Opinión Internacional

La europa étnicamente correcta de Mister Pipes

A Daniel Pipes le preocupa el porvenir de Europa. Pero no de Europa a secas, sino de la vieja Europa cristiana que, al cruzar el umbral de una grave crisis de identidad, se convierte en presa fácil para las invisibles aunque omnipresentes huestes del Islam. ¿Acabará convirtiéndose el Viejo Continente en baluarte o feudo de los musulmanes? ¿Qué debe hacerse para lograr una Europa «étnicamente correcta»?.

Hace apenas unos días, Daniel Pipes, islamólogo anti islamista, consejero áulico de Bush para asuntos relacionados con el Cercano Oriente y, dicho sea de paso, unos de los «estudiosos» más odiados y despreciados por los musulmanes estadounidenses, enarboló la bandera de la lucha contra la islamización de Europa, recordando a sus seguidores la apocalíptica advertencia de la periodista italiana Oriana Fallaci, quien señala, en su último libro «La fuerza de la Razón», que «Europa se está convirtiendo, poco a poco, en una provincia del Islam, en una de sus colonias».

La argumentación esgrimida por Pipes está basada, ante todo, en una serie de factores religiosos: decadencia de los valores cristianos, rechazo de la tradición y el legado históricos del Viejo Continente, islamización paulatina de Occidente. Junto a ellos, Pipes cita consideraciones de otra índole, como por ejemplo el constante descenso de la tasa de natalidad y/o el incremento de la inmigración procedente de países musulmanes. Paralelamente, señala que los musulmanes representan actualmente en 5 por ciento de la población de la UE, pero hace hincapié en el hecho de que este porcentaje podría duplicarse de aquí a 2020. Tampoco duda en vaticinar que las catedrales acabarían convirtiéndose en museos, cuando no en mezquitas (¡!) gracias al capital saudí. Y que las grandes culturas europeas -italiana, francesa, inglesa, etc- se extinguirían, dando paso a una identidad musulmana transnacional, derivada de las culturas turca, magrebí y subsahariana. Pipes recurre a citas del político ultra conservador británico Enoch Powell, quien afirmó, allá por la década de los 60 del pasado siglo, que la inmigración procedente de los países de la Commonwealth, acabaría provocando ríos de sangre.

Felizmente, Daniel Pipes ha pensado en todo. O casi. Las opciones que nos «ofrece» para evitar que Europa se convierta en un «nuevo continente negro» son las siguientes:

-«recristianización» de la sociedad occidental
-aumento de la natalidad
-asimilación cultural de los inmigrantes.

A ello se tiene que sumar, inevitablemente, la diversificación de los lugares de procedencia de los migrantes. Estima el consejero de George Bush que la llegada de trabajadores latinoamericanos (cristianos) permitiría mantener la identidad cultural de Europa. Los chinos y los hindúes ofrecerían a su vez la posibilidad de lograr la diversidad cultural, frenando el avance del Islam.

¿Y los musulmanes? ¿Qué hacer con los casi 20 millones de musulmanes que viven en Europa? La modernidad de Occidente, es decir, una serie de factores discordantes, como por ejemplo la emancipación de la mujer, el aborto, los cambios en el modo de vida, etc. acabaría obligándoles a volver a sus países. Pero para ello, los europeos deberían ayudar a la «modernización» del mundo islámico. La verdad es que, a juzgar por los «éxitos» cosechados por el actual gobierno estadounidense en Afganistán e Irak, sólo cabe preguntarse: ¿cómo? El talibán antiislámico de George W. Bush no nos ofrece una respuesta concreta. Menos mal.

(*)Adrián Mac Liman
Escritor, periodista
Miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Sorbona (París)
(**)(%=Link(«http://www.infosolidaria.org»,»Agencia de Información Solidaria»)%)

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