Opinión Internacional

¿Qué pasa en Cuba?

Las elecciones en la isla

Cuando el Consejo de Estado, presidido provisionalmente por Raúl Castro, convocó a elecciones para el 21 de octubre de 2007, no había en principio motivos para prestar atención a unos comicios tan abiertamente antidemocráticos como los que se vienen realizando en Cuba. Su naturaleza espuria se aprecia sobre todo en los hechos (*) Curiosamente, conforme a lo dispuesto en la Constitución, en Cuba funcionaría el único sistema parlamentario de Latinoamérica. El presidente no resulta de una consulta universal y directa, sino de tercer grado, por escogencia de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Primero se eligen los representantes municipales, los provinciales y los nacionales. Los municipales duran dos años y medio en sus funciones, los provinciales tres y 5 los diputados a la ANPP. La notable particularidad es que sólo se admite un candidato por cargo, lo que no sólo niega el pluralismo sino que cercena los derechos de aquellos militantes del propio partido comunista, que pudieran sentirse mejor preparados que los afortunados seleccionados por el dedo de la dirigencia

La ANPP designa de su seno el Consejo de Estado, vale decir el Poder Ejecutivo, y al hacerlo escoge por cinco años al presidente y vicepresidente de la República. Sería una “mentira” entonces decir que Fidel es un magistrado vitalicio dado que según la norma
(*) De la seriedad de las consultas electorales cubanas, da cuenta, por caso, lo ocurrido con el referendo de 1976 aprobatorio de la vigente Constitución de Cuba. Según cifras oficiales, votó nada menos que ¡¡¡el 98% de los electores!¡¡ De ese porcentaje, ¡¡¡el 97.7% respaldó el SI!!! De modo que sólo el 0.3% se reparte entre los que por cualquier motivo no votaron y quienes lo hicieron por el NO.

la Asamblea podría escoger a otro. Adicionalmente, dura sólo un quinquenio en el cargo. Los 50 años de dictadura absoluta de Fidel hacen irrisorias estas disposiciones. Como irrisorias son las potestades de la Asamblea misma, que sobrepasan las de cualquiera de los Parlamentos del mundo. Al concentrar todo en su órbita, la ANPP rompe la clásica división del poder público en funciones legislativas, jurisdiccionales y ejecutivas, que se controlan y balancean para garantizar la dinámica democrática. Por ejemplo, cual si fuera una Corte Suprema de Justicia decide acerca de la constitucionalidad de las leyes y actos administrativos, e incluso puede revisar por sí misma la Constitución, con lo que se subroga la potestad originaria del pueblo

En los países democráticos, de régimen parlamentario o ejecutivo, los tribunales son autónomos, como también lo son el Ministerio Público y la Contraloría General de la República. En Cuba, de hecho y de derecho (*) no ocurre así. Ambos órganos se subordinan a la ANPP, guardando una relación jerárquica con él, cual oficinas de un ministerio. Conste que eso dice la letra de la Constitución; por eso, conceptualmente hablando, el sistema confiesa que no es democrático.

Si, como se dice arriba, los representantes son únicos e impuestos por el PCC o por sus organizaciones de masas (Federación de Mujeres, jóvenes comunistas, organizaciones sindicales) el procedimiento electoral cubano está viciado en el origen ¿Pero quién gobierna en Cuba: ¿la ANPP o el Consejo de Estado? Vale decir: ¿Ricardo Alarcón, presidente de aquella o Fidel Castro presidente de éste? Esas preguntas resultarían ofensivas y peligrosas, pero sirven
para comprender que todos los poderes, desde el popular-originario hasta la ANPP no sirven a estas alturas ni como máscaras del mando real y único.

