Opinión Internacional

Ni derecha ni izquierda

AIPE- Las expresiones “derecha” e “izquierda” surgieron en el parlamento francés y otros parlamentos europeos, donde quienes apoyaban la monarquía se sentaban al lado derecho y los que se oponían a ella se sentaban del lado izquierdo del pasillo central. Por lo tanto, esas etiquetas sólo indicaban la posición ante el poder hereditario.

Inclusive los términos “conservador” y “radical” no dicen mucho. Todo depende de lo que uno quiera conservar y cuál es la alternativa radical del momento. En este caso, la disputa es más sobre metodología que contenido. Los conservadores creen que se deben consultar las tradiciones dominantes, las prácticas y leyes de la comunidad, mientras que los radicales quieren cambiar toda la manera de pensar. Nadie puede, entonces, predecir lo que terminarán haciendo.

En Rusia hoy en día, los conservadores son los comunistas y los radicales son los defensores del libre mercado y de ideas e ideales democráticos. En Irán, los conservadores también respaldan la continuación del poder total en manos del estado, mientras que los radicales son más moderados en cuanto al alcande del poder estatal.

En Estados Unidos, los conservadores tienen mucho de radicalismo en su filosofía política porque los próceres y fundadores de la nación tendían a ser radicales acerca de la naturaleza y el poder del gobierno. Querían limitarlo, por lo que si queremos conservar las tradiciones americanas apoyamos las ideas libertarias radicales. Por su parte, los llamados radicales quieren desarmar esa agenda conservadora, volviendo a establecer un gobierno grande e interventor.

En las naciones africanas es todo lo opuesto, los radicales quieren desmantelar el gobierno e insisten en mercados libres y privatizaciones, mientras que los conservadores quieren mantener el statu quo.

Hasta la palabra liberal ha perdido en algunas partes su significado. Antes siempre se refería a instituciones, leyes y políticas que le daban gran importancia a los principios del derecho individual a la vida, la libertad y la propiedad, limitando los poderes del gobierno, el cual se debía concentrar en la defensa de esos mismos derechos. En Europa y América Latina ese sigue siendo el significado del término liberal. Pero a fines del siglo XIX, en Estados Unidos, el nombre lo asumieron aquellos que querían más poder en manos del gobierno para “liberar” a la gente de la pobreza y de otras desgracias. Eso condujo a que los liberales estadounidenses defendieran al gobierno grande.

Por su parte, la “derecha” estadounidense quiere usar el poder gubernamental para reformar nuestra moral, por lo cual apoyan la guerra contra las drogas, las redadas contra la prostitución y el juego, a la vez que debilitan la separación del estado y la religión.

Los liberales actuales siguen defendiendo las libertades civiles, pero con menos fuerza que hace 30 años, el debido proceso para todos los acusados de delitos y crímenes, frenar los excesos de la policía y limitar a los militares a la defensa de la ciudadanía. Al mismo tiempo, promueven una redistribución masiva de la riqueza y, últimamente, izaron la bandera de la “corrección política”, tratando de limitar la libre discusión.

Nadie que realmente respete el texto de la Declaración de Independencia puede estar en ninguno de estos grupos porque, al no tener fe en el individuo, buscan que una elite tenga en sus manos el timón de la nación, tomando las decisiones por todos nosotros.

Mi consejo es tenerle desconfianza a todas esas etiquetas políticas y examinar lo que verdaderamente hay por detrás de ellas.

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