Opinión Internacional

¿Quién entiende a los argentinos?

(AIPE)- Admitamos, los argentinos no hemos sido nunca fáciles de comprender ni de querer tampoco, pero en las próximas elecciones están desafiando todos los límites.

El país está quebrado y ha debido adoptar una durísima regla fiscal llamada “déficit cero” por la sencilla razón de que ya nadie le presta un dólar. Tal vez, si el estado cumple con esta norma pueda en el futuro generar la confianza suficiente como para que retornen la inversión y el consumo.

Pero antes de que esto suceda habrá elecciones legislativas… y si uno observa los candidatos que figuran en los primeros lugares en las encuestas, pareciera ser que los argentinos quisieran cometer un suicidio político. En los tan importantes distritos de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, encabezan las preferencias el ex presidente Raúl Alfonsín, uno de los grandes responsables del descalabro económico argentino que hundió la moneda local en la hiperinflación; el ex gobernador y candidato presidencial Eduardo Duhalde, quien como gobernador aumentó el gasto público en la provincia de Buenos Aires de tal forma que el actual gobierno tiene que pagarle a sus empleados con bonos y que cuando fue candidato llamara a repudiar el pago de la deuda, ocasionando una corrida en los mercados. Otros candidatos en las primeras posiciones incluyen al socialista Alfredo Bravo y al sacerdote izquierdista Luis Farinello.

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¿Es eso lo que los argentinos realmente quieren? Pues probablemente los que ganen las elecciones piensen eso, pero si lo hacen se estarán equivocando seriamente, ya que el mensaje de los argentinos en estas elecciones será de un rechazo generalizado a todos, incluyendo a los que ganen.

En primer lugar, existe un rechazo generalizado a lo que ya se denomina como la “clase política” (¿qué diría ahora Marx al ver que la lucha no es entre obreros y proletarios sino entre políticos y votantes?). Una encuesta realizada hace poco por Gallup Argentina concluye que siete de cada diez personas en condiciones de votar aseguran estar poco o nada interesados en la política nacional y el 87% manifestó que no se siente representado por ningún partido, organización o líder político. Como resultado de todo esto, y pese a que el voto es obligatorio, el porcentaje de votos blancos e impugnados batirá todos los récords. En la ciudad de Buenos Aires, estas intenciones aparecen en primer lugar en esa encuesta, y en la provincia de Buenos Aires ocupan el primer lugar aquellos que manifiestan no saber por quién votar.

Si bien se estima que a último momento aumente la cantidad de gente dispuesta a votar, ya sea para ahorrarse el engorroso trámite por no haber votado o porque lamente que los votos blancos o impugnados no sean contados para la asignación de escaños parlamentarios, el ausentismo será muy alto. Es necesario tener en cuenta que luego de tantas experiencias con dictaduras militares, los argentinos han asumido como un deber cívico y moral el participar de las elecciones, por lo que decisiones de ese tipo no son sencillas.

Y aquellos que van a votar quieren expresar un abierto rechazo al presente gobierno. Por cierto, se encuentran con que todos los candidatos, incluso los de la Alianza en el gobierno, son duros críticos del mismo. Entonces, allí irán sus votos, pero más que nada como un mensaje de crítica que como mandato de apoyo a los votados. Es como decir, para castigar a Frankenstein, voto por Drácula.

Ahora bien, terminemos la interpretación del posible mensaje electoral. ¿Quiere decir que los argentinos prefieren abandonar el “déficit cero” y repudiar la deuda? Pareciera que no. Por varias razones. Según otra encuesta de Gallup, el 64% favorece el mantenimiento de la convertibilidad, el 68% se manifestó de acuerdo conque el gobierno se haya fijado el objetivo de eliminar el déficit fiscal y el 56% prefirió achicar el gasto público, aunque algunos sectores sean perjudicados. Por otra parte, las mismas protestas en las calles se han ido aplacando, tal vez al comprender sus organizadores que no contaban con el apoyo del resto, quienes entienden que cuando se nos corta el crédito no queda otra alternativa.

Eso no quiere decir que estén de acuerdo en la forma en que ese déficit cero se alcance. Un 71% dijo estar en desacuerdo con las medidas económicas anunciadas, las que castigan a la enfermera de un hospital y al jubilado con una reducción del 13% mientras que nada se hace con el “gasto político”.

¡Qué forma complicada de enviar los mensajes! Es verdad, y tal vez no sea ése exactamente. El problema es que el sistema político argentino es muy malo para transmitir las preferencias de los votantes ya que es muy poco competitivo (voto obligatorio, monopolio de candidatos por los partidos políticos, voto a listas completas, etc.). Esto hace que se trastoque aquella famosa frase de los días de nuestra independencia: ya no es cuestión de que “el pueblo quiere saber de qué se trata”, sino que se trata de que se sepa bien lo que el pueblo quiere. ©

* Corresponsal de la agencia de prensa AIPE.

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