Opinión Internacional

No es cuestión de referendos solamente

La oposición política aprobó en el Senado los ahora endebles referendos revocatorios porque dizque el Poder Ejecutivo, con S.E. a la cabeza, estaban por ¡decretar! la celebración de un referendo de aprobación o reprobación de la espuria constitución de Oruro. Al aprobar los revocatorios se dice que se evitó el eminente referendo de la constitución espuria, cosa que, dicho sea de paso, la ley boliviana increíblemente permite, sí ¡por decreto! Claro, el temor de la oposición del Senado fue que la posible aprobación popular de lo espurio hubiera significado un fracaso de la inmensa población de bolivianos que repudia el referido documento. Con todo, el argumento de la oposición es cuestionable.

Es cuestionable porque algunos de nosotros creemos que el raciocinio topa con el hecho indiscutible de que nada detendría a S.E. y su gente a llevar a cado un referendo de aprobación o reprobación de la constitución espuria por decreto ¡ojo! después de celebrar los revocatorios; aunque habría que ver el resultado de la consulta revocatoria de S.E. desde luego, lo que de por sí viene a ser intrigante y hasta interesante por lo menos en teoría. Por eso hoy hay gente en el Poder Ejecutivo que preferiría evitar los referendos revocatorios porque sencillamente podrían perderlos. Vacilan también en dar el voto a bolivianos residentes en el exterior porque también temen perder, lo que no deja de ser posible e irreversible desde luego.

Y digo en teoría porque cualquier referendo habrá de ser víctima de la mentada compra de carnets de identidad para que la gente no vote, mezclada con otras formas de cohecho ya practicado por gente oficialista con dinero en efectivo. Esto se está viendo en las agitadas vísperas de los referendos de autonomía de Beni, Pando y Tarija. A esto hay que añadir el rumoreado voto de extranjeros que tienen carnet de identidad boliviano y podrían votar, lo que ante cualquier jurado imparcial es inadmisible. Pero todos sabemos que en el proyecto de país en que todavía vivimos todo es posible en momentos en que carecemos dolosamente de una Corte Nacional Electoral imparcial e independiente. Tampoco hay un Poder Judicial y, cuando lo haya, vaya uno a saber si será apolítico e imparcial, y competente, claro.

Insisto, la cuestión se embadurna de incertidumbre y desconfianza por la copucha en torno a la capacidad del Poder Ejecutivo de manipular y hasta manosear resultados de referendos y elecciones nacionales, lo que pone en primer plano la necesidad mayúscula de establecer múltiples y competentes observadores nacionales y extranjeros en cualquier ejercicio de sufragio de la población boliviana. Para empezar, no hay en este momento poder constituido que vigile semejante comportamiento. De ahí que todo referendo y/o elección organizados o decretados por el Gobierno central propendan a ser considerados por la mayoría de los bolivianos como corruptibles e incluso maleados de entrada. Así de mal estamos y a qué negarlo.

Y aquí es donde el referido voto de la oposición pecó de simplista. En opinión de algunos de nosotros, hubo que haber debatido en el senado y en presencia de y ante amplia cobertura periodística nacional e internacional, el tipo de vigilancia nacional y extranjera, conformado en consenso multiregional boliviano, que ausculte cualquier ejercicio electoral de modo que la idoneidad, sobre todo de elecciones controversiales como han de ser por mucho tiempo las bolivianas, se vea garantizada.

Esa vigilancia debió ser exigida por los opositores y sobre todo por las regiones de modo que el mundo vea la democracia enfermiza que tenemos. Y que si los llamados movimientos sociales invaden la Plaza Murillo como lo han hecho repetidas veces en forma violenta, y como ha acontecido premeditadamente en Sucre más de una vez, habrá que administrar los dichos y hechos con énfasis publicitario porque hay interés internacional en el acontecer boliviano, y porque la verdad propende a manifestarse cuando se pugna por ello. Aquí se debió pugnar y no se pugnó. Todos sabemos que por el lado oficial hubo y habrá abundante financiamiento venezolano para pagar a los busca líos que todos hemos visto llegan sin invitación pero con poder de entorpecimiento premeditado y apoyado incluso por las cuarenta ONG que pululan con poder invasivo de nuestra soberanía. La máquina publicitaria del Gobierno debe ser contrarrestada con ahínco y constancia.

Es relativamente fácil hacer referendos y elecciones en Bolivia. Los aparatos nacionales y regionales están aceitados al punto de que los resultados se ven mucho antes que en otros países, lo que no deja de ser desarrollo logrado a codazos pero logrado al fin. Lo que en Bolivia continúa subdesarrollado y sujeto a cuestionamientos es la idoneidad del ejercicio electoral sobre todo nacional. Y los entes de oposición al Gobierno actual deben tomar conciencia de que el problema mayor no está en tener referendos y elecciones, sino en la seriedad y credibilidad de los mismos.

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