Opinión Internacional

Una cascada autonomista

El ministro Quintana es ahora la punta de lanza de la nueva ofensiva Masista contra los Referendums autonómicos, implementando una contraofensiva en la que promete no escatimar ningún medio a fin de frenar la consulta cruceña. El ministro dice estar defendiendo a «ultranza» la unidad nacional, cuando está haciendo precisamente todo lo contrario, desoyendo la única posibilidad de conservar la unidad y anteponiendo los planes hegemónicos de su gobierno al verdadero pacto social que reclama clamorosamente nuestro país.

La cascada de gente que se derramó en su largo recorrido por el segundo anillo de la capital cruceña hasta detenerse en el lugar de concentración en inmediaciones del parque industrial, no es poca cosa, es el pueblo, son ciudadanos que cayeron como un aguacero autonómico exigiendo la inmediata aplicación de su visión de autonomía, tal como ha sido concebida por los cruceños: productiva, bastión de la libertad, de la soberanía, de la democracia y del progreso y que rechaza una vez más en forma contundente las pseudo autonomías que el centralismo pretende imponer: viciadas, llenas de recovecos y engaños para que todo termine en más centralismo, en odio racial, en un proyecto de país totalitario.

Pero Quintana no entiende que ni sus malabares comunicacionales podrán detener el turbión de gente, que el gobierno non podrá cambiar la ruta de esta cascada de pie que se derrama sin detenerse en los obstáculos, que romperá todos los diques y cercos a la hora de hacer respetar la vocación democrática que ahora encarnan los cambas de emitir su voluntad mediante el voto.

Santa Cruz es hoy una cuenca vigorosa, un acuífero de voluntades que exigen principios, la represa guardiana de la libertad, y que sin duda puede transformarse en un turbión embravecido, en una catarata autonómica que no se estancará ante las manipulaciones y los planes que pretenden coartar el derecho que todo pueblo tiene a pronunciar su voluntad.

Las tretas que intenta erigir Quintana y su gobierno, apoyados por nefastos socios de la comunidad y organismos internacionales y por militares y policías cómplices, es la dinamita que puede romper el dique, razón por la que el gobierno atendiendo a su calidad rectora debería respetar a quienes sólo exigen su derecho al voto.

¿Acaso se le puede negar este derecho a un pueblo? Sólo los cómplices del nuevo imperialismo en ciernes tratan de invisibilizar esta justa demanda con argumentos falaces como aquel de que este es un gobierno democrático sólo porque tomó el poder con el voto, sin atender a que las acciones posteriores han generado una ruptura con la democracia; de igual manera plantean que las autonomías llevarían a una división del país, a sabiendas que los gobiernos federales o autonómicos se ejercen en cientos de estados sin ningún problema.

La comunidad internacional debe estar advertida que está sirviendo de cómplice a una gran farsa y una gran mentira y que no puede seguir haciendo la vista gorda después de tantas y reiteradas violaciones a las leyes y el estado de derecho en las que el actual gobierno ha incurrido.

Si la comunidad y los organismos internacionales perseveran en su afán de invisibilizar la demanda que plantea hoy un pueblo que votó engañado en el año 2005, tendrá que responder en el futuro por complicidad, omisión y encubrimiento a irregularidades cometidas por una gestión presidencial que muestra abiertamente sus planes de avasallar la voluntad popular y que ha gobernado con manipulaciones, engaños, represión y violaciones permanentes.

Los socios internacionales de este gobierno, tanto como el ministro Quintana deben saber que no hay nada que pueda frenar las fuerzas naturales. Las cascadas son indetenibles, ocurren y arrasan con todo a su paso.

Las autonomías departamentales son una cascada de pié.

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