Raúl asume el poder

Y sin embargo… las elecciones que culminaron en febrero del 2008 traían algo nuevo en la faltriquera y de allí que despertaran, cuando menos, la curiosidad de muchos. Fidel había resignado el
mando efectivo. Por dispositivo constitucional y sobre todo por la voluntad del caudillo, Raúl debía cubrir “provisionalmente” la presidencia. Abrumado, se había apresurado a declarar que Fidel era insustituible y que solo el Partido Comunista podría sucederlo. Era un buen momento para ser modesto sin asustar a nadie, pero además confirmaba su propensión a transar. Como se ha dicho en la primera parte de este ensayo, el animus conciliandis de Raúl obedece a su temperamento pero más que todo a que, fuera de Fidel, nadie más podría imponer su voluntad a los variados factores de poder en Cuba. Era obligante entenderse con ellos

A medida que la gente comprendía que el caudillo no iba a retornar (**) o que si lo hacía sería con facultades muy menoscabadas, creció el interés por saber cómo se proponía gobernar el sucesor. Había la expectativa de la apertura económica pero en principio parecía claro que el nuevo gobierno no tenía en agenda el tema democrático. ¿Cómo manejarse en ese amenazante horizonte de intereses revueltos y expectativas crecientes? Lo primero era intentar las reformas en un ambiente político controlado.

Observemos varios hechos importantes:

Primero, la apertura del debate interno a partir del discurso del 26 de julio fue muy audaz pero al mismo tiempo “controlada”. Las reuniones son dirigidas por tutores del partido, cuya función es evitar los desbordes. El contenido de las discusiones no es fuertemente publicitado como correspondería a algo de tan enorme trascendencia. El periódico oficial, Granma, virtualmente las ignoró.

Segundo, la pauta de las medidas hasta ahora adoptadas es siempre gradual. Los cubanos podrán adquirir celulares, electrodomésticos, computadoras personales y disfrutar de los hoteles antes reservados a turistas o a la nueva clase en el poder, pero … por el momento podrán beneficiarse los que dispongan de moneda convertible (divisas o CUC), lo que reduce su radio. No quiere decir que esas decisiones carezcan de importancia. La tienen y mucho porque comienzan a romper el agobiante oscurantismo que mantiene a los cubanos en un exilio mundial y porque por su propia fuerza irán percolando hacia el resto de la sociedad, aún si el gobierno no tomara la iniciativa de ampliarlas. Los ingeniosos cubanos abrirán progresivamente la pequeña abertura hasta convertirla en una gran tronera. Es posible que el gobierno termine de sancionar de derecho lo que se convierta en hecho. Puede tomarse como precedente que luego de legalizar la adquisición de celulares, se anunciara oficialmente que quienes los hubieran adquirido por persona interpuesta debían presentarse para legalizar la tenencia

Tercera, pese a todo el fantasma de Fidel sigue rondando. No gobierna ya ni puede impedir que crezca la onda de la apertura, aunque todavía logra “afeitar” algunas medidas sin evitarlas del todo. Ya he citado su intervención intimidante frente a la firma por Cuba de los dos protocolos de la ONU sobre derechos democráticos. Fue por esa razón que el canciller Pérez Roque se apresuró a anticipar un reparo en el momento mismo de suscribirlos. Cuba –aclaró- se reserva la interpretación a su aire del tenor de los protocolos. Una concesión a Fidel, aunque sin desechar ni aplazar la decisión. Respecto a la interferencia de Fidel desde su lecho de enfermo, sostiene Carlos Alberto Montaner:

El veto permanente de su hermano a cualquier medida aperturista. Acaba de suceder en La Habana. Convocaron a una reunión para anunciar algunas leves disposiciones que facilitaban los viajes al exterior de los cubanos y Fidel no quiso admitirlas. El es una persona muy cautelosa, totalmente paranoica. Está convencido de que cualquier cambio pone en peligro la estabilidad del régimen. Fidel no ignora que el sistema es un desastre, pero es su desastre. Es su obra y quiere preservarla. En lo que decide morirse, su último y más triste papel sobre la tierra será sabotear cualquier medida de gobierno sensata que el país necesite. (1)

En mi opinión, Fidel fracasará en su empeño de detener lo que ya no puede prohibir. Sus fuerzas se agotan visiblemente y la amplitud del campo que quiere controlar se expande y en cierto modo se hace invisible.

Cuarta, hasta este momento se mantiene la represión habitual del régimen. La intención es que los ciudadanos no presionen, perturben o desorganicen excesivamente el proceso que está por abrirse. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) reunida en Caracas el 29 y 30 de marzo de este año, al referirse a la libertad de prensa en Cuba, dijo lo siguiente:

La transferencia del poder, de Fidel Castro a su hermano Raúl, no afectó la situación de los 25 periodistas que permanecen detenidos en la cárcel de este país.

