Uruguay, el triunfo de la “izquierda”
(%=Image(9025479,»L»)%)Montevideo (AIPE)- En estos días, la prensa internacional destaca la noticia que por primera vez en los 175 años desde la independencia de Uruguay, la “izquierda” ha ganado las elecciones nacionales. Eso nos recuerda lo que señala Jean-Francois Revel en su libro “El conocimiento inútil”: “la primera de todas las fuerzas que dirigen al mundo es la mentira.”
Si bien es cierto que es la primera vez que triunfa el Frente Amplio –una coalición de izquierda– no se ajusta a la verdad afirmar que la “derecha” es lo que hasta ahora ha tenido las riendas del poder en Uruguay.
A lo largo de nuestra historia, el “Partido Colorado” ha gobernado casi ininterrumpidamente. Y desde los albores del siglo XX, de la mano de su caudillo urbano, José Batlle y Ordóñez, su orientación ha sido decididamente de “izquierda”. Tanto es así, que uno de los argumentos que con más frecuencia utilizó el Frente Amplio para convencer a los electores fue asegurar que ahora los auténticos “batllistas” son ellos.
Entonces, ustedes se preguntarán, ¿qué es lo que quería el pueblo uruguayo? Exigía un “cambio”. ¿Qué tipo de transformación? Por encima de todas las cosas, que los “colorados” se vayan para sus casas y “aprendan” a vivir sin el “paraguas” del Estado.
Según estudios de opinión, incluyendo el de Transparencia Internacional, en Uruguay no hay una gran corrupción. Lo que sí existe son “corruptelas” generalizadas que surgen de la utilización de la administración pública y sus recursos, en provecho del partido gobernante. Hay algo que cualquier ciudadano común tiene muy claro: un “dirigente” colorado, o amigo de una figura influyente dentro de esa colectividad, ha tenido la vida más fácil, que los demás mortales. Inclusive, hay casos notorios que son denunciados frecuentemente por la prensa.
Los reflejos de los gobernantes uruguayos están adormecidos, luego de tantas décadas usufructuando el poder. Por eso es que no han dado muestras de comprender el estado de la opinión pública. Y en vez de rectificar, salen en bloque a defender lo que es indefendible. Otras veces, arteramente esperan que “pase” el tiempo, para que la gente “olvide”.
Las personas no son tontas y se dan cuenta. Todo esto es lo que tiene tan irritados a los uruguayos. En consecuencia, es un error de apreciación afirmar que en esta elección hubo un cambio de orientación ideológica. La población sigue siendo tan socialista como anteriormente.
Lo que la gente exige es un “batllismo” que sea “honesto”. Que no utilice al Estado en beneficio propio. Por lo tanto, la ciudadanía sufragó, por un cambio en el elenco gubernamental.
Siendo así, para tratar de anticipar qué podemos esperar en el futuro, vamos analizar a los principales protagonistas.
José Mujica fue el más votado, acaparando alrededor del 30% del electorado frentista. Es un ex guerrillero, marxista declarado. Celebra jactanciosamente los aniversarios de los hechos terroristas que él y su grupo protagonizaron en el pasado. En un documental elaborado por una productora alemana en 1996 sobre el “Movimiento Tupamaro”, afirma que la democracia es para él nada más que otra “etapa” en su “lucha” política. Otro miembro describe allí con suma frialdad como “elegían” cuidadosamente a las víctimas que luego ejecutaban. Ninguno ha manifestado arrepentimiento, sino que justifican sus actos.
En caso de ausencia o enfermedad del presidente y vicepresidente, será José Mujica quien ocupe la presidencia de Uruguay.
Danilo Astori es el nominado ministro de Economía. Es un economista que del marxismo, tras la caída del “Muro de Berlín”, viró hacia la socialdemocracia. A lo largo de estos años ha opinado en solitario y en contra de la postura oficial de su Partido, en los temas de relevancia. Se considera que su posición partidaria es muy frágil.
Tabaré Vázquez, elegido presidente, es un oncólogo con buena fama en su profesión, pero que reconocidamente no entiende nada de economía. Se proclama marxista. Su carácter se ha caracterizado por ser imprevisible y, salvo para sus fanáticos, inspira poca confianza. Tiene un discurso diferente y hasta antagónico, según sea su auditorio. Por lo que su verdadero pensamiento es un verdadero misterio.
Estos son los protagonistas. En consecuencia, sobre el futuro de Uruguay se abre una gran interrogante.
(*): Analista uruguaya.
