Opinión Internacional

Las barbas del tiburón

El pasado 7 de abril la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de Perú, condenó a 25 años de prisión a Fujimori, al considerarlo autor mediato del homicidio calificado con alevosía de 29 victimas de “La Cantaura” y “Barrio Alto” ocurridas durante su gobierno. El fallo es un precedente importantísimo para la justicia internacional: Es la primera vez que se juzga a un ex presidente sin que hubiese el precedente inmediato de un golpe de estado. Se reconoce además el respeto a los derechos y garantías del procesado, con independencia de las posiciones políticas de las partes en el juicio.

El tribunal fundamentó la culpabilidad de Fujimori en la teoría de la autoría mediata, según la cual quienes perpetraron los hechos, respondían a una política de Estado diseñada por Fujimori. La sentencia determina que se configuró un aparato de poder organizado en cuya cúspide se encontraba el jefe de Estado y jefe supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que facilitó la ejecución de los delitos. Esta compleja red de participantes, tipifica lo que en derecho penal se conoce como “Crímenes de Estado”, situación que se presenta cuando los delitos son cometidos por autoridades legitimas, constituyendo una verdadera aberración del estado de derecho.

En una entrevista a “La República”, Mario Vargas Llosa expresó: “Toda América Latina tiene que celebrar este hecho como algo muy importante que va a defendernos contra esa epidemia que hemos padecido a lo largo de nuestra historia, que es el autoritarismo, las dictaduras, los caudillos… Creo que los aspirantes a dictadores actuales y futuros lo van a pensar muchas veces antes de destruir el Estado de derecho como hizo Fujimori y utilizar la violencia irracional como actuó en su gobierno para enfrentarse al terrorismo. Creo que es un hecho importantísimo que va a reforzar nuestras instituciones democráticas, que va a servir de vacuna contra futuros dictadores y golpes de Estado”. Cualquier coincidencia con las realidades venezolanas la dejamos sujetas a interpretación.

Cuando se conmemoran 7 años de los trágicos sucesos del 11-A y presenciamos aterrados la condena a 30 años de prisión de los comisarios y agentes de la Policía Metropolitana que actuaron en resguardo de la población civil, no podemos dejar de recordar que el Presidente de la República, bajo el código militar de “Tiburón 1” daba órdenes a los generales para activar el Plan Ávila y reprimir de manera cruel y violenta a las manifestaciones de la oposición. Recordamos también que esos sucesos, podrían ser objetos de nuevos juicios con tribunales imparciales, una vez reestablecido el auténtico estado de derecho en Venezuela.

Recuerda entonces, tiburón supremo, el refrán de nuestras abuelas: “Cuando veas arder las barbas de tu vecino, pon las tuyas en remojo”.

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