Se aprecia que conforme a sus conocidos antecedentes,
Raúl no quiere levantar el cerco represivo (¿Cuando menos mientras
no se sienta cómodo en el mando?) Con el claro propósito de asegurar en el nuevo poder coherencia, lealtad a su persona y eficacia disciplinaria, ascendió al Consejo de Estado a raulistas de toda la vida, entre quienes resalta José Ramón Machado Ventura, designado sorpresivamente vicepresidente primero de la República. Se esperaba que ese cargo recayera en Carlos Lage, hasta entonces vicepresidente segundo cuando Raúl era vicepresidente primero. Al ascender éste, debió hacerlo igualmente aquél. (***)

Estados Unidos, los imponderables y Cuba

Raúl tiene ya 76 años, Fidel 81. El largo ejercicio del poder los ha desgastado. Dadas las historias médicas de ambos, parecería lógico que Fidel muriera antes que Raúl. En ese caso, el sucesor dispondría de más libertad para desempañarse, pero tampoco tendría por qué extrañar que Raúl desapareciera antes que Fidel o que los dos, en tiempo no lejano, se “desvanecieran” como el soldado de MacArthur. Se trata de imponderables. No quisiera especular sobre
hechos que no se han producido, pero estoy convencido de que lo que aquí he escrito no cambiaría –aunque sin duda aparecerían variantes- y por eso lo que sigue se ajusta al esquema planteado por los propios dirigentes del fidelismo: Raúl sucede a Fidel y probablemente el viejo caudillo muera antes que su hermano menor.

Es evidente que para que haya apertura, vale decir: redefinición de las relaciones entre Cuba, EEUU y la Unión Europea, no basta lo que pueda hacer el gobierno de Raúl; es menester la reciprocidad de la otra parte. Pero hay el obstáculo presentado por la Ley Helms-Burton. Es éste un instrumento que subordina el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, el levantamiento del embargo y el inicio de negociaciones para devolver la Base de Guantánamo, a la constitución de un gobierno democrático emanado de elecciones libres. Adicionalmente los presidentes Clinton y Bush concibieron un amplio programa de ayuda económica que en ningún caso sería ejecutado si Fidel o Raúl Castro permanecen en el poder

Nunca he compartido el embargo como medio de presión política, no importa la época histórica ni los países y sistemas sociales que sean afectados. El embargo perjudica inevitablemente al pueblo y en cierto modo es contraproducente, porque se suele usar como pretexto para mantener políticas represivas. Pero mucha gente que durante decenios ha sido víctima inocente de la exclusión y el terror, comparte plenamente el contenido de la Ley Helms-Burton y el mantenimiento del embargo hasta que en Cuba se realicen elecciones libres, democráticas y supervisadas internacionalmente. El candidato republicano John McCain acaba de ratificar esa tesis, seguramente convencido de que interpreta la voluntad de la poderosa comunidad hispánica. Y es muy probable que tenga razón.

Si el gobierno de Raúl fracasa en sus propósitos aperturistas, Cuba no saldrá del subsuelo en que se encuentra, pero si se concretan algunas importantes medidas en el orden económico y/o en el político, lo procedente sería crear condiciones para que se abriera paso una orientación de ese tipo. En ese caso, en EEUU deberán decidir la derogación de la Ley Helms-Burton o cuando menos su interpretación en forma flexible (****)

¿Quién puede garantizar que Raúl promoverá un viraje y un nuevo rumbo? Nadie. Sólo debemos recordar que la burocracia necesita un país estable, menos enredado en conflictos internacionales inútiles y que el sector dinámico de la economía cubana pide a gritos que se consolide la integración cubana a la economía internacional. Esas fuerzas presionan el viraje económico a riesgo de perder lo alcanzado. El jefe posible de semejante constelación de fuerzas es, en este momento, Raúl Castro. Para preservar su liderazgo no tiene más remedio que cabalgar sobre la corriente aperturista … o caerse del caballo.

