La Guerra de los excluidos
En abril de este año Israel advirtió que podía ocupar nuevamente la Franja de Gaza y atacar al gobierno de Hamas, que no había interrumpido los disparos con cohetes desde esa zona contra blancos israelíes. “Si el precio que tenemos que pagar (por seguir la Hoja de Ruta) se convierte en algo inaceptable como resultado del incremento de los ataques deberemos tomar todas las medidas necesarias, incluyendo la ocupación de la Franja de Gaza”, fueron las palabras del Mayor General Yoav Galant, jefe del mando Sur de Israel (El Universal, 21-04-06).
El secuestro del soldado israelí por parte de milicianos palestinos fue el detonante para lanzar la acción militar anunciada.
Días más tarde, la incursión, desde el Líbano, de milicianos de Hezbolláh en territorio de Israel para secuestrar otros dos soldados, matando varios más en la acción, provocó una respuesta airada del Ministro de Defensa, Amir Peretz. “Sabíamos que Hezbolláh rompería las reglas del juego. Tenemos la intención de destrozar esta organización” (AFP). El ex Ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami, declaró que “Israel está en guerra, no contra Hezbolláh, sino contra Siria e Irán, porque estos dos países lo han inflado y lo han convertido en un Estado dentro del Estado libanés” (Europa Press, 14-07-06).
El diario británico Sunday Times había informado, citando fuentes militares de Israel, que Sharon, todavía en ejercicio del mando de Israel, había ordenado a sus Fuerzas Armadas prepararse para un posible ataque contra Irán. Esta ofensiva debería ejecutarse en marzo de 2006 (IAR-12-12-2005).
Israel está alarmado por la aceleración del proceso de enriquecimiento de uranio por parte de Irán, situación que se reúne con las explosivas expresiones del Presidente Ahmadinejad, quien ha exigido que Israel sea mudada a Europa y ha realizado despiadadas críticas sobre la veracidad del Holocausto.
En posición parecida a la de Israel se encuentra la Casa Blanca. El pasado 12 de julio Frederick Jones, vocero del Consejo de Seguridad Nacional, declaró en Alemania, mientras acompañaba a Bush en su visita a ese país, que “consideramos a Siria e Irán responsables del ataque (de Hezbolláh) a Israel”.
Si la guerra Israel-Hamas-Hezbolláh (asimétrica, combinada con otra de mediana intensidad), se extiende al corredor Siria-Irán, se saltará a una guerra de alta intensidad, con la utilización de armas de gran poder de destrucción, a lo que debe sumarse la conversión del conflicto regional en otro de carácter trasnacional ilimitado, donde Estados Unidos apoyaría a Israel e Irán impulsaría su estrategia de guerra islámica contra Washington y sus aliados, algunos gobiernos árabes incluidos.
Corea del Norte amenaza con una “guerra total” si se interfiere en sus pruebas de misiles. Japón formaliza pactos militares con Israel. Irak se debate entre una guerra intrarreligiosa y otra de resistencia. Irán y Siria esperan la Guerra del Medio Oriente para activar su acuerdo de cooperación militar. Venezuela y Cuba desafían el poder de Estados Unidos en sus narices. El futuro del Nuevo Orden Mundial tendrá que construirse sobre mucha sangre y con la anuencia de los -hasta ayer- Estados excluidos del poder planetario.
