Antonio Ledezma, el hombre
Aquella tarde comprendí que Antonio Ledezma es el único venezolano con grandeza y altura como para enfrentarse al autócrata, manejar con mano firme sus fuerzas armadas, someterlo al poder de la verdad y la justicia e iniciar la reconstrucción de la Patria. Las encuestas pueden cantar misa. Prefiero la verdad del coraje.
“Qué importa nuestra cobardía si hay un solo hombre valiente en la tierra” Jorge Luis Borges
Han debido transcurrir 13 años de abusos e ignominias bajo la bota de un autócrata militarista para que un ciudadano de bien se le enfrentara cara a cara, lo desafiara al ruedo y lo increpara a voz alzada, de arriba a abajo, como debe hacerlo un varón ante un cobarde. Así se encuentre agavillado y protegido por un ejército de tanques, cañones, fusiles y aviones de combate.
Al verlo por la pequeña pantalla librando su combate inerme y retando a duelo al hampón que nos oprime, no pude dejar de recordar aquel sencillo acto de similar envergadura por medio del cual un hombre hasta entonces desconocido de los chilenos, de mayor edad que nuestro personaje pero imbuido de la misma certidumbre y la misma hombría, se enfrentó a Augusto Pinochet rompiendo el sortilegio del silencio y el terror: Ricardo Lagos, un académico, que apuntando con el dedo a la pantalla denunció la torva ambición de un déspota que no se conformaba con haber torturado durante 17 años a su pueblo para desafiarlo a aceptar la decisión de las mayorías y dejar el Poder.
Sentí este jueves 6 de octubre al final de la tarde mientras veía Aló Ciudadano por Globovisión la misma conmoción que sentirían los chilenos al ver a Ricardo Lagos, un socialdemócrata de la misma estirpe combativa y democrática de nuestro Antonio Ledezma – pues de él se trata – enrostrándole al tiranuelo venezolano que aprendiera a respetar, que no fuera grosero, que no ofendiera la memoria de un hombre con estatura de estadista como Carlos Andrés Pérez, a quien acabábamos de devolver al calor de su tierra. Abofeteándolo con hechos, con cifras, con hirientes verdades: “¡Respeta Hugo Chávez!”.
Son las palabras que millones y millones de venezolanos hemos ansiado gritarle en el rostro al felón que destruye nuestra patria, al traidor que entrega nuestra soberanía, al hampón que abre nuestras arcas al saqueo de la banda de facinerosos que lo acompañan. Palabras, gestos, virilidad que la pusilanimidad de una oposición a veces mojigata y cobarde no se ha atrevido a expresar. Palabras que conveniencias electoreras de candidatos sin grandeza prefieren guardar en el desván de lo inconveniente. La misma mezquindad que les impidió acercarse a rendirle honores a la víctima propiciatoria de la felonía. Prefiriendo estar ausentes para no correr el riesgo de verse salpicados por la baba rabiosa del tirano. Al que creen posible vencer pasando agachados ante sus sentinas.
Aquella tarde comprendí que Antonio Ledezma es el único venezolano con grandeza y altura como para enfrentarse al autócrata, manejar con mano firme sus fuerzas armadas, someterlo al poder de la verdad y la justicia e iniciar la reconstrucción de la Patria. Las encuestas pueden cantar misa. Prefiero la verdad del coraje.