Pero hasta aquí hemos hablado en términos estáticos, como si se tratara de silenciosos ajedrecistas que mueven fríamente sus piezas. El ingrediente que podría acelerar el proceso es un movimiento de liberación de los espíritus en una dirección
diáfanamente antitotalitaria. En la Unión Soviética el “Deshielo” partió de los intelectuales, en Occidente la literatura beat y el nadaísmo impulsaron un colosal e indetenible movimiento universal una de cuyas figuras más destacadas fue el poeta Allen Ginsberg. En la propia Cuba se insinuó un conato parecido contra la dictadura intelectual de tres siniestros personajes que habían impuesto sobre la cultura el llamado quinquenio trágico. La gran pregunta es si los indicios que se observan en el mundo de la cultura cubana, en la era posfidelista, llegarán a cristalizar cual profunda liberación de los espíritus, capaz de introducir a codazos si es necesario la agenda democrática en la apertura, a partir de los cambios que está promoviendo el nuevo gobierno cubano.

El sombrío Realismo Socialista

Tanto la palabra Deshielo como el fenómeno que lo encarnó se originaron en la Unión Soviética, durante muchos años la Meca de la revolución socialista y la fuente principal de elaboración teórica del marxismo-leninismo. Antes del XX Congreso del Partido Comunista Soviético en 1956, ese marxismo-leninismo admitía un segundo guión con el fin de anexar el vocablo estalinismo. Rusia tiene una vigorosa literatura desde antes de la revolución soviética de 1917, y ya bajo el comunismo, en los fructíferos primeros años de la década de 1920. Después de la victoria de los comunistas bolcheviques, la literatura penduló entre los llamados simpatizantes y la izquierda cultural(2) La primera adhería a la enorme conmoción popular dirigida por los leninistas, pero conservaba su independencia estilística y la dimensión de lo trágico, que tanto caracterizó la literatura rusa desde Tolstoi hasta Bulgakov, pasando por Dostoyeski, Gogol, Chejov. En esa línea, ya dentro de la avasalladora revolución en sus primeros años, despuntaron Bugaev (llamado André Bely), Alexander Blok y los grandes poetas Pasternak, Ajmatova, Yessenin Si algún nombre expresa la otra corriente, la izquierda literaria, es Maiakovski, quien finalmente se suicidó seguramente frustrado por la retrogradación de la revolución rusa.

Eran corrientes colocadas en las antípodas, pero que podían convivir en aquellos primeros tiempos libertarios. No existía la editorial oficial del Estado ni se había fundado la siniestra Unión de Escritores Soviéticos. Cuando el gobierno tuvo en sus manos tanto la editorial como la organización oficial de los escritores, implantó a sangre y fuego la literatura de partido. Para ella, tan negativos eran los simpatizantes como la izquierda. Aquella, dentro de la fértil tradición literaria seguía impulsando la renovación formal del arte, combinada con la propensión a inyectar el humanismo en la realidad socialista. Esta, proponía una revolución total en el arte, tanto como en la política. Para el Partido Comunista, ya consolidado con Stalin en el poder, había que extirpar las dos corrientes. La izquierda porque se le escapaba de las manos, exaltaba al proletariado más que al partido y a veces contra él. Y los simpatizantes (denostados por derechistas) porque supuestamente debilitaban el entusiasmo proletario y no reconocían constantemente el papel visionario del Partido, ni se unían al culto a la personalidad de Stalin.

Con el surgimiento de la dictadura totalitaria del feroz georgiano, los rasgos perversos de la revolución socialista llegaron a su plenitud. El totalitarismo no admitió otra cosa que la adhesión absoluta e incondicional al Partido, eufemismo para decir, a la voluntad de su endiosado jefe. Tanto la izquierda como la derecha literaria fueron purgadas. Sus aportes fueron silenciados con el servil Fadeiev en la presidencia de la UES, las brutales opiniones de Andrei Shdanov y la sombra protectora de Máximo Gorki, a la sazón viejo, enfermo, quebrado y sometido. En el Primer Congreso de Escritores, fue Shdanov quien definió el llamado Realismo Socialista. A la tiranía ideológica de este concepto primitivo y anacrónico se sometieron los escritores que no se resignaban al anonimato, la persecución o la muerte. Según Shdanov no sólo quedaba proscrita cualquier corriente ajena al realismo, sino también el realismo mismo si no se asumía militante. Había que reflejar la vida, pero no en forma inerte, objetiva, especulativa y trágica, sino positiva, inmersa en el desarrollo revolucionario. Los pesimistas o los ultraizquierdistas fueron echados o combatidos. Había que crear protagonistas positivos, no decadentes, enfermizos o dudosos.

