Opinión Internacional

La realidad lo acosa, la oposición lo ayuda

Se sabe que para los voceros oficialistas los aspectos más negativos de la realidad (particularmente aquellos atribuidos a la acción o la inacción del gobierno) no existen: o son una mera “sensación” o responden a operaciones maliciosas difundidas por los enemigos del “modelo”. El jefe de gabinete Aníbal Fernández dictaminó en su momento que la inseguridad ciudadana es  un mero espejismo y el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, entre cortes de luz, escasez de agua, inexistencia de garrafas económicas o interrupciones en el servicio de gas,  reitera cada verano y cada invierno – también éste-  que en materia de energía el país vive en el mejor de los mundos posibles y que hablar de crisis energética es un  delirio o una confabulación. La sociedad ya  ha aprendido a interpretar  esos juicios y esas informaciones. Miles de hogares padeciendo las temperaturas más bajas de las últimas décadas y empresas con la energía interrumpida pese a que pagan tarifas más altas para garantizar una provisión sin cortes seguramente tienen algunas frases que agregar a las  panglossianas ponderaciones de De Vido.

Las cifras sobre aumento de los precios que proporciona el Instituto Nacional de Estadística y Censos tienen rasgos análogos a los diagnósticos y vaticinios de los ministros: constituyen un  intento de embellecer los hechos,  guiado sin duda por la intención de sembrar optimismo en una población que,  de lo contrario, sólo contaría con  la información que ofrecen almacenes, carnicerías, supermercados o librerías.

Esta semana se conoció una información que muestra hasta qué punto llega  el ahínco  de quienes orientan el INDEC: no sólo se están ocupando en esa oficina pública de  embellecer los datos del presente, sino que  han extendido sus afanes al pasado y han  tocado cifras de modo de que  el gobierno pueda confirmar, con esos datos,  algunas de sus vehementes afirmaciones  autoapologéticas. Por ejemplo, han borrado de las series que  registran la evolución salarial los aumentos de sueldo otorgados durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Este detalle permite mostrar un magnífico salto en las remuneraciones de los trabajadores entre el nivel salarial de fines del gobierno de la Alianza y el de los primeros meses de Néstor Kirchner, como si en el medio hubiera habido un vacío.

En la Unión Soviética de José Stalin se utilizaban métodos parecidos para glorificar al dictador con una historia distinta de la real: se lo hacía aparecer en fotos de momentos clave del proceso comunista en los que no había participado, al tiempo que se borraba de la imagen  a  los dirigentes con los que estaba enfrentado. Esa desaparición de sus rivales en las fotos del pasado era un vaticinio sobre su eliminación física que ocurriría algún tiempo más tarde en el plano de la realidad.  

En rigor, ni las  ilusiones  presentes o pretéritas que dibuja el INDEC  ni  las sensaciones que  difunden los ministros tienen la capacidad de convicción de aquel antecedente stalinista, son apenas una caricatura evocativa. El jefe soviético  pudo asentarse durante décadas  sobre una maquinaria de poder  que no debía atravesar exámenes electorales ni  preocuparse por la opinión pública. Ese poder tardó varios lustros después de su muerte en  exhibir sus pies de barro; hasta que eso ocurrió, aún  en proceso de revisión, las fábulas del stalinismo estuvieron en condiciones de perdurar.

Más allá de sus intenciones, el gobierno K tiene su plazo establecido por  el proceso político y constitucional argentino; a más tardar dentro de 15 meses  deberá acudir a las urnas y entretanto, permanentemente, está sometido al escrutinio de una opinión pública que –lo miden las encuestas-  muy ampliamente descree de  la palabra oficial y en una altísima proporción manifiesta opinión negativa  sobre la imagen del matrimonio gobernante.

Y sin embargo…en la última semana Néstor Kirchner pudo darse dos satisfacciones;  acreditarse una victoria política personal con la ayuda de muchos de quienes se  consideran adversarios suyos y, además,  golpear a quien considera uno de sus rivales más  temibles: el cardenal Jorge Bergoglio, y con él a la Iglesia.

Sería un error suponer que Néstor Kirchner impulsó  el llamado “matrimonio gay” por algún tipo de compromiso filosófico personal con el tema o por alguna empatía con el mundo y la problemática de los homosexuales. Lo que él  contabilizó fue la perspectiva  de reagrupar en su torno a sectores de centro izquierda y de  desordenar el  campo de sus competidores políticos, introduciendo en el arco opositor la cuña  de una propuesta  de sedicente cobertura progresista  frente a la cual  amplios contingentes de ese conglomerado son, por distintos motivos, extremadamente vulnerables. 

