Opinión Internacional

Telesur, Chávez y Zelaya… la novela de las diez.

Domingo negro, la misma cantaleta, el mismísimo libreto, con diferentes actores. Seguir por la televisión, a través del único canal que traía noticias, los acontecimientos de Honduras, le hace hervir la sangre a cualquiera. Hablan y critican a CNN, por el sesgo de su información, pero hacen más de lo mismo con los medios que controlan. Telesur es todo un poema, ejemplo vivo de lo que nos va a tocar si nos quedamos sin televisión privada. Chávez dice no ejercer injerencia en el caso Honduras, pero mueve al derrocado en un avión Falcón venezolano, que tiene comunicación telefónica con Telesur y con el teléfono móvil de Chávez, para que recibiéramos una triangulación comunicacional en el momento en que se abortó el aterrizaje del avión en Honduras. Quedará para la historia ese intercambio de palabras acerca de valientes pilotos y presidentes osados.

Yo personalmente llegué a pensar que el gobierno de Micheletti terminaría ayer mismo. Movido por las imágenes y los cometarios que escuchaba en Telesur, estuve a punto de dar por terminado el tema y ya me imaginaba a los recién instalados gobernantes huyendo por la puerta trasera. Llegué a pensar que a Honduras le darían, después de su once, un trece, siguiendo la receta venezolana. Sentí adentro de mi pecho algo parecido, muy parecido a lo que sentí el trece de Abril de 2002. Esta vez no era en mi patria, pero me dolió igualito, sólo de pensar que triunfaba de nuevo la mentira y la anarquía. No fue así y tengo que reconocer que ese gobierno tiene la mirada puesta en lo que tiene que hacer, tiene fortaleza, guáramo y todas las ganas de no dejarse arrebatar su logro.

Esa marcha de hondureños al Aeropuerto, es muy difícil de cuantificar, pero debemos de intentar un ejercicio de cálculo, para poder entender que fuerzas se mueven en Honduras. Desde las cámaras y sus tomas, yo pensaría que unos diez a veinte mil hondureños se movilizaron ayer. Esa puede ser una cantidad apreciable en cualquier movimiento de masas. Hay unas tomas realizadas desde un vehiculo en movimiento, que pasea por la ciudad y se puede notar como grupos aislados de personas, con roja simbología, caminaban hacia al aeropuerto. Veinte mil personas, o cuarenta mil para darle un benéfico a la duda, no son un país. Más de siete millones de hondureños no se plegaron a ese comité de bienvenida. Si ayer pusieron en la calle toda su fuerza popular, están cortos de números. Si ese es el ofendido pueblo, vilipendiado por los actos de fuerza y aplastado por la revolución de gorilas, entonces búsquense otro pueblo u otra excusa.

Honduras, se les está escapando de las manos y la preocupación les brota a flor de piel. No están preocupados por un pueblo, lo hacen movidos por un instinto de supervivencia que les señala que detrás de esta novela, sigue una parecida, con diferentes actores, tiempos y lugares. Vaya enfriando su dulcito de lechosa. La novela está por comenzar.

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