Opinión Internacional

La prensa internacional y Venezuela

The Wall Sreet Journal (El Nacional, 22-11-2006) hace unos días publicó un reportaje sobre el futuro del populismo en América Latina y predijo que Chávez se reelegiría. Cuando vamos a buscar las pruebas de esta afirmación, sólo se refiere a “los miles de millones de petrodólares” que tiene Chávez “para repartir entre sus simpatizantes” y a una frase descontextualizada de un efímero ministro de Chávez que nunca ha tenido experiencia como analista político ni ha sido estudioso de mediciones demoscópicas. Esos eran los elementos que fundamentaban el supuesto triunfo de Chávez.

Pareciera que no tenemos presente, al hablar de la cobertura de los medios internacionales, que toda información es armada y emitida por una persona. Dependiendo de la ideología, el profesionalismo y la honradez de quien escribe, tendremos más o menos veracidad. De manera que aun en esta época de tanto adelanto tecnológico y tantos recursos como fuentes informativas, la emisión del mensaje está condicionada por el ente emisor: una perogrullada que con frecuencia olvidamos.

La inmediatez de la prensa también colabora en la desinformación porque no permite una constatación reposada de los datos que se manejan. Cuántas veces vemos que se habla sin ninguna referencia al marco histórico del país del cual se pretende informar. La alta rotación de los corresponsales o (paradójicamente) la muy larga permanencia en un país determinado, influyen en la visión de quien escribe: el primero será presa de la ignorancia, el segundo, muy probablemente, de sus propios intereses.

No estoy diciendo nada nuevo. Pero en el caso de Venezuela, en estos ocho largos años de gobierno de Hugo Chávez la prensa internacional, en general, se ha mostrado incapaz para entender la verdadera naturaleza del régimen. En escasas oportunidades ha logrado penetrar en la realidad venezolana para informar sobre ésta con pertinencia y profundidad.

Por ejemplo, en cuanto al tema electoral, los editoriales y reportajes no han sabido identificar el ventajismo inaudito del que hace alarde el gobierno; el cambio caprichoso de las reglas, incluyendo modificaciones en el sistema de asignación de escaños en el Parlamento que implica el desconocimiento del principio de la representación proporcional; la manipulación grosera del censo electoral, que incluye la masiva cedulación ilegal de extranjeros; la puesta en marcha de manera inconsulta y extremadamente costosa de la automatización y el nombramiento de la autoridad electoral, conformada por una mayoría apabullante del oficialimo.

Chávez ha sido muy hábil en la propaganda. Su gobierno ha gastado millones de dólares para presentarse como progresista y así deslumbrar a quienes en el mundo militan en el antinorteamericanismo, del cual algunos medios del propio EE UU no están exentos, y a quienes se llaman antiglobalizadores. Nada podríamos quejarnos si tal cosa fuera parte de una política consensuada y explicada al país como expresión de democracia. Pero Chávez lo ha hecho violando la Constitución y las leyes del país al disponer de la renta petrolera sin control alguno (como ocurrió con la fallida campaña para integrar el Consejo de Seguridad de la ONU) para la creación de una imagen que poco tiene que ver con la realidad.

Parte de esa inmensa cantidad de recursos ha intoxicado a la prensa internacional. La rutilante figura de líder tercermundista con la chequera presta para ayudar a los necesitados del mundo ha contaminado a medios de comunicación que se llaman alternativos, pero también a grandes medios independientes, supuestos verdaderos paradigmas de la información veraz.

La cobertura que las agencias de noticias y los grandes rotativos mundiales han hecho de la campaña electoral de este año ha dejado mucho que desear. Basar sus pronósticos en las mediciones que han hecho encuestadoras comprometidas con el gobierno de Chávez no ha sido la mejor idea. No haber estado presentes, con corresponsales verdaderamente informados, en estos ocho años, hace que sus reportes no puedan dar cuenta del fenómeno electoral en que se ha convertido el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales.

Si usted es un periodista extranjero, trate de evadir el “tour” del gobierno. Indague por su cuenta la realidad de este país. No se deje intoxicar por la propaganda del anhelante heredero de Fidel Castro. Escuche a la mayoría del país para que pueda dar cuenta de qué es lo que pasa en Venezuela.

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