Décadas atrás, el llamado progresismo y la izquierda, bien o mal, alzaban como consignas emblemáticas reivindicaciones que  apelaban a los  pobres, a los  trabajadores, a la lucha contra la miseria.  Después  de la extinción, por  decisión propia, del experimento socialista soviético y  del viraje hacia la economía de mercado (y así, el crecimiento económico, el protagonismo internacional y la promoción social) de China Popular y de otras naciones  socialistas asiáticas, la decepción de una parte del llamado progresismo y de una parte de las izquierdas occidentales  los volcó hacia  otras problemáticas, alejadas de las originales:  desde la defensa del consumo libre de alucinógenos hasta la  legalización del aborto, pasando por  algunas formas  maximalistas del ambientalismo o la  defensa y promoción de las minorías sexuales.  ¿Hay en la Argentina alguna forma ostensible de discriminación de la homosexualidad? En rigor, bastaría con observar las  altísimas posiciones que ocupan (y la gran influencia que ejercen)  personas de esa orientación  tanto en los poderes como en actividades profesionales de proyección pública para suponer que no la hay o que, en todo caso, constituye una valla muy sorteable.

No obstante,  no sólo los sectores más activos de la comunidad homosexual, sino también  un sector de la sociedad política y cultural  consideraron que tiene carácter discriminatorio que  personas del mismo sexo  no puedan  unirse en matrimonio.  Al principio se mencionaron cuestiones prácticas (relacionadas con el uso de asistencia social, herencia de beneficios previsionales, etc.) como motores del reclamo: a esos problemas se les podría dar  solución con una amplia legislación referida a las uniones civiles. Pero  el reclamo fue más allá: lo que se reclamó fue  la “igualdad”, es decir,  la ampliación del concepto de matrimonio para incluir a esas uniones civiles de personas del mismo sexo. La palabra “igualdad” tiene sobre algunos sectores el mismo efecto que la campanilla  de Pavlov sobre los perros de sus experimentos sobre reflejos condicionados. La igualdad que tiene que ver con la dignidad y la entidad del ser humano no excluye las  diferencias que precisamente son un rasgo de  la humanidad. “No es buena la misma ley para el león y para el buey”.

Para Kirchner esas disquisiciones son jactancias de intelectuales. Lo que él no podía permitirse era que el único proyecto que él votó como diputado cayera derrotado en el Congreso. Para evitar ese revés  tendió puentes con  tirios y troyanos, presionó a gobernadores dependientes de los fondos oficiales para que ellos  apretaran a sus senadores, consiguió que algunos cambiaran su voto y que otros (que no querían cambiarlo) lo ayudaran ausentándose de la votación. Antes que eso consiguió que  muchos  miembros del arco opositor  votaran por el  proyecto que él quería  victorioso.

Que los senadores oficialistas defendieran la pronta aprobación de   la ley que reclamaba Olivos tiene su lógica. Y ello subraya el gesto de quienes, siendo parte de la tropa que Kirchner reclama como propia, votaron por la negativa. Es menos comprensible que todos quienes, más allá de su afiliación política, reivindican su  perspectiva democrática y aluden a la soberanía popular, eludieran en este tema la vía de la consulta popular. Nadie puede ignorar la raíz creyente de la mayoría de la sociedad argentina; nadie puede hacerse el distraído sobre el hecho de que  se estaba zanjando de una manera vertiginosa, sin un debate abierto al conjunto de los argentinos y con un Congreso atravesado por maniobras y presiones un asunto que tiene que ver con convicciones profundas de la sociedad y con una institución fundamental para su reproducción como es el matrimonio.  “Los temas de derechos humanos no se plebiscitan”, argumentó una senadora. ¡Vamos! Si pueden votar a favor o en contra los representantes del pueblo, ¿cómo no podría hacerlo el pueblo mismo, que es la base de la soberanía y el mandante de los legisladores? ¿Ese argumento no es una flagrante muestra de discriminación y elitismo?

El debate sobre el llamado “matrimonio gay” dista de estar plenamente zanjado, precisamente porque siendo un tema que afecta a toda la sociedad, ésta no fue consultada como podría (y merecía) haberlo sido.

Conciente de que se trata de una victoria envasada al vacío, el gobierno procura darle una base mayor: “es un triunfo de toda la sociedad”, afirma.  No es así. La sociedad fue  sorteada en esta discusión.

Por otra parte, aunque para Olivos lo políticamente destacable sea haber confrontado exitosamente con la Iglesia (y con Bergoglio), tampoco es cierto que la votación del Senado haya afectado solamente a los católicos. La ley aprobada  es resistida por los creyentes de otras religiones y también por personas alejadas de los templos y las iglesias  que valoran, sin embargo, la importancia de una institución que ha sostenido la convivencia y la reproducción humanas durante siglos.

En cualquier caso, el gobierno se acreditó la victoria política de corto plazo que buscaba. Quedan por ver las consecuencias ulteriores de ese triunfo.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba