Opinión Internacional

La disidencia tiene razón

Desde hace tiempo que vengo diciendo que la disidencia existente en los grupos que “apoyan” al Gobierno están cada vez más en desacuerdo con, entre otras cosas, la mediocridad reinante en los ministerios del Poder Ejecutivo (PE). El mal consejo y hasta los datos equivocados suministrados a Su Excelencia han llegado a un nivel esperpéntico sobre todo en lo que respecta a la incompetencia y hasta saña combativa que reflejan los decretos 29460 y 29480 que increíblemente prohíben la exportación de carne de res y de pollo, trigo, maíz, arroz harina de trigo y aceites crudo y refinado.

Según los sabihondos del Gobierno, el efecto de esos decretos sería asegurar que los bolivianos tuviésemos qué comer a buen precio y por largo tiempo. Pero no hay tal ni mucho menos porque no se necesita ser genio ni haber estudiado economía para darse cuenta de que los referidos decretos mermarán el empleo que a su vez reducirá el número y el monto de sueldos que se traducirá en que no podremos comprar la abundancia de pollo, arroz, etc., que con tanta pompa, acaso fúnebre, pregona el PE.

Ahora, ¿acaso esa disidencia ha penetrado los estratos gubernamentales y hoy actúa “en contra” de las tonterías haciendo que éstas se repitan tan a menudo que gobernar se vuelva una imposibilidad? ¿Será que así quieren sacar a los que están? La triste respuesta es que no parece tan lúcido el menester. Y digo “triste respuesta” porque las repetidas metidas de pata del PE y desde luego de Su Excelencia obedecen a la increíble preponderancia, ya hegemónica, de la malicia disfrazada de ignorancia y atropello. ¿Será? ¿Será posible que los múltiples asesores extranjeros afincados en las ONGs y en otras partes adictas al Gobierno ignoren maliciosamente los efectos económicos de estos esperpénticos decretos? No, no lo creo. Aquí hay algo más complejo y quizá más siniestro.

Lo de decreto tras decreto aberrante y mal intencionado demuestra la existencia de un cometido y quizá hasta un plan premeditado de debilitar los medios de existencia político-económica de los habitantes de la Media Luna, Cochabamba, Chuquisaca y la clase media de La Paz. Si en el proceso justos pagan por pecadores (y cuando digo “justos” me refiero a gente que hasta ahora ha apoyado al Gobierno de Su Excelencia), a los sabios estrategas del Gobierno interesa un comino sacrificarlos con pérdidas de empleo, carencia de sueldo y otras mermas de medios de ganarse la vida como si fueran sacrificables. Esto hace recuerdo al sitio de Estalingrado durante la segunda guerra mundial en el que el ejército ruso carente de armamento enviaba al frente, a la fuerza, un soldado de cada tres con fusil con la instrucción de que cuando éste cayese, el otro recogiese el fusil, y las balas restantes, claro. Así está manipulando este Gobierno a sus adeptos. Y después se sorprende de que los disidentes ¡se multipliquen! Lo que pasa es que los disidentes tienen razón, y un día de estos han de explotar como sólo ellos pueden hacerlo o sea sin plan alternativo al triunfo.

La pregunta es cómo el PE no ha podido medir la magnitud del daño que está haciendo al país con esta táctica de amedrentamiento que seguramente tiene como propósito alcanzar el triunfo de una manera de pensar y de hacer que tiene como base la apócrifa constitución de Oruro y como corolario la eternización de Su Excelencia en un poder centralizado, estatista y dictatorial. Yo diría que el tamaño del daño se puede medir sobre todo por el creciente número de personas de la Media Luna, Cochabamba, Chuquisaca y La Paz que ven el liderazgo del poder central domiciliado en La Paz como indeseable y hasta desahuciado.

Las políticas esperpénticas y las que se vienen, como la de amordazar a la prensa, van teniendo el efecto contrario a lo que busca tan torpemente el PE, y es que el perceptible aumento del número de ciudadanos bolivianos que votarán a favor de las autonomías departamentales sobre todo, insisto, por la forma desorbitada en que se quiere modificar la realidad de manera que ésta encaje en los propósitos odiosos del PE, no es ningún espejismo y desde luego aumentará en detrimento de los que gobiernan que no parecen darse por aludidos. Lo malo es que tal detrimento, y en vista del pobre calibre mental de varios del PE, puede que conduzca al único camino que va quedando por andar a este Gobierno que es desembocar en la desesperación y empezar a recurrir a la violencia entre bolivianos al ver que sus planes no cuajan entre una población que por lo visto hasta ahora desconoce o peor, no quiere conocer.

Cada vez se apilan más los factores inaceptables lanzados por este Gobierno. Si se menciona la palabra “negociación” ya va quedando corta dada la persistencia de la malicia premeditada por parte del PE. Lo que en este momento hace falta es un cerebro que guíe a su Excelencia y haga que derogue estos decretos esperpénticos, que reponga el IDH como estaba antes, acepte los referendos autonómicos y reconvenga la Constituyente.

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