Opinión Internacional

Los muertos de Cajamarca: Gramática de las Víctimas

En el caso de los muertos de Cajamarca, la versión de las víctimas y sus
familiares ha ido quedando sepultada. Sus rostros se han ido perdiendo
entre las interpretaciones. Se ha ido imponiendo el lenguaje de los vivos.

Pero ¿qué sucedió realmente? ¿Quién grito primero, un soldado asustado, o
la madre acongojada?¿No fueron necesarias más advertencias? «Disparos al
aire», recomienda, Alfredo Rangel. Y si hubo neblina, ¿Porqué tanta
certeza en los disparos? ¿Y porqué esperaron a que subieran hasta la
colina de la montaña? Muchas preguntas quedarán sin respuestas.

Es la ironía del frío y silencioso destino de las víctimas. Entre su
mutismo y nuestro hablar media aquello que afirmaba el novelista inglés
Gilbert Chesterton, «que los vivos ejercemos cierta tiranía sobre los
muertos».

La reconstrucción de los hechos describe cómo es posible confirmar aquella
hipótesis según la cual, los acontecimientos o eventos, suelen adecuarse,
limarse, modificarse o ajustarse, de acuerdo con la sicología de quienes
los narran. Y no sólo de la sicología. Dependiendo de su gravedad o
alcance, los hechos, se pueden hacer corresponder con intereses,
prejuicios o planes estratégicos. Por esto se «excusa», «justifica»,
«exonera», «inculpa», «responsabiliza».

En Cajamarca la reconstrucción ha tenido, entre otras, las siguientes
interpretaciones:

1. El comunicado de las FF.MM: «previa advertencia de detención,
la cual no fue atendida, la tropa disparó causando la muerte a cinco particulares,
tres adultos y dos niños».

2.El presidente Álvaro Uribe Vélez: «Estoy convencido de la buena
fe del Ejército en esta equivocación».

3.Los titulares de prensa: «¿Mala suerte?» (Revista Semana, Abril
18);»Mortal error militar en Cajamarca» (El Tiempo, Abril 12); «Exceso de
errores» (Vanguardia Liberal, Abril 13); «Errores en medio del conflicto»
(El Heraldo, Abril 15); «Dolorosos errores: ¿hasta cuando?» (Editorial El
Tiempo, Abril 14); «Sean serios: soldados al banquillo Poncho Rentería»
(El País, Abril 14); «Exceso de errores» (El Colombiano, Abril 14); «Ellos
no saben lo que dicen» Poncho Rentería (El Tiempo, Abril 14); «Tragedias
de guerra», General Álvaro Valencia Tovar (El Tiempo, Abril 16); «Alerta
roja» Ricardo Santamaría (Portafolio, Abril 16).

Vemos que se hace un uso muy amplio de términos de excusa, usando varios
como si fuesen e incluso sugiriendo que son indiferentes o equivalentes,
cuando no lo son. Para Valencia Tovar: «No son errores fatales,
simplemente. Son dramas humanos de tremenda intensidad los que se
escenifican en un campo de batalla, cuando una equivocación se traduce en
pérdida de vidas ajenas al combate». La metáfora teatral, sostenida, ayuda
a extrapolar el foco de atención. Obsérvese que en el teatro militar la
tragedia deja atrás las víctimas. O las oculta bajo la mirada del vivo.

Los factores causales diluyen la responsabilidad: hacia la humanidad
entera. Se termina llorando la desgracia de los soldados.

Es constantemente difícil estar seguro de qué acto es el que los voceros
están sugiriendo que podría ser matizado por qué tipo de error. Comenzando
por la declaración del presidente Uribe: «Estoy convencido de la buena fe
del Ejército en esta equivocación». Dos aspectos guardan correlación:
Primero, las víctimas sufren un desplazamiento. Y el giro gramatical abre
un espacio a un ámbito de dificultosa interpretación: la buena fe.

Segundo, tratándose de una «equivocación», el grave impacto o los efectos
de las balas pueden llegar a tener el mismo alcance que un acto
cualquiera. Un estornudo, por ejemplo.

No haría falta decir que los términos de error no son equivalentes y que
importa cuál usamos; se requiere distinguir la posible inadvertencia de
los soldados no solamente de cosas tales como confusión y accidente, sino
también de términos más cercanos como, aberración y absorción. ¿Y qué
implicaciones tienen estos eufemismos? Aparentemente quiere decir que los
soldados dispararon inadvertidamente contra aquello que se movía. ¿Quiere
decir que también las armas que usaron se dispararon accidentalmente, o
más bien que en Cajamarca la humilde familia de campesinos pudieron haber
sido matados accidentalmente?

Una gramática de las víctimas debe cuidar, al menos, el desnudar las
falacias mediante las cuáles, sus nombres y sus rostros van siendo
sepultados injustamente

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