Opinión Nacional

Bailando solos

Después de casi una década de indiferencia, las autoridades del municipio Libertador parecen haberse decidido a enfrentar la lamentable decadencia física de su territorio. Ahora, con una extraordinaria inyección de recursos aportados por el Gobierno central que por cierto exclu-ye a todos los demás municipios de Caracas Metropolitana, se intenta revertir esa situación a través de una serie de acciones urbanísticas que, aún si motivadas por razones fundamentalmente políticas, no pueden ser sino bienvenidas: a estas alturas hasta una simple siembra de árboles se agradece. Sin embargo, la ecuación que tienen por delante los profesionales responsables de llevarlas a cabo no es tan fácil de despejar.

Por una parte, como alertamos más de una vez, una decadencia física tan prolongada no podía sino arrastrar otras consecuencias tales como la fuga de actividades productivas hacia los municipios vecinos, lo cual se tradujo en el debilitamiento económico del municipio emisor y la consiguiente merma de su capacidad para actuar autónomamente, un problema que no se resuelve únicamente con obra física por importante que sea. Pero por otra, y esto es lo más grave, hay un designio político que lleva a darle la espalda al resto de la ciudad, controlada por fuerzas políticas adversas a la autocracia nacionalmente dominante: se habla de un plan de la ciudad vista como una isla que hacia el este termina en la quebrada Chacaíto y hacia los Altos Mirandinos en el Km. 8 de la carretera Panamericana. Y por supuesto, se ignora expresamente a la Alcaldía Metropolitana pese a que ninguno de los esfuerzos aniquiladores del Gobierno central ha logrado arrebatarle su rol rector en materia de ordenamiento urbano.

Caracas es hoy una ciudad metropolitana, cuyo funcionamiento es incomprensible no sólo sin considerar el continuo urbano formado por el Distrito Metropolitano y los Altos Mirandi-nos, sino que además exige que se la inscriba dentro del sistema de ciudades de la Región Capital que incluye además el Litoral Vargas, Guarenas-Guatire y los valles del Tuy medio, en importante medida ciudades-dormitorio cuya población gravita diariamente sobre Caracas en demanda de empleo y servicios de todo tipo.

Para justificar este absurdo aislamiento las autoridades políticas han recurrido a un argu-mento que, por lo pueril, ni siquiera merece discusión: Caracas se circunscribe al municipio Liber-tador porque fue en su ámbito territorial que los colonizadores fundaron la ciudad. Lo realmente sorprendente es que tan peregrino argumento sea comprado, o en todo caso aceptado pasiva-mente, por quienes tienen la responsabilidad profesional de redactar el plan urbano: ellos saben que en las ciudades metropolitanas los municipios no pueden bailar solos. Aceptar tal exabrupto es cuando menos una grave falta deontológica que no puede ser excusada por la obediencia debida.

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