Ahora viene lo difícil
Esta larga lucha llena de inconsistencias, avances y retrocesos, buenas y malas estrategias entró en la fase final. Con el agua haciendo cosquillas en sus cuellos, braceando contra la corriente, este gobierno enfrenta los diablos que dejo crecer, en muchos e incontenibles frentes.
Pueblo del bueno, en grandes cantidades ya entendió este juego y ya dejó de creer en esta fantasía tropical que llaman revolución y que sirve para atornillar las intenciones prolongadas de permanecer en los sillones del gobierno. Los gobernantes de otros países, quienes no reciben gas del bueno, pero si medicina represiva verbal, también midieron el amor de estos uniformados mentirosos que cambiarían al mundo, que ofrecían un pensamiento digno de marcar una nueva era en la historia de la humanidad. Petróleo y billetes se usaron para enamorarlos, pero también para intentar doblegar sus soberanías, en búsqueda de una adhesión a un proyecto continental sin futuro alguno. La fiesta de billetes se terminó y ahí rodó el amor de algunos de ellos.
Esta semana nos enseñaron el nuevo camino. Ayer tan sólo, reprimieron con violencia unas manifestaciones en Timotes y Caracas haciendo sus respectivas imputaciones a no menos que una docena de manifestantes. Ahora no nos quieren en las calles. Ahora los militares que serían calificados de malditos si usaban las armas de la nación para reprimir a su pueblo, dejaron de ser malditos, para ser condecorados. Colombia también recibió su amorosa cuota de “gases” con una insolente intervención en su política interna. Este nuevo camino, los aproxima muy rápidamente a un final nada memorable. No hay que ser mago para sentir como han perdido terreno y como pierden más cada día que pasa. De vaina si no nos enseña el crucifijo en estos días.
Hay que reconocer que no hemos hecho mucho para llevarlos a donde están. Ellos mismos han cometido toda clase de errores y faltos de autocrítica y de capacidad gerencial, has llevado este país a un desastre tal que acabó con sus amorosas propuestas de nobles y compartidos futuros que nunca llegaron. La patria bonita sólo la conocimos en discursos.
Stephen Covey afirmaba –palabras más, palabras menos- que:”La mejor forma de predecir el futuro es construyéndolo uno mismo” y ahora, con el futuro a la vuelta de la esquina, nos toca la descomunal tarea de no equivocarnos en estos tiempos que están por venir. Juego ganado no se tranca, dicen los jugadores de dominó, en aplicación de una regla que exige prudencia de la buena, ahora que nuestro contendor está por doblar las piernas. No podemos seguir el juego que nos propone, debemos pues seguir el diseño que garantice un final que todos esperamos. Marquemos nosotros la agenda que construye nuestro futuro, en lugar de esperar pasivamente que otro construya ese futuro por nosotros. No le quitemos la presión que los hace equivocarse cada día más. Pueblo reclamando constitucionalmente sus ansiados derechos.
No tienen ya los votos que promueven su permanencia. Harán más errores y tratarán de engañarnos. A los pueblos no se les engaña, los pueblos saben de qué lado está la verdad, cuando se cuentan votos. Cuando llegue el momento, le pediremos que abra sus piedras para contarlas y con la suma a nuestro favor esta marramuncia llegará a su fin.