Opinión Nacional

Autonomía pasto de tartufos

El Rector de LUZ, Dr. Leonardo Atencio, y el coro de la demás Autoridades, ha declarado que cederán la autonomía a las fuerzas policiales a cambio de la garantizar la erradicación de la delincuencia que, impune, vive en LUZ. Síntesis de la amplia noticia de primera página que publica La Verdad el 22 de este mes. Recibí la noticia con mucha alegría. En dos años de gestión, más los cuatro años anteriores de Vice, más todos los años en la más alta representación de la más calificada, transparente, idónea, impoluta, gerencia universitaria, no le habíamos oído un pronunciamiento de tanta trascendencia por su valor académico y orientador de la vida nacional y, sin duda, por su significación universal, porque está en juego la esencia misma de la Universidad, su autonomía, la vida misma de la universidad y centro de la reflexión de los más calificados teóricos que en la universidad han sido, desde siempre y a mi escasa memoria y amplia ignorancia me vienen Santo Tomás, Unamuno, Heidegger, Derrida, Habermas, en casa, Bolívar, De Venanzi, La Roche, Delgado, Arconada… Yo había prometido no ocuparme nunca más de la cosa nostra de LUZ, allí trabajé e intenté en medio de duras dificultades hacer algo para hacerla parecerse a una gran universidad, pero producto de mi crasa ignorancia mi único logro fue haber provocado la ira de sus dioses que hoy me condenan al ostracismo. Y quiero ser absolutamente fiel a ese retiro y a ese juramento y a mi destino. Y a tal punto es verdad, que sólo solo espero las órdenes que pudiera darme Antonio Castejón, para saber a quien dar mi voto, que yo creo será a Rosa por lo que en mí evoca la belleza de la natura, roja rosa, “una rosa fue testigo…”, “par el amigo sincero que aspira una rosa blanca…” y mi fidelidad a la revolución impoluta.

La autonomía como ejercicio, como praxis, es la capacidad que tiene la universidad de darse su gobierno, pero hacerlo como ejercicio del liderazgo científico y ético, de ejercer con transparencia la autoridad, que no el poder, desarrollar proyectos y programas de investigación para reafirmar la verdad y abrirle nuevos caminos para su desarrollo y sano crecimiento, ganarse el liderazgo ante la consciencia humana por la cualidad de sus teorías, por la verdad de sus conclusiones, por la virtudes de sus programas, por la belleza de su arte y cualidad de sus acciones. Estar ubicada en un sitio, lugar, tiempo determinados y responder a los problemas que de ese hic et nunc se derivan, pero hacerlo con el mayor espíritu de universalidad. Formar profesionales y docentes con muy amplio dominio de su oficio y con la consciencia muy abierta para exponer con propiedad todas y cada una de las teorías que alimentan el pensamiento humano y que orientan sus acciones. Autonomía de ejercer la extensión, en la medida en que la realidad es su objeto de estudio, de investigación, para dar las respuestas adecuadas a sus exigencias, con prescindencia si puede o no ser capaz de generar las soluciones, que competen o pueden competir a otras instancias del poder y de la acción social.

Autonomía, en muy pocas palabras, lo más importante de ella, para la creación científica, artística y la innovación tecnológica. Este ser y modo de existir la autonomía es la que convierte a la universidad en un modelo siempre antagónico, pero no enemigo, del Estado ni de nadie. A la Universidad la nutre, le da vida, la libertad, que es, a la par, su condición necesaria y casi suficiente para existir y ser una buena universidad. El Estado, quiéralo o no, es el ejercicio de la represión. Por ello la autonomía define la cualidad política del Estado. A mayor autonomía mejor gobierno.

Si cuanto hemos dicho es cierto y que otros han expresado de mil mejores maneras, la presencia policial, un modo de represión, de ejercicio de la violencia el seno de la universidad es ilegítimo, además de ilegal. Es, por ello, la más absoluta negación de la autonomía. Es la renuncia a sí misma, en el caso venezolano, a los cuatro primeros artículos de la Ley de Universidades… Pero es más, es terrorismo porque se emplea la fuerza en lugar de la razón, la violencia del estado en lugar de la ética para resolver problemas en la universidad, de la universidad, que presuponen una modesta pregunta: ¿Por qué existen estos grupos en el seno de la Universidad?.. ¿Por qué ladrones de autos? Desvalijadores de damas, usufructuarios de gays?. Por qué asesinos?. ¿Falta de represión o muerte de la autoridad? Tal vez la cuestión empieza por allí, porque desde hace mucho tiempo, -claro!- no en este período, ni en modo alguno otro que pudiese tener qué ver con ellos, las autoridades de hoy, la ilegalidad, la burocracia, el clientelismo, la mediocridad, la ilegitimidad, el gremialismo, medios, formas y modos del poder, se han apoderado de la universidad y ésta empieza a ser aguas por lo más delgado. Como tiene esencia delictiva el ascenso al poder universitario se recurre, necesariamente, al delito para mantenerse en él y mantener el poder. Y, siguiendo a Santo Tomás, la cualidad de la crisis en la universidad, vale decir, el eterno conflicto entre lo consagrado y lo insurgente, entre el status normalmente conspirativo y la belleza del arte y de la ciencia siempre subversivas, explota alguna vez para dar paso a la reafirmación del espíritu científico, de la ética y de la moral institucional. La policía y ninguna forma de represión violenta, el terror, puede resolver los problemas que la razón científica y su orientación ética no tienen capacidad de dar respuestas, porque, sustituida la autoridad por el poder, éste tiene que vivir conspirando y aliándose a la delincuencia para mantener su hegemonía. Los conflictos que aparecen o suelen aparecer, como el presente, no son conflictos inherentes a la universidad, a su especificidad, sino que son propios de las normales contradicciones, choques del poder por más poder.

