Opinión Nacional

A pedazos

(%=Image(7782887,»R»)%)Regresamos de unos carnavales singulares. A bordo del buque de transporte T-63 de la Armada Bolivariana de Venezuela. Que vergüenza y que pena ajena con los atentos, diligentes y preparados jóvenes que tripulan ese rancho flotante.

Eramos unas tres mil personas que abordamos en la playa «El Tigrillo» muy cerca de Naiguatá. Representación de la multiétnica y multisocial Venezuela que quisiéramos unida no solo durante las tragedias.

Es de justicia resaltar el admirable comportamiento de un contingente humano que cubría en su totalidad el amplio espectro socio-económico que se puede encontrar en el litoral guaireño durante una temporada importante de asueto. Infantes recien nacidos, ancianos cuasi nonagenarios, juventud de todas las edades. El desempeño y las relaciones fueron óptimas.

No tenemos palabras para agradecer a quienes tripulan esa nave, tanto por la diligencia como por la pericia y la amabilidad con que trataron a cada uno de las personas rescatadas por incomunicación, pero nos sentiríamos mal si no comentamos la tristeza que nos invadió, acompañada de una rabia tremenda, al observar y constatar el desastroso estado en que se encuentra uno de los buques de transporte de nuestro ejército.

Sufrimos tres dias de aislamiento. En un centro social que fue ampliamente protegido por el Señor y maravillosamente atendido por el personal y por sus directivos. A ellos nuestro infinito agradecimiento y bendiciones.

Pero debemos anotar nuestras conclusiones.

Las personas que tienen la responsabilidad de interpretar las informaciones de los satélites y rendir los informes metereológicos, o pecaron por omisión o fueron silenciados de manera vil. Es inhumano por no decir culposo el conocer información de eventos a suceder que ponen en peligro la seguridad ciudadana y omitir su difusión.

Defensa Civil y nuestras Fuerzas Armadas no tienen planes de contingencia adecuados para desastres como el sucedido. Los procedimiento de abordaje del buque T-63 «Guajira» no son cónsonos con las situaciones plateadas.

El T-63 está en el último estado de oxidación, al extremo que su tripulación presta especial atención a que los pasajeros no se acerquen a las barandas pues corren el riesgo de caer al mar.

El «casino», que en todos los buques es orgullo de sus tripulantes, se está cayendo: Las mesas están mal sujetas al piso. Las banquetas rotas, el televisor está custodiado por una cadena con el fin de preservarlo de un robo.

Muchas de las personas rescatadas venían en el vientre del buque, respirando vapores de combustibles y lubricantes durante las más de dos horas que duró la travesía.

Creemos importantes algunos comentarios sobre la situación del litoral guaireño y de las obras que se realizaron después del deslave del 99.

Como simples ciudadanos, pensamos que todas ellas fueron dinero perdido, pues apenas se presentó una situación de lluvias extraordinarias, mucho menor que la de entonces, todas las regiones que fueron afectadas hace cinco años, fueron nuevamente devastadas.

Como ingeniero, tengo la impresión que el rendimiento de los dineros que fueron asignados y erogados, fue ínfimo. Posiblemente la corrupción se llevó la parte más importante de los mil millones de dólares que fueron anunciados con bombos y platillos.

Por último, queremos deplorar que tanto el ministro de interior y justicia como el primer mandatario usaron la ocasión para demagogia barata.

El país se nos cae a pedazos.

(*): Fotografías por Alejandra Hoffman Márquez

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