Opinión Internacional

¿Por qué falló todo?

Hace unos años asistí a varias conferencias sobre terrorismo y respuesta a incidentes con armas de destrucción masiva organizados por la Emergency Information Infrastructure Partnership (EIIP) con el propósito de mantener el debate y un elevado nivel profesional entre los expertos, consultores privados y planificadores de la Agencia Federal de Administración de Emergencias, FEMA por sus siglas en inglés. En mi calidad de director de programas de entrenamiento de bomberos y originario de un país que había sufrido un terrorismo genocida comparable al logrado por Polpot y los Khmeres rojos me resultaba fascinante saber que herramientas podría obtener de tan notable grupo.

Aunque las sesiones organizadas versaban sobre los diversos temas que atañen a la defensa civil, muy acertadas y útiles por lo general, las referidas al terrorismo, puedo asegurar descubrieron, en mi opinión, un grupo de facultativos llenos de teorías que, dejaban claro no tener la menor sospecha de lo que era el terrorismo. Su agudeza se basaba en ver mucho CNN, leer sobre la tragedia de la secta davidiana en Waco, saber del atentado del edificio Murray en Oklahoma y el atentado bomba en el World Trade Center y estar además, sazonados con bastante autosuficiencia y presunción para no descubrir que había mucho que ilustrarse de otras naciones, algunas de ellas muy meñiques. El curso “Respuesta a Emergencias de Terrorismo” desarrollado en conjunto por la Agencia Federal de Administración de Emergencias, la Administración de Incendios de EE.UU. y la Academia Nacional de Bomberos en junio de 1999, no es otra cosa que un abstracto de definiciones y roles. Debo insistir en la dañosa figura estática. Lo peor de todo es el capítulo de autoprotección, solo se limita a mencionar el equipo de protección que debe usar el bombero. No hay una definición clara sobre la posibilidad de ser saboteados durante las operaciones de recuperación.

El terrorista es dinámico

La concepción que se tenía es que producido un incidente, se deberían desplegar de tal y cual forma los recursos. Si un rebaño extremista usaba armas biológicas, entonces debían activarse tales recursos. Lo primero que cuestione era que los actos de terror no son incendios, fugas de gas o derrames de petróleos que carecen de mente y reacción, qué, a diferencia de una emergencia regular, una vez ocurrida, uno arriba a la escena y despliega sus recursos tratando de realizar una evaluación convencional. Es decir, si arde el octavo piso, seguramente le seguirá el noveno y décimo. Por el contrario, enfrentar el terrorismo es como jugar al ajedrez, uno mueve una pieza y este contrincante responderá con otra jugarreta, es decir; es un suceso interactivo, inteligente, táctico. Hay competencia por ganar la partida, el contrincante hará lo que crea necesario para lograr ventaja y sacarnos fuera de juego. Es por antonomasia un jugador tramposo, que no aceptará las reglas humanitarias.

Cualquier bombero en Lima, Bogota, Beirut, Madrid sabe que recibida una alarma de cualquier índole debe estar atento a engañifas y operaciones encubiertas que se ensamblan en el mismo lugar. Los hidrantes contra incendio llevan bombas “cazabobos”, es posible que dejen explosivos en la misma rueda de una ambulancia, las válvulas de agua de la red pública sean selladas con cemento, se ejecuten disparos, escalera de bomberos sembrada con granadas de guerra en un momento en que alguien atravesó la línea de fuego o infiltrados que se visten de bomberos, policías y otros elementos que interfieran las comunicaciones, ordenes, etc. Siempre es necesario actuar bajo el entendido que entre la muchedumbre o en los edificios cercanos hay grupos que seguirán maniobrando, actuando, entorpeciendo y sí puede eliminarnos para que el escenario sea más grave aún. En noviembre de 1998 me quedó claro la vulnerabilidad del sistema norteamericano, durante la conferencia «Senior Officials’ Workshop: Preparedness and Response for Terrorist Incident” intervine con una pregunta sobre lo que acabo de exponer ¿Es posible que esta información al ser abierta pueda ser usada contra el propio sistema por un grupo terrorista? Dennis Hickethier, Especialista en Educación del Instituto de Administración de Emergencias de Maryland me respondió: No más que cualquiera otra persona. Esta información es pública.

Si usted divulga como piensa iniciar la partida, como utilizará su reina, sus caballos, peones y alfiles, seguro que se quedará sin sus dos torres.

El talento que encontré entre los funcionarios del FEMA es amplio y adecuado, pero es protocolar y de ejecutar procedimientos, desplegar equipos, recursos y expandir o contraer organigramas. Ese desorden de sabor latino, nos salva de ser tan rígidos y por lo mismo predecibles. Con el sistema americano y europeo hasta se puede predecir en donde se ubicará el Comandante de Incidencias y por tanto, dinamitarlo si se quiere.

El impacto de un primer avión era un infortunio, el del segundo descubría algo maléfico, no concebir que todo el escenario corría riesgo de sufrir un tercer impacto o evento, que pudieran haberse sembrado más bombas o artimañas que actuaran contra los rescatadores era actuar sin mente estratégica. Los terroristas no solo imaginaron y consideraron qué aviones, dimensiones, cargas, alturas, velocidades, punto y ángulo de impacto eran necesarios para que se avale la precipitación de las Torres Gemelas, se aseguraron que estuvieran las cámaras y todos los equipos de emergencia posibles para aniquilarlos. Murió con ellos Peter Ganci, Jefe de Bomberos de Nueva York. Fue una jugada canallesca, pero maestra, endemoniada pero fascinadora por la cantidad de estimaciones y ventajas que lograron frente a una súper potencia. Fue posible gracias a un estilo de vida, a ser una sociedad abierta, de sobra despejada. El presidente George W. Bush debe corregir esto, los servicios de emergencia también.

Ahora viene el terrorismo hormiga

Cerca de trescientos bomberos y un número no determinado de policías esta muerto o desaparecido. Todo el sistema de respuesta a emergencia ha sido afectado. Vulnerado y colapsado. Efecto que va desde el impacto emocional de los equipos de primera respuesta hasta la practicidad de poder resistir nuevos siniestros. Esta claro que los genocidas han logrado todos sus empeños y que tienen todos los instrumentos para seguir operando. Ahora que los principales actores han muerto en operaciones Kamikazes, el turno es de los actores secundarios mientras los de reparto están refugiados al parecer en Afganistán. ¿Qué harán ahora los actores secundarios? Simple, llamar y llamar por teléfono y notar de cuanto ultimátum de bomba se les pueda ocurrir. Hay un efecto multiplicador, todo maniaco y antiamericano hará lo ajustado, por iniciativa y sin necesidad de tener comunicación satelital con el saudita amante de la muerte, Osama Bin Laden.

El 15 de julio de 1998 la doctora Annemarie Scarisbrick-Hauser, Directora Asociada del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Akron en Ohio dictó otra imprescindible conferencia «Terrorismo: ¿Estamos nosotros preparados?» A lo que me atrevo a responder, cuatro años después, definitivamente no.

El autor es director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales y asociado de Global Emergency Response un consorcio americano-canadiense-ruso que responde situaciones de emergencia regional y realiza labores de ayuda humanitaria en sociedad con el Ministerio de la Defensa Civil de la Federación Rusa, Emercom.

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