Los distintos regímenes, reducidas las cosas al pasado siglo y a éste, definen, como dije arriba, su cualidad, según sea su conducta ante la autonomía y ésta según ha quedado resumida arriba. Es aleccionador que, incluso, se haya respetado a Heidegger, rector de Freiburgo, la propia cualidad de la universidad impuso en parte sus reglas de juego ante Hitler. La Lomonosov impuso sus reglas al poderoso Stalin. En el sur, Argentina, Chile, Uruguay, las dictaduras las cerraron, sencillamente. Y he aquí la inferencia: la autoridad de la universidad está por encima del poder del Estado, así éste pueda reprimirla y aún cerrarla. Siempre será un acto temporal, mientras la cualidad científica, artística y ética de la universidad quedan abiertas al mundo por siempre, para la humanidad hasta el Apocalipsis, donde deberá asumir, cuando menos, la función de árbitro…

Y si uno mira más y abre los ojos, qué mayor renuncia y regalo de la autonomía que la Urbanización Dr. Bracho y la muy moderna Colorama, o algo así. Para ellos y sus delitos, por ahora, irreversibles, no hay policía y menos se concibe que tal barbarie niegue o lesione o destruya la autonomía. Lejos por el contrario, hasta se les ve como formas de humanismo y de desarrollo rental. A La Ciega la enterraron definitivamente y con ello quieren enterrar per se a Lossada y a la clase obrera que cedió su casa para que LUZ fuera y pudiera repetir como Lossada lo reiteraba, post Nubila Phoebus. Vaya!. Ese delito es juego de poder y tanto es, que las autoridades anteriores guardan metódico silencio y los revolucionarios complacientes satisfactoriamente complacida complicidad. Ello explica la existencia macabra de FUNDALUZ, dueña del campus universitario, entre otras cosas que su fealdad posee. De la violencia, la inseguridad, se queja, muy dolido también, el rector de la UCV. La verdadera universidad bolivariana, o al manos su hija putativa, y sus lamentos dejan de entrever que la impunidad al delito que se ampara en su seno es por maléfica maniobra y responsabilidad de Chávez, para minar, primero, acabar luego, con la autonomía. ¡Qué maravilla! ¡Qué honor a la verdad!.

Entre tanto la UCV y LUZ se ranchifican y desmoronan. La suciedad y la desidia viven a sus anchas y pase en ella la ignorancia plenitud de su arrogancia. LUZ no tiene una edificación con valor estético, funcional, académico, ni un jardín, que haya sido construido para la academia, para el arte, APRA la comunicación estética con la ciudad,: pero ahora tendrá y tiene las Urbanizaciones Lossada (7 mil familias-rancho de la peor especie avalados, entre otros por D´Martino, nuestro universitario doctor alcalde) y en construcción La Colorama, o algo así, cuya primera evaluación es, del mismo modo, la negación más burda de la Universidad, de su autonomía: será una urbanización cercada. Una cárcel más de tantas que el miedo impone para que en ella crea sobrevivir la libertad.

Para ser aun más terrenal, escuché decir a tantos tantas veces que votaron por Chávez que querían ver en cada esquina policía u otro bicho armado para que acabaran con la delincuencia. Perros doctos vi en mis tiempos que celosos eran los custodios, guardianes de la universidad. Y miles de millones se pagó por ellos y hasta llegaron ganarlos perros más que las primas para los investigadores. Con voz en tono duro y celebraciones se nombró a un experimentado “policía” para la seguridad en LUZ. La procesión no para. En la calle la delincuencia crece y en la universidad se multiplica. Para el ejecutivo, como para los tartufos de las universidades autónomas, la delincuencia es una empresa de altos dividendos. La corrupción, la impunidad, la perversión, la ilegitimidad, la ilegalidad, la malversación, el privilegio presupuestario a favoritos y mujiquitas, entre otras formas del poder son los generadores, multiplicadores y garantes son de la violencia, entre cuyas armas está el terror que provoca la vida en suspenso al borde de la sima.

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