La literatura dejó de serlo para someterse ideológicamente al partido. Como los temas eran todos de exaltación, y el culto a Stalin era aberrante, las obras de los escritores perdieron incluso valor informativo. Predominó el panfleto, murió la creatividad, en la medida en que el terror paralizaba los reflejos.

El Deshielo. La segunda muerte de Stalin

En 1953 falleció el tirano. En 1956 volvió a morir en el vigésimo Congreso del PCUS, cuando el Premier Nikita Jruschov, antiguo estalinista, denunció sus horrendos crímenes. Jruschov era el jefe del PCUS, de modo que su ruptura con Stalin no pudo ir más allá (*****)

Ilya Ehrenburg había escrito una pequeña novela que denominó El Deshielo. Pese a que fue recibida con entusiasmo por el mensaje de renovación que entrañaba, no tenía gran valor literario. Reflejaba perfectamente, no obstante, el cambio gradual y cauteloso de los soviéticos en la era de Jruschov. El cambio no sería brusco e inmediato, sino que transcurriría como el lento deshielo de un glaciar (******). Eso sí, el mito de la revolución, la dinámica de la fiebre industrializadora y progresista se habían agotado (3)

Lentamente, a través de un lenguaje en clave con el fin de burlar la celosa vigilancia del Partido, la comunidad de los poetas y escritores fue concibiendo un espíritu liberal, antidogmático y entregado a la libertad de la cultura. Sus figuras principales fueron Ehrenburg, Boris Pasternak extraordinario poeta aunque muchos lo recuerden por su importante novel Doctor Zivago, y sobre todo el poeta Yevgeni Yestuschenko, quien, educado en el comunismo, pasa al ataque reclamándose él comunista puro, enfrentado a la burocracia soviética.

En cambio vosotros, los que trepais hacia arriba,
y empalmais mentira tras mentira en las asambleas,
a vosotros os importa un bledo
que el poder sea soviético
con tal de que el poder sea poder (…)

Conozco su ralea,
estoy harto de ellos,
en todas partes se visten
del color que predomina

Por supuesto que el comunismo puro de Yestuschenko no ha existido jamás, es pura utopía, semejante a las postuladas por Tomás Moro, Campanella o Pío Baroja. Pero es importante destacar que encabezó un movimiento surgido del seno mismo de la sociedad soviética, como rebelión interior contra la burocracia dominante, o nueva clase. Se coló por la resquebrajadura planteada por Nikita Jruschov. El premier –que de poesía y arte sabía muy poco, por no decir nada- tuvo la aguda percepción de que para darle proyección histórica a su obra y resistir la contraofensiva de la vieja guardia partidista, debía apoyar y apoyarse en el luminoso estallido de los poetas, escritores y artistas. Estos necesitaban la tolerancia del Estado y aquel la fuerza trepidante de escritores a quienes les había llegado su momento, dicho sea parafraseando a Víctor Hugo.

La primera muerte del Realismo Socialista en Cuba

El evangelio literario de la revolución cubana está contenido en Palabras a los Intelectuales, discurso pronunciado por Fidel Castro en 1961. Del rosario de frases que entonces prodigó el entonces joven autócrata, despunta una que se ha hecho célebre: Dentro de la revolución todo; contra la revolución, nada. Parecía un esquema de amplitud, pero era en realidad un molde en el fondo muy parecido al código asfixiante del Realismo Socialista. Con buenas razones, muchos intelectuales cubanos en el exilio no se conmovieron especialmente con la reacción de los escritores cubanos dentro de la isla contra el come back de Luis Pavón, Armando “gordo” Quesada y el inefable Papito Serguera, entre cuyas obras tuve la paciencia de leer su bodrio sobre la revolución “desconocida” del carnicero etíope Menhistu Mariam. (******)
El quinquenio trágico

