Zimbabwe y la enseñanza para Venezuela
Luego de 28 años en el poder, la peor economía del mundo, severas violaciones a los derechos humanos, escasez de agua y alimentos y Mugabe, según cifras de su oposición ha logrado obtener un 43%. Si algo demuestra esto, es que lo malos gobiernos pueden durar mucho tiempo y que en política no existe verdaderamente la frase “tocar fondo”.
Si Zimbabwe (extendiendo una alocada analogía) puede ser referencia alguna para Venezuela, entonces quizás, aún nos quedan al menos 18 años más de pelea y división, de una inflación de 35 % anual a 100, 000 % anual (parece un chiste pero no lo es), de que un tercio de la población haya emigrado y que la tasa de desempleo sea del 80%; así, quizás en 18 años, estemos como está ahora Zimbabwe, viendo a ver si la oposición gana unas elecciones y por un pequeño margen. Como verán, en mi alocada analogía, queda aún mucho por caer y destruir.
Son varios los ejemplos de gobiernos paupérrimos que duran muchísimos años sin que la gente se rebele. Esto no ha sido un problema de represión, de que unos tienen las armas y los otro no. La historia mundial tiene tantos ejemplos que demuestran lo inútil de las armas frente a la voluntad de los pueblos. Entonces ¿Qué permite que gobiernos como el de Mugabe o Castro puedan durar tanto y gozar, incluso en el más feroz de sus debacles, de popularidad? Es una pregunta que no pretendo responder irresponsablemente en un simple artículo; pero si asomar la idea de que dichos gobiernos duran tanto no por ellos o por lo que hacen, sino por lo que sus opositores dejan de hacer.
¿No ha encontrado Castro en los EEUU su eterna excusa y Mugabe en el Reino Unido? quienes perpetuamente pero efectivamente se esconden detrás de sus enemigos. Parte del problema es que a estos dictadores siempre se les ataca en su imagen y lo que representan pero esa estrategia, aunque natural, sólo los fortalece más frente a sus seguidores. Es como pretender quebrar la carera de un músico inmiscuyéndolo en controversia. Al contrario, mientras más controversial es su vida, más poder de venta es posible que comande.
Hoy, luego de 10 años de lucha entre Chávez y la Oposición, esos mismos errores se han cometido innumerable cantidad de veces. El ataque constante a su figura, a sus gestos, a sus discursos, a sus aliados políticos, ha propulsado su imagen en todo el mundo. Mientras más se compacta la oposición más logra Chávez compactar al oficialismo. Utilizando una genial más no original estrategia de mercadeo político (en la era moderna es atribuible a Goebbels) Chávez ha logrado identificarse directamente con el pueblo, con frases como “Chávez es el pueblo” – de forma que todos los ataques a su persona con protegidos por este re-direccionamiento. Es una estrategia sumamente eficaz, y para la cual sólo existe un antídoto.
Si en Venezuela queremos progresar en la lucha política, nuestra estrategia debe ser distinta. Debemos ofrecer un camino sincero, honesto, específico y distinto del que ofrece Chávez, explicado mediante el ejemplo, que poco a poco vaya creciendo en el corazón de todos los venezolanos. Vuelvo a repetirlo, como lo hice en un artículo, refiriéndome a Alvaro Uribe: hay que aplicar el principio del no paralelismo en la forma política. Si Chávez ofrece guerra, ofrezcamos la paz, si Chávez nos dice que somos discriminadores, extendamos las manos para la unión. Si tratamos, reaccionariamente, de defendernos de tales acusaciones, sólo convalidamos su acusación.
Cual se ofrece una vía real, alterna y saludable, no sólo se opaca la acusación del enemigo sino que además poco a poco, Venezuela ira cediendo a ese camino de unión. Chávez es la clase de políticos que siempre lleva la ventaja en el enfrentamiento directo, por eso es que sólo se les puede derrotar dándoles la vuelta.
