Opinión Internacional

Socavando la democracia

Las recientes elecciones presidenciales celebradas en El Salvador no son como para alegrarse mucho. Tal vez el comentario menos desfavorable que se puede hacer es que la campaña electoral fue en general pacífica, aunque estuvo aderezada con una retórica incendiaria. ARENA, el partido de centro-derecha, se fue tornando aburrido y tedioso después de 20 años en el poder, así como menos dinámico y sensible a las necesidades y expectativas populares, mientras que el FMLN, su contrincante izquierdista, se alimentaba por cortesía de la financiación masiva del presidente venezolano Hugo Chávez.
ARENA y su refrescante candidato, Rodrigo Ávila, perdió por lo menos tres a uno y tal vez por mucho más.

Esta considerable fuente de dinero petrolero venezolano, además de numerosos y diligentes asesores extranjeros, permitió a los comunistas del FMLN obtener a duras penas una mayoría del 51 por ciento, colocando a El Salvador en el camino hacia una probable gobernabilidad impulsiva de un solo partido, de una naturaleza devastadora. Al arrastrar a El Salvador, Chávez ha avanzado un paso más hacia la creación de un corredor que se extiende desde el Ecuador hasta el Río Grande, en el que se transportan desde ya estupefacientes, armas, terroristas islamistas e inmigrantes ilegales. La siguiente parada para el temperamental hombre de Caracas: Panamá, donde las elecciones presidenciales y legislativas se celebrarán el 3 de mayo. 


Chávez ha ganado durante la última década – por las buenas o por las malas – tres elecciones presidenciales y varias votaciones de menor cuantía, aunque igualmente importantes para Venezuela. También se ha inmiscuido en las elecciones presidenciales de Argentina, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú – perdiendo sólo en el Perú. En medio de todo ese proceso, ha llegado a dominar todo el espectro de los trucos electorales tradicionales – tanto legales como ilegales – desarrollando algunos nuevos en el camino.

Con el fin de evitar que se le acuse de enviar fondos directamente para la reciente campaña electoral de El Salvador, Chávez ordenó a la empresa estatal petrolera, PDVSA, vender grandes cantidades de combustibles a los alcaldes del FMLN, con considerables descuentos. Los complacientes alcaldes revendieron el combustible casi a precios de mercado y las ganancias fueron utilizadas para obtener beneficios políticos e incluso personales.

El autócrata venezolano ha desarrollado el truco a lo largo de varios años, la primera vez haciendo un negocio mutuamente beneficioso con Joseph Kennedy en Massachusetts (aunque tal vez no fuese mutuamente beneficioso en el sentido monetario, era un buen modo de garantizar el silencio de la más conocida familia política norteamericana). La generosidad petrolera de Chávez, junto con las contribuciones de ultima hora para la campaña de empresarios de Guatemala y Brasil, permitieron al FMLN financiar generosamente los mítines de campaña, la publicidad, el transporte a los lugares de votación, y cualquier otra cosa que fuese necesario para ganar.

En el tope de la oferta del FMLN se situó el popular conductor de noticias de TV, Mauricio Funes. Operadores extranjeros muy bien entrenados aconsejaron a los funcionarios del FMLN sobre la manera de exponer su caso en una forma no conflictiva, esencialmente mediante el enfoque de «Tiempo para un Cambio». Los salvadoreños debieron haber visto con escepticismo esa retórica, habida cuenta de la historia del FMLN y de la trayectoria de su candidato a Vice Presidente, Salvador Sánchez Cerén, quien no sólo se identifica con la línea dura comunista, sino que es también un antiguo general de la guerrilla.

Durante la guerra civil de 1980-1992, Sánchez Cerén planeó el asesinato de al menos 1.200 hombres de su propia guerrilla, en una campaña alarmantemente similar a la empleada por el khmer rojo en Camboya. Los combatientes del FMLN fueron alentados a informar sobre cualquier persona que pensaban podría ser un espía enemigo, y los acusados fueron ejecutados sumariamente, por lo general sin siquiera las apariencias de un juicio, en donde habrían muerto posiblemente 2.000 de sus seis millones de ciudadanos.

Considerado como uno de los izquierdistas más comprometidos del partido, el Vice Presidente electo (cuyo alias guerrillero era «Leonel González») no está solo. El Secretario General del partido, Melando González (cuyo alias terrorista era «Milton»), es considerado como su alma gemela, junto con la mayoría del resto de los dirigentes del FMLN.

Hay algunos indicios de que Mauricio Funes no es un seguidor de la línea dura. Su primer contacto con un líder extranjero después de la elección fue con el presidente brasileño Lula da Silva, no con Hugo Chávez. (La esposa de Funes fue a la escuela con Lula). Algunas fuentes sostienen que Funes es muy consciente de que está rodeado por radicales y delincuentes de la peor calaña y que él es el único obstáculo a la toma del control total del país por su parte. De hecho, su situación de alta exposición le llevó a buscar – y recibir – la protección de guardias de Brasil, tras la sospechosa muerte de uno de sus conductores.

Al Presidente Lula le queda poco más de un año en el poder debido a los límites de su mandato y no hay indicios de que un nuevo gobierno en Brasil le siga dando tanto apoyo. Chávez, por el contrario, ha violentado el derecho constitucional venezolano recientemente para ser candidato presidencial tantas veces como lo desee después de su actual mandato que expira en 2013.