Invocando las Palabras a los Intelectuales, la Unión Nacional de Escritores Cubanos (UNEAC) quiso cabalgar sobre el rechazo generalizado contra el retorno de quienes dirigieron la cultura durante el quinquenio gris (1971-76), que hizo padecer hasta la ignominia no solo a los intelectuales sino a los gay, los disidentes y hasta quienes, aún siendo sinceros fidelistas, se permitieron la más inocente inconformidad con actos del régimen. Pero resulta que Pavón al frente del CONAC, su Torquemada Quesada, y Serguera, caporal en radio y televisión, justificaban sus tropelías apoyándose en Palabras a los Intelectuales. Aquellos relievaban la primera oración: dentro de la revolución, todo. Y éstos, la segunda: contra la revolución nada. Sólo que el poder del Estado estaba con ellos

Después del cierre del semanario cultural Lunes de Revolución se
produjo una espesa atonía cultural. El trío que dirigió la cultura
durante el quinquenio trágico (1971-76) invocaba el dictum fidelista
para imponer una oprobiosa persecución contra escritores y
disidentes. Caso sintomático fue el del dramaturgo Virgilio Piñera. Había entregado obras de gran calidad, pero su estilo humorístico y agudo, en medio de la dura homofobia de la revolución, suscitó la ira de la burocracia: lo golpearon y marginaron desde 1965 hasta su muerte en La Habana, en 1972. Tenía 60 años. Su discípulo, también perseguido, Antón Arrufat dijo que:

En esos tiempos de grisura y atonía para la cultura cubana, Piñera tuvo la presencia del ausente obligado. En uno de sus cuentos paródicos, escribió en tono esópico: La seriedad de un payaso es su propia payasería, con ella realiza todos los actos de su existencia, y si alguien, en un estado de payasos, tiene la temeridad de destacarse, fatalmente deberá pagar las consecuencias de su temeridad.

Después de la muerte de Piñera, la sorda resistencia de los intelectuales cubanos impulsó su lenta y penosa rehabilitación. Por eso, el intento oficialista de favorecer la reaparición de Luis Pavón revivió las protestas de los escritores, esta vez acompañados por intelectuales comunistas decididos a establecer así fuera una mínima tolerancia y a rechazar el retorno del quinquenio trágico con sus arrebatadas agresiones contra las “falditas cortas”, las “melenas largas”, los gay y los escritores independientes.

El intento de refrescar la imagen de semejantes capitostes provocó en diciembre de 2006 una inesperada protesta, incluso dentro de la oficialista Unión de Escritores. Que la UES pretendiera encauzar las quejas sin “tocar” a Fidel es de todas maneras una muestra de debilidad: como no podía derrotar a los descontentos, prefirió negociar con ellos, con el objeto de que no sobrepasen los límites permitidos, aquellos que nos recuerdan: contra la revolución, nada.

Es difícil no apreciar ese rescoldo subyacente que reaparece cuando el partido se extralimita con los intelectuales. La pregunta obligada es: el eclipse parcial del caudillo y la afirmación de Raúl en el poder, además de las reformas que tímidamente se están adelantando ¿no podrían dar lugar a la emergencia del pensamiento, en lucha por la más amplia libertad del espíritu?

La nueva generación de poetas y escritores cubanos, tengan o no conciencia de ello, ha ido construyendo una plataforma común, una sustancia propia o, quizá, lo que Hegel llamaba el espíritu de la época. Palpan el terreno, se acercan, se comunican con el mundo. Dejaron atrás la subordinación ideológica, el papel de custodios y cancerberos de cada palabra del caudillo o del Comité Central. Se han ido incorporando a las corrientes culturales latinoamericanas que no tienen vinculación política única u oficial, tal el caso del Movimiento Cultural Abrace. Fundado en Uruguay, tiene en el presente alcance mundial. Esos poetas de la isla, desenfadados y renuentes a las imposiciones dogmáticas, están representados en Abrace. Además, desde diciembre pasado están haciendo amplio uso de Internet (aún con restricciones) y han creado muchos blogs personales.

Al leer sus versos se detecta un impulso hacia el universo y una cada vez menos sorda protesta contra las condiciones de vida y el estado de la libertad en su país. He sentido, ciertamente, que en el marco de los zigzagueantes avances de la apertura posfidelista no sería raro que irrumpieran como una bocanada los aires de la conciencia irrestricta, componente que podría retomar el curso de la confundida Cuba de nuestros días en una vorágine de creatividad, humanismo y libertad.

