Opinión Internacional

Tratando con el camaleón

“Ellas se desarrollarán más bien a fuego lento”
Hefried Münkler, Las guerras del siglo XXI

El argumento del expresidente López Michelsen para elogiar una frase del cardenal Rubiano Sáenz: “No estamos negociando con ángeles”, tiene la virtud de liberar lugares comunes en la interpretación que se ha hecho sobre la presencia de narcotraficantes en Santa Fe de Ralito. Pero transfiere inadecuadamente aspectos de la negociación con las AUC. No son ángeles, pero pueden tener semejanza al camaleón.  
 
En su obra «De la guerra», Clausewitz utilizó la metáfora del “camaleón” para referirse a cómo la guerra necesita cambiar sus formas para poderse adaptar a las circunstancias sociopolíticas variables en las que debe conducirse. Distinguió tres factores de los estrategas bélicos: la violencia original de su elemento, la creatividad de su conductor estratégico y la racionalidad de quien toma la decisión política.

Nuestro “camaleón” en Santa Fe de Ralito, digamos, que le ha bajado intensidad al primer factor clausewitziano. Pero están desplegando una enorme creatividad estratégica y los cálculos racionales en las decisiones que se tomen en la mesa. El primer movimiento fue llevar un orden de prioridades en la agenda que descarta temas sensibles como la extradición y la condena a sus comandantes. Luego, las generalidades: políticas integrales de seguridad democrática, erradicación de cultivos, seguridad jurídica y reinserción.

 
Las quejas de Moreno de Caro no tendrían que echarse por esto a la basura. La negociación con las AUC deben aterrizar ese vuelo imaginario que adormiló al Caguán, y que favoreció un marasmo de trivialidades mientras se afectaban inútilmente la vida de millones. Si la idea del despeje en San Vicente no contribuyó a dejar sin piso la visión militar del conflicto armado, no creamos que en Santa Fe de Ralito las AUC dejarían escapar la oportunidad de hacer política.

 
Y una política con el propósito de legalizar las propiedades y las tierras que han adquirido durante veinticinco años de lucha contrainsurgente. Este es el corazón del estratega, lograr que progresivamente sus movimientos en la mesa permitan diluir ese rostro de terrateniente. Con los daños causados a las víctimas y sus familiares y el dolor de no saber cómo y porqué mataron, también cuentan los despojos y los saqueos que se han llevado a cabo para desalojar a los verdaderos propietarios de sus tierras. De ahí que no se pueden separar temporalmente: justicia, verdad y reparación.

 
Don Salvatore tiene razón al advertir como un mal compartido el surgimiento y el sostenimiento de las AUC durante sus años de existencia. La falacia, sin embargo, es pretender que todos los colombianos sin distingo somos culpables de semejante engendro. Ahora que deben tirar la escalera, los ganaderos, empresarios y terratenientes quieren ocultar la cara. El crimen organizado siempre existirá mientras haya plata que lo financie. Y habrá plata mientras las drogas que se producen y se trafiquen sean ilegales.

 
¿Cuál entonces es la diferencia? Decimos, entre el paramilitar que ha negociado como narcotraficante y la familia sonámbula que es tomada con drogas en un aeropuerto. Salta a la vista: mientras el primero ha creado una maquinaria de muerte y es capaz de apostar sin anestesia por el dolor de sus compatriotas, la segunda es víctima de una sociedad que le niega en muchas ocasiones las oportunidades. La familia sonámbula, de mulas y mulitas, son efecto en la cadena de un negocio que los Estados Unidos llama ilícito. El narcotraficante paramilitar es un eslabón causal de nuestra barbarie.

 
Uno de los temas centrales en Santa Fe de Ralito guarda relación con la economía. Siendo clave, lograr cortar las fuentes de financiación de la guerra. Por esto conocer a fondo los circuitos financieros del crimen organizado resulta, ex ante, tan importante como una estrategia militar. Detrás de cada compra y de cada venta de armas y drogas – causas objetivas de nuestro conflicto – hay flujos de dinero cuya ingeniería conviene transformar. Mientras los negociadores actúen bajo condiciones ambiguas, repetiremos una experiencia desagradable.

El argumento del presidente López Michelsen traslada un peso de prueba, revelado por el cardenal Rubiano, como obvio: “se está tratando con individuos azarosos en extremo”. Tales individuos en Santa Fe de Ralito, sin embargo, cumplen a cabalidad con las características dadas por Clausewitz. Y en este caso lo mejor es creer que, en lugar de ángeles, estamos tratando con el camaleón.

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