Opinión Internacional

La muerte en Supermercado

Las acusaciones contra los propietarios del supermercado Ycua Bolaños por ordenar cerrar las puertas para evitar robos durante el incendio han asombrado al mundo. Lamentablemente esta es una noticia muy familiar para los latinoamericanos que pocas veces toman medidas informativas, preventivas y lleva adelante actos correctivos. La prensa internacional dice que el supermercado incendiado era uno de los más importantes del país. Así que resulta evidente que a pesar de los cuantiosos ingresos anuales que debió registrar, los propietarios nunca se preguntaron por qué hacer en caso de incendio, ni en formar y orientar a sus empleados en políticas de seguridad contra incendio. Porque sí se hubieran asesorado adecuadamente no estarían en las noticias.

La ignorancia es atrevida se dice, agregaría que definitivamente es asesina. Estas han sido muertes tontas si cabe la expresión. Una desgracia totalmente evitable. No como dice su propietario Juan Pío Paiva, quien niega haber impartido la orden de cerrar las puertas y dijo «fue un accidente, una decisión de Dios que tenemos que acatar». Pensar así sería la mayor estupidez.

Hace unas pocas semanas la televisión catalana captaba imágenes espeluznantes. Un incendio en un edificio había llevado a dos mujeres a balancearse temerariamente en la cornisa, en la ventana humeante. Desesperada por el avance descontrolado del fuego una se lanzó al vacío que la llevó a su cita con la muerte en el pavimento. A los pocos segundos de su lanzamiento los bomberos aparecieron en escena. Raudamente extendieron su escalera y salvaron a la segunda mujer. Aunque amenazadas por el fuego, las mujeres no estuvieron en peligro inmediato por el incendio tanto como por su propia desesperación. Dicen los expertos que la desesperación y el pánico emerge cuando las personas no saben que hacer, es decir la información y capacitación salvan vidas.

La conclusión desgarradora es llana. Si la mujer hubiera demorado su fatal decisión solo unos segundos estaría viva. Si las personas invirtieran unos pocos minutos en su vida para prepararse a enfrentar un posible siniestro en casa o trabajo, los resultados serían otros.

En Japón son comunes los simuladores de sismos e incendios. Estas unidades educativas móviles en muchos países, ayuda a los niños en edad escolar a entender la fenomenología, familiarizarse con técnicas sencillas de prevención y supervivencia. “Sesame Street” elaboró un programa de apenas 10 minutos orientado a niños y otro de la misma duración para padres. Detectores de humo, plan de evacuación y técnicas de supervivencia vienen en el paquete gratuito de la U.S. Fire Administration, disponible en inglés y castellano. La web “Desastres.org” la ha venido transmitiendo libremente desde hace más de un año en su sección de televisión en línea vía Internet.

Pensando en las víctimas del supermercado, hay pues un consumidor responsable y un consumidor negligente. Estas con su dinero financiaron a su verdugo, compraron su tragedia.

Después de 19 años en el servicio de incendios y rescate, puedo decir con seguridad que soy un convencido de que si una persona invirtiera solo una hora en su vida a estos temas sus probabilidades de vida aumentarían notablemente en caso de una emergencia. Algunos amigos no bomberos se extrañan cuando me acompañan a un lugar público y observo las salidas de escape y equipos contra incendio en forma autómata y decido observar nuestra mejor ubicación. Esta actitud es común a muchos bomberos y se extiende a muchas personas que suelen informarse responsablemente sobre las medidas de seguridad de los locales que frecuenta.

El incendio de Mesa Redonda y la discoteca Utopía marcaron un antes y un después en Perú. Tiendas que se protegían con extintores de un kilo o dos, diseñados para autos, ahora se ven obligados a adquirir varios de mayor capacidad. Los mensajes de seguridad son transmitidos continuamente por la televisión de señal abierta y muchos locales públicos transmiten mensajes sobre seguridad contra incendios y sismos a sus visitantes y consumidores en sus circuitos cerrados de televisión. Esto se ve claramente en bancos, cines, supermercados. Aprender después de las tragedias no es una marca latinoamericana como muchos se auto flagelan creyendo. El incendio del 28 de noviembre de 1942, mató a 491 personas en el «Coconut Grove» de Boston. La tragedia impulsó una serie de reformas en la seguridad pública y privada de incendios cuyos ecos aún resuenan. Las vidas que se perdieron en Asunción no deben olvidarse y nos queda esperar que la sociedad impulse las mejoras necesarias. En especial cuando lo que hemos visto no ha sido producto de la pobreza económica, sino más bien de una desgarradora pobreza cultural, una pobreza como estilo de vida.

(*): Site del autor: (%=Link(«http://www.josemusse.com»,»www.josemusse.com»)%)

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