(*) En Venezuela y algún otro país, de “derecho” son claramente autónomos, pero de “hecho”, no.

(**) Sólo sabremos por qué Fidel desistió de ser nombrado presidente del Consejo de Estado, posición que le hubiera permitido “molestar” más el proceso, cuando los más cercanos protagonistas hablen con libertad, cosa que no parece posible a lo menos hasta donde alcanza la vista. Pero hay toda razón para suponer que efectivamente se encuentra verdaderamente mal de salud

(***) Recuérdese que Lage era quizá el primer y más destacado de los delfines de Fidel. No fueron pocos los que consideraron que sería el verdadero sucesor del caudillo. Típico del carácter de Raúl, prefirió colocar en esa posición a Machado Ventura, médico de 77 años, compañero suyo de los tiempos de la guerrilla en Sierra Cristal, donde Raúl organizó un mini-Estado con funciones ministeriales. Machado Ventura fue su “Ministro” de Salud. Este hombre ha sido considerado “mano derecha” de Raúl. Proviene del viejo Partido Comunista (Partido Socialista Popular) y toda su carrera partidista y militar la hizo a la sombra de Raúl. Tradicional secretario de organización nacional del PCC fidelista, es considerado un organizador implacable, maniático de la disciplina y represivo. En la lógica de Raúl el personaje se ajusta perfectamente a su política actual: le debe lealtad, cumple órdenes como un soldado raso y sabe golpear a los inconformes. Lo dicho: un proceso de apertura que el gobierno quiere manejar sin alteraciones susceptibles de subvertirlo. Veremos lo que ocurra cuando el pueblo entre de lleno al proceso desencadenado por el gobierno de Raúl, como parece muy probable. ¿Qué sucederá?: ¿Tienamnen o apertura democrática plena? ¿O las dos cosas? Es claro que de comenzar una perestroika cubana, hombres como Machado Ventura seguramente serán sacrificados

(****) La realidad siempre es más rica que las ideas que la reflejan. Toda teoría es gris, dice el Mefistófeles de Fausto a un bachiller ansioso de saber. Suponiendo que arraigara la convicción de que sea posible propiciar un profundo cambio democrático en la isla aún antes de la realización de elecciones libres (e incluso para que puedan celebrarse) y en la hipótesis de que se mantuviera la resistencia parlamentaria estadounidense a la eventual derogación total o parcial de la Ley, probablemente las autoridades cubanas y norteamericanas pudieran convenir en la aceptación de un gobierno provisional dirigido en la práctica por Raúl, aunque no desde la presidencia, cargo que pudiera encomendarse a algunos de los civiles experimentados que han ocupado las más altas posiciones de gobierno. Esto desde luego si crece la participación popular y se liberan los espíritus. Pienso, naturalmente, en un fenómeno de Deshielo similar al que consolidó la desestalinización de la URSS. De seguidas trato el punto extensamente

(*****) Fue el primer conato de Perestroika. Jruschov es un boceto de lo que será Gorbachov. Aunque fue derrotado por la revuelta de la vieja guardia, que impuso a Breznev, las cosas no pudieron volver ya a la era estalinista. La mentalidad de los ciudadanos soviéticos había cambiado en forma irreparable. Yestuvchenko, por ejemplo, siguió en cierto modo su mandarinato intelectual en la URSS.

(******) Por lo que conozco, tengo la impresión de que eso se está repitiendo hoy en Cuba. Faltaría por saber si de alguna manera pueda repetirse la pragmática relación que hubo entre Yestuschenko y demás escritores y el para entonces poderoso Premier Jruschov

(******) Se me preguntará: ¿si es un bodrio cómo es que lo conoces? Desde hace mucho tiempo he venido sosteniendo que no hay libro tan malo que no tenga algo bueno

* Para ver el primer número de este articulo ir a: http://analitica.com/opcionesregistropremium/accesousuariopremium.asp
o escrinit a [email protected] para enviarles una copia

(1) Montaner, El Nuevo Herald, 30 de marzo 2008

(2) Helen Von Ssachino, Literatura Soviética posterior a Stalin, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1965

(3) Ibid

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