo la manga y la misma tiene que ver con la situación en Irak. Paradójicamente Irán se ha constituido en un aliado de los Estados Unidos en Irak, los Ayatolas han venido ejerciendo una gran influencia entre la comunidad chiíta iraquí y dicha autoridad ha servido para fomentar no solo la calma y el orden entre los civiles, sino que desde Teherán han persuadido al líder radical chiíta iraquí Moqtada al Sadr para que éste deponga cualquier acción violenta contra tropas de la coalición. A cambio, Irán logró ubicar en el nuevo gabinete iraquí a dos ministros chiítas. Pero la actual influencia iraní en territorio de su antiguo enemigo Irak, no abarca solo el aspecto político-religioso, sino que también los servicios secretos iraníes están bastante activos en Irak, por cuanto desde Teherán ven con muy malos ojos lo que están haciendo Al Qaeda y el terrorista favorito de la prensa occidental, Al Zarqaoui, con los inocentes y martirizados civiles chiítas iraquíes. Elementos que en su conjunto, tendrán sin duda un considerable peso específico en la mesa de negociaciones para cuando Irán busque su ticket de entrada al selecto grupo de potencias nucleares. En fin, un panorama lo suficientemente complicado, con variantes y vértices, tan impensados como indescifrables que sobrepasan fácilmente los intereses primarios y la visión limitada que sobre el contexto internacional tiene hoy la diplomacia venezolana. Así las cosas, pareciera que desde Miraflores y la Casa Amarilla, siguen viendo al mundo, como si aún estuviéramos en los tiempos de la guerra fría, de otra manera no encontramos justificación al apoyo que Venezuela en solitario ha decidido darle a la política nuclear iraní.

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