Opinión Internacional

Una mirada a las FARC

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia mejor conocidas como las FARC, son en su contexto histórico uno de los grupos guerrilleros más antiguos que existe hoy en día, con data de origen de más de 40 años,  durante sus comienzos tenía una connotación meramente rural pero a la medida del paso del tiempo la organización fue creciendo, hasta alcanzar presencia en 24 de los 32 departamentos de Colombia e incluso en zonas extranjeras fronterizas con el país neogranadino.

Las FARC se definen como un movimiento de carácter Marxista-Leninista que tiene como fin controlar el poder del estado colombiano por medio de las armas, y de esta manera se han mantenido junto a los gobiernos de turno, el ELN  y los paramilitares en un conflicto armado continuo que no ha permitido el clima de total Paz en Colombia. Algunos refieren que el asesinato del entonces candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 fue el inicio de la inspiración de este actual flagelo, que de alguna manera desataron los posteriores levantamientos de diversos grupos populares en defensa de su concepto ideológico y en constante búsqueda de la toma del poder por la fuerza.

Sin embargo los años han pasado y aquel viejo ideal parece ser cosa del pasado, el sueño de tomar el poder por las armas luce más como una utopia que como algo factible de realizar, y los antiguos motivantes en defensa de principios e ideologías, han dado paso a un negocio muy lucrativo de miles de millones de dólares, que se sirven del: secuestro, el narcotráfico, practicas terroristas, vacunas y el robo de ganado. Las FARC son una de las fuerzas guerrilleras con mayor antigüedad y representación en la actualidad, se dice que sus fuerzas han variado a lo largo del tiempo desde 6.000 [ ]hasta 16.000 hombres, encontrándose ahora en unos de sus periodos de más baja agrupación de efectivos irregulares.

De una u otra forma todo proceso conlleva un desgaste, y hoy las FARC han sido golpeadas de manera contundente, la muerte de lideres insignes como Raúl Reyes, Iván Ríos y su tradicional y simbólico comandante Manuel Marulanda, dejan en entredicho el destino de esta vieja maquinaria guerrillera, que día a día pareciera entrar en franco declive, en ciertos niveles erráticos, ante el adicional abandono de los desertores, quienes deciden reintegrarse a la sociedad de manera pacifica y dejar atrás el camino de las armas, con la promesa de ser admitidos bajo las políticas de reinserción y cooperación comenzó la administración del gobierno del presidente Uribe y sigue con Juan Manuel Santos, acciones que han generado resultados exitosos como en la entrega de la conocida guerrillera alias “Karina” o la muy polémica pero efectiva operación “Jaque” que se resolvió en la liberación de 15 secuestrados entre ellos quizás el estandarte de los rehenes capturados por las FARC, la muy popular ex candidata presidencial Franco-Colombiana Ingrid Betancourt.

Hoy más que nunca las FARC se encuentran en un momento de crucial incertidumbre, ante un mundo globalizado que las observa y seguirá juzgando, con un nuevo liderazgo al frente, bajo las riendas de Alfonso Cano, Iván Márquez, Timoleon Jiménez “Timochenko”, El Mono Jojoy y Joaquín Gómez. Deberán decidir que camino tomar, si continuar en un proceso inútil de conflicto constante que solo ha traído sufrimiento y dolor al pueblo colombiano, o avanzar hacia un proceso de paz que resulte finalmente en el cese de las hostilidades y enfrentamientos que han mantenido sin tranquilidad, absoluta libertad y armonía a toda Colombia durante todos estos años, lo cierto es que las FARC ya no se pueden dar el lujo de repetir otro escenario como el de aquel emblemático episodio de la “silla vacía”, que acabo por dilapidar los intentos de lograr la Paz del por aquel entonces presidente colombiano Andrés Pastrana, puesto que las realidades son otras, y ante el asedio que les mantiene el actual gobierno de la Casa de Nariño en conjunto con el ejercito colombiano, la mejor alternativa es avanzar hacia un proceso de negociación y paz definitivo.

Ha llegado la hora y el momento de entender que hay otros escenarios para el debate, que de la lucha armada no quedo nada, mas que oscuros recuerdos, y que nuestras libertades son nuestros bien más preciado, para no vivir esclavos de esta guerra, de su propio secuestro, de la selva, del miedo y la desesperanza. Porque como en algún momento dijera un pequeño hombre pero grande de espíritu, llamado Mahatma Gandhi: “No hay caminos para la paz, La paz es el camino”

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