Opinión Internacional

¿La política por otros medios?

Clausewitz, estratega clásico de la guerra, afirmaba que “la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios”. ¿Podríamos advertir algo semejante si en lugar de “guerra” empleamos una expresión como “terrorismo”? Difícil, porque no se trata de un asunto semántico ni sintáctico. Pero algo así despejan los acontecimientos posteriores al 11M en España. Los resultados electorales que dieron a Zapatero la victoria, tiene lecturas cruzadas.

Se dice, por ejemplo, que los electores españoles actuaron bajo la presión del terrorismo y en contra de la información velada del gobierno de Aznar. Bajo el chantaje de fanáticos, una democracia se vio inclinada a ensordecerse ante argumentos, y eligió con el pálpito de sus rabias y temores. Que no hubo tiempo para los lazos meditados de unidad nacional, como efectivamente sucedió después de 11S, Y en cambio sí para los rebeldes oportunistas que el sábado 13 arengaron frente a la sede del PP en Madrid. Que en lugar de una desafiante voluntad política los españoles se dejaron mermar y doblaron sus espíritus sin valorar lo suficiente los logros y la formidable dirección del gobierno de José María Aznar.

Argumentos de este tenor sostiene el notable estratega, Edward N. Luttwak, una autoridad en asuntos de inteligencia militar. Aquello que durante largos años pudieron resistir los españoles contra las agresiones de la Banda Terrorista ETA, se les fue al piso en un abrir y cerrar de ojos. Un enemigo invisible los acobardó. Entonces se dejaron intimidar políticamente y corrieron a recoger los trapos del socialismo decimonónico de la España de Felipe Suárez.

Tres semanas antes de las elecciones, Rajoy, del PP, ganaba las encuestas sobre Luis Rodríguez Zapatero. Las posiciones del líder del Partidos Socialista PSOE estuvieron siempre en contravía de la iniciativa de enviar 1,300 tropas a Irak como parte del apoyo incondicional del gobierno de Aznar al presidente Bush. Y lo primero que ha afirmado enfáticamente, después de su máximo logro político, es su decisión de retirar las tropas el 31 de Julio. Pase lo que pase y cueste lo que cueste.

Con la presidencia de Zapatero, muchos líderes conservadores de los Estados Unidos, ven el retorno amenazante de la izquierda y el socialismo. Para ellos Aznar, y su sucesor natural, Rajoy, representaban la Nueva Europa, modelada económicamente dentro del estilo neoliberal, cercana a los dictados y valores de la tradición anglosajona. Con Zapatero el riesgo es atraer a una Europa a la vieja usanza, liberal y tolerante. El error fatal de los españoles fue pasarle la cuenta a Aznar al inculpar de primera mano a ETA por el ataque terrorista. Un error que les costaría caro.

La mirada desconfiada del gobierno Bush no dará espera. ¿Pudo incidir en el voto del elector español sólo y únicamente la rabia contra el carácter dubitativo de las declaraciones del gobierno de Aznar? ¿Otras fuerzas siniestras pudieron tener la intención de desequilibrar políticamente a España? Sin duda resulta muy delicado conjeturar sobre estas preguntas. Pero existen intérpretes que traducen las primeras declaraciones de Zapatero más allá de la coyuntura de un presidente elegido democráticamente.

La funesta sombra de Osama bin Laden reaparece. Y los escenarios de la política internacional comienzan a presentar variaciones radicales. En contra de Rajoy y del PP en España, pero posiblemente a favor de la campaña a la presidencia de Bush. Contra los pronósticos que daban por seguro vencedor al sucesor de Aznar, y en línea con la dureza conservadora de la guerra contra el terrorismo de Bush. ¿El terrorismo es la continuación de la política por otros medios?. Parece razonable, pero no.

Seguramente las investigaciones sobre la masacre de Madrid, orientarán los resultados hacia una alianza estratégica de ETA con células islámicas radicales, o viceversa. ¿En qué puede cambiar esto los acontecimientos de la política? En nada, podemos afirmar. Tanto España como Europa comparten el haber cruzado la sombría línea del riesgo. Pero es demasiado temerario juzgar que las elecciones demuestran poco coraje del pueblo español contra el terrorismo. El examen que durante 27 años han tenido que librar contra ETA, es prueba de un compromiso con robustos valores de la democracia.

Por todo lo anterior, la mejor respuesta que Zapatero puede dar a sus detractores, es afrontando con todo rigor el desafío contra el terrorismo. Porque se trata realmente de un desventurado enemigo al que no se le puede tolerar aspecto político alguno. La causa contra el mismo tiene que unir a España con el resto del Mundo. Duro contra el terrorismo y con independencia de que provenga de los radicales islámicos o de ETA. Las dinámicas del cambio político tendrán que conciliar a la vez unas formas de hacer política global. Si bien es cierto que España: “literalmente no tuvo tiempo de reflexionar entre las bombas de Madrid y la elección”, como lo afirma Luttwak, también puede demostrar el firme espíritu de conservar con dignidad el honor que con mérito ocupa hoy en Europa.

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