La España de las mentiras

Ahora que se capturó a Mikel Antza se me ocurren varias ideas sobre la sociedad ibérica. La clase política sigue abandonando frente al separatismo vasco, cuna ideológica de una minoría de fanáticos, frente a una realidad de etarras que son más bien mercaderes, que viven del asalto y de los cupos. El Estado ha reducido la confrontación a lo meramente policial.

No hay una estrategia global para enfrentar los crecientes nacionalismos y airadas políticas separatistas, fuente del andamiaje sobre el cual los muy convenidos merca-terroristas montan su sangriento negocio. Fernando Romanilles comenta el cuento de que George W. Bush agradecía el apoyo de Aznar colocando un satélite espía sobre el país vasco francés. Así el tema queda reducido a los apoyos militares, alianzas, pero no a un trabajo interno de campo. La verdad es que el problema de la unidad española es frágil. Muchos vascos no se sienten españoles y muchos catalanes tampoco.

Las autonomías resultan positivas, pero mucha autonomía lleva a desaparecer al Estado central, eje social de la unión de un país. Son pocos los foros y temas que discuten exhaustivamente esto. Se da por sentado los reclamos de más libertad de decisión, de menos intervención del ejecutivo. Muchas veces potenciado perversamente y aspirando a más autonomías.

Por ahora los españoles se sienten victoriosos y aliviados con la captura de éste merca-terrorista. Definitivamente estamos de acuerdo de que la captura de Mikel Antza es un golpe a la cabeza de ETA. Ojalá algún día se den cuenta que deben golpear en las raíces. Como con un árbol, quemar los frutos no nos lleva a nada, el árbol simplemente seguirá dándolos.

Una vez el autor de “La Administración de lo Absurdo”, Richard Farson comentó que cuanto más grave era un problema menos se discutía. Este fenómeno se ve mucho en España. El cuento de la inmigración, esa es otra historia. Son muchos los españoles que se sienten ya intimidados, casi invadidos. 800 mil dicen que son, hay diferencias según los estudios que se hagan. La inmigración no se puede regular se auto regula, mientras reciban acogida seguirán llegando de lo países menos favorecidos, entiéndase por acogidas no a la permisividad de leyes u ONG humanitarias, sino de empleo y pura oportunidad de desarrollo. Cuando el empleo ha escaseado en la Unión Europea los inmigrantes se han marchado con sus propios medios. Cuando la prosperidad tocó pico, el record de inmigrantes acompañó a la cresta de la ola.

De lo que nadie discute ni pretende limitar es el tabaquismo, de ese gravísimo problema social no se toca. Uno puede entrar a una estación de metro y sumergirse en una nube de humo con aroma a nicotina. Más letal al largo plazo que mil bombas de ETA y diez aviones tripulado por pilotos y azafatas de Al Qaeda pero de eso nadie habla.

El problema del tabaquismo es tan grave que quien coloque un letrero de prohibido fumar en un bar, restaurante o tienda corre el grave riesgo de quebrar por falta de clientela.

“Smooking Room” de J.D. Wallovits y Roger Gual del año 2002, la recuerdo con una acogida casi heroica de los míseros padecimientos de los que fuera de España intenta seguir con su vicio suicida. La crítica de cine María Jesús Gonzáles escribió en yatv.com “Original, innovadora, incisiva y tan crítica a veces que roza la crueldad. Un guión admirable y tan fresco que parece improvisado. Claustrofóbica visión de unos trabajadores que no pueden fumar”.

Pobrecitos ¿no? Con ese párrafo se supone que debemos sollozar. Con 117 minutos de pura violencia contra fumadores no nos queda más que el grito pelado de desesperación.

Lo dicho: España es un país casi perfecto y para que nadie lo crea así, sin problemas serios se los inventa y cuando los tiene grave, los ignora. Vivir en mentiras no será moralmente bueno pero quizá favorezca la salud.

(*): Site del autor: www.josemusse.com