Opinión Internacional

La seguridad, tarea indeclinable del gobierno

Los mexicanos nos hemos acostumbrado a vivir en la inseguridad.

Los secuestros, los robos a mano armada, las extorsiones reales o virtuales, se convirtieron en moneda corriente para quienes habitamos esta ciudad. Cada día somos testigos de nuevas formas de delinquir. Nos abruma la pesada realidad de vivir en el temor y en la violencia, y nos sabemos rodeados por el delito, el crimen, la impunidad y la inoperancia, total y absoluta, de las autoridades.

El mexicano común, los hombres y las mujeres de a pie, se hicieron de métodos de protección para sus casas, para sus coches, para sus hijos. La industria de la prevención de delitos es una de las prósperas en nuestro deteriorado país. Seguramente a ella se refiere el Secretario de Economía, Agustín Cartens, cuando dice que la economía mexicana no está en riesgo. Tal vez, la economía no esté en riesgo, pero cada uno de los habitantes de este país sí lo está. La vida cotidiana de todos los trabajadores está alterada por un medio hostil y agresivo que no da muestras de cambiar en el corto plazo.

Hoy resulta normal que las casas cuenten con sistemas de alarma, dispositivos de encendido y apagado de luces para los periodos en que la vivienda está deshabitada, encendido de luces por detección de movimientos, puertas acorazadas, cajas fuertes, sistema de desvío de llamadas, celulares para los pequeños de la familia, alarmas para automóviles, birlos de seguridad, protectores de espejos retrovisores. Y la lista podría seguir.

El ciudadano que desee comprar un automóvil modelo 2008 o 2009 deberá pagar alrededor de $5000 adicionales por el sistema localizador Lo Jack, que se ha convertido en obligatorio, acción que más allá de proteger a los propietarios, llena las arcas de una empresa y viola la libertad del consumidor.

En fechas recientes ha sido recurrente el slogan respecto a que la seguridad es una responsabilidad de todos.

Que no te engañen. Son tareas indeclinables del Estado la preservación del orden público y la prevención de los actos delictivos. Para eso pagas impuestos, con las tasas que se encuentran por encima de los países desarrollados.

Que no te engañen. El discurso de la participación y la democracia no debe ser usado para que responsabilicen a la ciudadanía de lo que al Gobierno le corresponde hacer por su propia naturaleza.

Que no te engañen. No debemos ceder chantaje de tener más seguridad a cambio de la entrega de nuestros derechos y garantías, permitiendo que la policía se meta en nuestras vidas privadas.

Que no te engañen. La seguridad sí es responsabilidad absoluta del Estado. Y debes exigirla
El Presidente Calderón, en su alocución del 16 de septiembre, “demandó la unidad de los mexicanos contra los actos de violencia”. Y nadie, en sus cabales estaría en desacuerdo en repudiarla. Pero algo muy diferente es que el ciudadano resuelva lo que la incompetencia del gobierno no pudo.

Me niego a que me responsabilicen de la inseguridad, pues no la he provocado.

El Lic. Calderón quiso ser Presidente, y para ello, realizó las vinculaciones y alianzas necesarias. Ahora le corresponde gobernar, porque para eso fue electo. No es tiempo demandar nada a la sociedad. Es tiempo de gobernar.

Y si no puede, que renuncie.

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