Opinión Nacional

Arias y el antiproceso

Un Arias por-venir:

Sin duda alguna que la designación del comandante Arias Cárdenas a ocupar
la primera magistratura, ha cambiado el panorama político venezolano y ha
estimulado las pasiones políticas para encontrarnos con un debate lleno de
sarcasmo de insolencias y sin contenido. Mientras que para Chávez, con
olfato de viejo caudillo y ojos de águila, se está viendo en apuros
tratando de refrescar su saturado lenguaje bolivariano y mesiánico, quizás
para repensar que somos hijos de la independencia e hijos de un mismo
lecho. Al presidente le ha tocado ahora que verselas con su tradicional
gramática antipuntofijista y revolucionaria ante un Arias Cárdenas que
viene con toda la traición que lo caracteriza y con toda su depresión que
lo llevó, no a continuar con la jerga revolucionaria, sino a detener el
espiritu de cambio que hoy por hoy mantiene Chávez. El papel que va a jugar
el ex-gobernador del Zulia es el de destruir el proceso de cambio para
continuar muy cobardemente con el desarrollo de las elites nuevas que él en
forma muy demostrable representa y relegitimar a los viejos corruptos
políticos de la pseudodemocracia puntofijista. Arias es el auténtico
paradigma contrarevolucionario, por su lenguaje retórico-militarista,
calculador y déspota.

Se abre un nuevo horizonte, la acción revolucionaria para el cambio y la
despropoción bien fracturada de la burguesia hambreadora está respirando
profundo, fueron por muchos años el «gobierno oculto», se han creado sobre
este escenario las condiciones óptimas para la revolución pacífica para
acabar de una vez por todas con estos mantuanos neoliberales, fracturar de
una vez por todas el avance apocalíptico de corruptelas en el país. Creo
que aquí estoy interpretando el sentido de «crear las condiciones -como
decía el Che Guevara- para el cambio», que por fortuna de los enemigos de
la revolución, nace el politico que surgió del 4f con ideas
contrarevolucionarias para aliarse a una histórica necesidad de mantener el
status quo de las clases fuertemente corruptas, que, como lo definió muy
teoricamente y con buen acierto Antonio Gramsci, «crear las pasiones para
ocultar las razones». En eso anda Arias Cárdenas, preocupado por su propia
imagen, imbuído en un solo sentido y en un sólo galope con su fiel
frijolito para demostrarle al gobierno que su juramento falso del Samán no
fue en vano. Dictando la vieja rencilla antirevolucionaria. Demostrando que
el es el mas moral del país.

En este momento de gran reflexión política es bueno destacar que Arias
Cárdenas nace del vientre del paecismo, nace del neoliberalismo patentado
de globalización, nace de las viejas dudas ideológicas del militarismo
salvaje latinoamericano, nace de la inspiración de la imagen de un falso
político, de esos ensamblados por los parafraseos de Mario Vargas Llosa,
como el brujo de la palabra inacertada.

Arias Cárdenas representa la amenaza de devolverle al sistema los viejos
esquemas del puntofijismo y acabar con el juramento del Saman de Guere.

Relegitimar las mentiras que nacieron de los laboratorios de AD y Copei.

Hacer que las ideas cuajen en creencias, para seguir representando el órden
corrupto y podrido. Ante esta ideología, que por muchos años ha estado en
el altar, se pretende movilizar y relegitimar todos los medios de poder
puntofijista con una alianza orquestada con los que destruyeron a nuestro
país durante cuarenta años.

Un Chávez por seguir:

No debemos perder nuestro legado revolucionario que nos inspiró Bolivar,
Miranda, Gual, Zamora, el Che Guevara y Martí, a través de la conformación
de un único partido, el pueblo, verdadero representante moral del país.

Pero ante el avance foraz de los contra, ha reforzado desde diferentes
tribunas su lenguaje revolucionario para encontrarse con una población que
vive aún bajo los efectos perversos de la anestesia de la vieja política.

Chavez es un idealista inspirado por Bolivar, o como decía Albert Einstein,
«el mérito de ser idealista cuando conoce el hedor de este mundo», a
propósito del idealismo moral revolucionario de los europeos antes y
después de la segunda gran guerra.

Es un portavoz de la insatisfacción de un pueblo que ahora se suma a la
acción traidora del ex-gobernador del Zulia, y por tal motivo es bueno
preguntarse: ¿Quien es más traidor, la opinión que una vez alzó la bandera
del chávismo o aquél quien compartió la comida en el mismo plato allá en
Yare?: la respuesta la tienen los que reflexionan en la sombra del Chimborazo.

Mas allá de la justicia, más allá de la política, más allá de la moral,
está el rescate de nuestra autenticidad, de nuestra venezolanidad y no de
la viejas mafias políticas cuyas esperanzas descansan en las maléficas
aspiraciones de Arias Cárdenas. A Chávez, por fortuna, por venezolanismo y
por una tendencia darwinista quizás, le debemos los venezolanos, ingresar a
los viejos patrones morales de convivencia civil, de ser servidores de
nuestro destino y de lograr la participación colectiva a los nuevos
paradigmas sociales, al presidente le debemos los venezolanos, el haber
recobrado la confianza que nos tenian secuestrada los viejos políticos
corruptos en el viejo Congreso, no de aquél viejo moralismo sectario
disfrazado de cuello blanco. Porque para los venezolanos de hoy, en el
ardor de las nuevas tendencias ciudadanas, la moral civil está por encima
de cualquier valor que se le enfrente, esta por encima de cualquier poder y
más allá está nuestra autenticidad venezolanista.

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