El Presidente electo Funes adoptó un tono moderado la noche de las elecciones, subrayando su deseo de unir al país. Sin embargo, muchos observadores temen – y la línea dura del FMLN tiene la esperanza – de que el país se transforme progresivamente en un estado socialista, una autocracia de partido único, lo que muy probablemente podría desencadenar otra guerra civil. Un ciudadano preocupado dijo: “Tenemos que rezar para que podamos salir de esto en paz. Si volvemos a la guerra civil, será mucho peor que el caos que conocimos hace casi tres décadas.”

La misma suerte difusa podría estar esperando a la expectante Panamá, que acudirá a las urnas en mayo. La relativamente benigna presidencia de Martín Torrijos, hijo del ex líder panameño general Omar Torrijos, ha sido empañada por sus cercanas «relaciones monetarias» con Chávez, quien utilizó su táctica financiera favorita. En situación tal, la obediencia política viene generalmente como resultado natural, a medida que sus lugartenientes dejan en claro además que un mayor apoyo pecuniario depende de cuan cercana sea la “amistad” de los presidentes.

Si Torrijos, miembro del Partido Revolucionario Democrático (PRD), ha llevado a cabo su mandato en relativa calma (a pesar de la corrupción), la candidata del partido para sucederlo, Balbina Herrera Arauz, promete un tormentoso océano político. Izquierdista de línea dura y generalmente acusada de corrupción, Herrera ha sabido resistir sin embargo múltiples escándalos. Entre otros pecadillos, destaca que el entonces presidente panameño Manuel Noriega utilizó su casa para ocultarse de las fuerzas de los EE.UU. durante la invasión de 1989, mediante la que fue depuesto, capturado y condenado por tráfico de estupefacientes.

Educada en Cuba, así como en Panamá, Herrera fue una ardiente defensora de Omar Torrijos, quien asumió la presidencia después de 1968 después de haber cocinado un golpe exitoso. Su carrera política incluye el haber sido alcaldesa de San Miguelito, Presidenta de la Asamblea Nacional, y más recientemente administradora de los planes de vivienda en el actual gobierno de Torrijos. Herrera ha desarrollado estrechos vínculos con Hugo Chávez, una relación que ha tratado de ocultar durante la campaña.

A pesar de las protestas del PRD, la estación de televisión panameña Mega TV ha señalado la existencia de un programa similar a la financiación de Chávez de las elecciones en El Salvador, en la que el petróleo venezolano se vendería a negociantes inescrupulosos con grandes descuentos y el producto de la reventa entregado a la campaña de Herrera.

Hasta la fecha, la normalmente estridente Herrera ha adoptado un estilo de campaña muy moderado. Su popular oponente, el empresario de supermercados Ricardo Martinelli, es candidato por el pequeño partido Cambio Democrático, que ocupa tres de los 78 escaños de la Asamblea Nacional, frente al dominante PRD que cuenta con 47. Educado en los Estados Unidos, Martinelli se desempeñó anteriormente como Presidente de la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá y como Ministro para los Asuntos del Canal. Afortunadamente para la libertad de Panamá y de la región, las encuestas muestran que Martinelli Herrera se encuentra aparentemente adelante con un cómodo margen de 49 a 37 por ciento.

Los riesgos son aún mayores en Panamá que en El Salvador. Al detentar el control del Canal, Panamá constituye un vínculo estratégico fundamental a nivel mundial, ya que incluso una interrupción temporal de sus operaciones del serían de gran beneficio para gente como Hugo Chávez, Mahmoud Ahmadinejad y Vladimir Putin. Ya existe un punto débil estratégico: las operaciones son efectivamente controladas por el gobierno chino a través de contratos de gestión en poder de la empresa Hutchison Whampoa, basada en Hong Kong.

El Canal de Panamá es un vínculo crucial para el tráfico del 20 por ciento del comercio de los EE.UU., que va desde automóviles, pasando por aparatos electrónicos, granos y petróleo, así como grandes cantidades de comercio regional y mundial. Su interrupción podría crear aún más caos en la ya asediada economía mundial, al obligar a los cargueros y petroleros a desviarse hacia el extremo sur de América del Sur y navegar por el traicionero Estrecho de Magallanes, una vuelta al que añadiría una distancia de hasta 10.000 millas.

Si Panamá se añade a la lista de victorias de Chávez, el corredor desde Ecuador hasta la frontera con los EE.UU. es igualmente crítico, pues tendría sólo los débiles arrecifes de Costa Rica y México para impedir el paso de todo tipo de productos no deseados y emigrantes ilegales en dirección norte. Costa Rica tiene el orgullo de no poseer una fuerza militar y apenas una policía limitada, mientras que el gobierno de Felipe Calderón en México se encuentra en medio de una guerra con el grupo de traficantes de droga más fuerte, más rico y mejor armado del mundo. Con regímenes simpatizantes de Chávez en el resto de los países, el tráfico de todo, desde drogas ilícitas hasta terroristas islamistas a través de la porosa frontera México-Estados Unidos se vería facilitado.

Es fácil culpar a las sucesivas y negligentes administraciones de Washington del avance del socialismo autoritario en toda América Latina. Pero la recuperación de una democracia verdadera y relativamente honesta en países radicalizados, gobernados por dictadores nominalmente socialistas y encabezados por el camisa roja venezolano, puede ser mucho más difícil.

Norman Pino De Lión, ex diplomático de carrera venezolano, se desempeñó como embajador en Arabia Saudita y los Países Bajos. John R. Thomson, analista geopolítico y ex diplomático, se centra en el mundo en desarrollo.

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