Opinión Internacional

La Integración Suramericana o lo que pudo haber sido y no … será

La Comunidad Suramericana de Naciones (CSN), la última ocurrencia del refundacionismo iluso latinoamericano, por lo vientos que soplan, tampoco llegará a ningún puerto. Y esto, quizás, es una excelente noticia, si pensamos en que ya debemos ir enseriándonos y avanzar decidida y aceleradamente hacia la integración hemisférica, No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo tiempo en iniciativas sin destino que alejan más a nuestros pueblos de la prosperidad y el desarrollo.

Concebida por BRASIL dentro de su proyecto hegemónico, para hacerle contrapeso a EEUU, la CSN se fundaba en la idea de unir a la CAN, MERCOSUR, CHILE y otros países, en un solo bloque político. Según sus creadores, el proyecto no es sólo económico-comercial, sino también social, cultural y de infraestructuras. Es decir, un “programa integral”, como corresponde a todo proyecto romántico y maximalista que se precie de ser latinoamericano. Esta propuesta contrastaría con el que contiene el ALCA, más modesto, principalmente económico, y circunscrito a un área de libre intercambio con ingredientes que los acuerdos comerciales de nueva generación han incorporado.

Así, la CSN sería la nueva aventura que, según sus ideólogos, nos resolverá todos los problemas sociales, el hambre, la pobreza y la exclusión, cosa que hasta ahora no han podido solucionar los regímenes execrables de integración existentes. Para ello, no será necesario previamente ampliar y consolidar los lazos económicos; eso sería caer en el detestable neoliberalismo comercialista. La apuesta es, de arrancada, lo político y “lo social”.Lo demás, lo material, es capitalismo detestable. De lo que se trata es de crear como lo acaba de proponer Evo Morales en La Habana, la “Comunidad antiimperialista de naciones”.

Para el público desprevenido e ignorante de la historia, la propuesta es un bonito sueño, pero nada nuevo. Es retórica anacrónica y hueca, eficaz sólo para la demagogia. Con sus promesas fantasiosas e inalcanzables, lo seguro es el fracaso y la frustración estás garantizada. ¿Por qué?

Una primera razón fundamental: En el hemisferio y el mundo de hoy no tiene cabida un proyecto de integración centrado en Suramérica, habida cuenta del nivel de interdependencia global actual. Nos guste o no, después de haber desaprovechado tantas oportunidades, ya no es viable cerrarse al exterior sin correr el riesgo de quedar al margen de las corrientes avasalladoras de la globalización, particularmente, cuando lo que nos ofrece esta última, no lo podemos encontrar en nuestro entorno más cercano.

En segundo lugar, los intereses individuales de cada país suramericano y los vínculos construidos entre sí y con terceros por siglos y décadas, conspiran contra una opción (la CSN) que restringe las posibilidades variadas de desarrollo comercial de aquellos, sobre todo, cuando muchas de éstas, las más atractivas, están fuera de Suramérica.

En tercer lugar, y no menos importantes, son las diferencias de ópticas político-económicas y las rivalidades entre los países suramericanos. Estas no han dejado de existir desde la época de la independencia. A pesar de que nos hemos acercado más, nuestros países continúan manteniendo y profundizando sus divergencias en los campos político e ideológico, así como en sus visiones acerca de las relaciones internacionales y sus alianzas. No existe identidad de propósitos y sentido de pertenencia a una comunidad de valores y expectativas.

En cuarto lugar, las metas que se han planteado en la CSN son inalcanzables sin organismos supranacionales, sin coordinación de políticas públicas macroeconómicas y financieras, sin armonización de legislaciones, sin órganos que impongan normativas por encima de los Estados y sin un ente jurisdiccional que dirima autónomamente las divergencias. Mientras la concepción soberanista se mantenga, no hay posibilidad de un proceso sostenido y disciplinado en el largo plazo.

Los eventos de los últimos años son la demostración más palpable de los obstáculos que enfrenta en general la integración latinoamericana, y en especial la que nos venden con la CSN. Chile firma TLC con EEUU y otros países, Colombia, Ecuador y Perú firman o negocian TLC con EEUU, Venezuela se sale de la CAN y antes se había enemistado con México y peleado con Colombia, enfrentamientos verbales e insultos de Venezuela hacia el presidente del Perú; el gobierno de Chávez azuza a los pequeños de MERCOSUR contra los grandes, fricciones entre Bolivia y Perú, la salida al mar de Bolivia crea problemas con Chile, la estatización de la industria petrolera en Bolivia golpea intereses de Brasil y de algunos países europeos con quienes se pretende firmar un acuerdo comercial; celos argentinos frente al proyecto hegemónico brasileño, conflictos comerciales en MERCOSUR entre Brasil y Argentina, y ésta última no apoya a aquel en su candidatura al Consejo de Seguridad de las NNUU, tensión entre Argentina y Uruguay, y éste amenaza a aquella con llevarla a tribunales internacionales, Paraguay se queja de que ésta no es la integración a que aspiraba, posible retiro de Uruguay de MERCOSUR y negociaciones de los uruguayos con EEUU, y paremos de contar.

Si esta muestra no nos dice nada acerca de la inviabilidad de la CSN ¡ Qué viva la quimera ¡

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