Mucha diplomacia y más indiferencia
En un artículo anterior analizamos como el dictador sudanés Omar Bashir concreta su plan de limpieza étnica de las minorías negras y árabes cristianas animistas mientras juega a la diplomacia. Con inteligencia macabra permite a las misiones de paz de la Unión Africana y de la ONU circular por la enorme provincia de Darfur para asistir a más de 2 millones de desplazados, mientras que sus milicias fundamentalistas Janjawwed continúan masacrando a poblaciones enteras victimas de los estragos de más de 15 años de desalojos, quema de propiedades, persecuciones y torturas.
La ONU medió un acuerdo de paz en 2004 entre la alianza de grupos étnicos y religiosos que luchaba desde el sur hace 20 años contra el gobierno fundamentalista islámico que interesado en los recursos energéticos de la zona propició una limpieza étnica para islamizar al país pero en la práctica el daño ya estaba hecho: más de 200 mil personas masacradas en Darfur y decenas de miles al borde la muerte por hambre y enfermedades. El proceso de paz solo ha logrado que en más de un año regresen a sus hogares el 10% de los más de 6 millones de desplazados.
El dictador continúa en el poder y no se ha estipulado que miembros de su régimen sean juzgados por genocidio. ¿Para qué apresurarse cuando su gobierno garantiza “generosas” licitaciones de petróleo, níquel y uranio a las grandes potencias? ¿Acaso la vida de mil personas en Sudán occidental es menos valiosa que la de un palestino o iraquí, “simplemente porque el enemigo sea israelí o americano”? se preguntan varios periodistas e intelectuales como Abd al-Rahmán al-Rashid ante el silencio de los países árabes respecto al peor genocidio de nuestros tiempos, que incluye a árabes no musulmanes?
Darfur vuelve a estar sumergida en la indiferencia.
* Este artículo fué publicado en la revista Perú 21 el 14 de marzo de 2006
