Opinión Internacional

Los nuevos retos de Al Qaeda

En los 30 meses que median entre el 11 de septiembre del 2001 y el 11 de marzo del 2004 se han producido otros asesinatos en masa a lo largo del globo. Las invasiones y bombardeos en Iraq, Afganistán y Palestina, lejos de haber ido recortando al fundamentalismo islámico, le han hecho crecer. Las ‘intervenciones para acabar con el terrorismo’ producen ‘más terrorismo contra la intervenciones’.

Al Qaeda -a diferencia del ETA, IRA, SL, MRTA o las FARC- no busca ganar a las poblaciones de los países donde ataca, a quienes considera su enemigo. Al buscar producir la mayor cantidad de bajas civiles quiere provocar más ataques contra países musulmanes para aparecer como los campeones del Islam contra los ‘cruzados’.

Bin Laden necesita de adversarios halcones y por eso no es casual que sus matanzas las haya hecho poco antes de las elecciones de España y antes de Rusia. Bush no habría adquirido la fuerza que tiene hoy sin haberse transformado en el campeón de la venganza contra la destrucción de las torres gemelas. Antes del 11S él era un presidente poco popular que había llegado a su cargo perdiendo la votación. Tras dicha matanza él se convirtió en un líder apoyado por el 80% del público norteamericano.

Los atentados contra trenes de pasajeros ocurridos a escasos días de las elecciones parlamentarias rusas de diciembre 2003 y ahora españolas tenderán a potenciar a los gobiernos de mano dura. En cierta manera Bin Laden promueve provocaciones para conseguir mandatarios tipo Bush y no sería de extrañarse que, tras haber ayudado a Putin o Rajoy a ganar votos apareciendo como los más firmes enemigos del terrorismo, nuevos atentados puedan ayudar a la re-elección al actual presidente de EEUU.

Lo que el binlandismo necesita es ir creando una psicosis colectiva que vaya restringiendo la democracia y las libertades en occidente y que precipite más ataques al mundo islámico. Los gastos en ataques militares, muros contra los palestinos y mayores poderes para el espionaje interno afectan gastos sociales y deterioran la democracia interna.

Una forma de evitar caer en ese juego es quizás haciendo lo opuesto a lo que este quiere, y buscando arrebatándole banderas, haciendo que las tropas de ocupación sean retiradas del mundo mahometano y que se democraticen y mejoren las condiciones sociales en que viven mil millones de musulmanes.

A medida en que la población musulmana en occidente sea tratada con más igualdad, que se amengüe las agudas diferencias sociales en el medio oriente y que se retire tanta injerencia extranjera en dicha zona, se irá quitando base social para el desarrollo de tal tipo de movimientos.

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