Opinión Nacional

Basta de esa dignidad

No es un secreto para nadie que nuestros gobernantes locales son una especie de figuras fantasmales de cuyas actividades diarias poco se sabe, y que sólo parecen cobrar vida en uno que otro espacio televisivo o radial; mintiendo, por lo general, sobre su labor gubernamental. A veces hacen su aparición en público, pero desdibujados en una tarima inaccesible, rodeados de una guardia pretoriana, que los mantiene a salvo e inmunes de los problemas de su pueblo. Lanzan (eso sí) uno que otro discurso contra el imperialismo norteamericano, la oligarquía colombiana y venezolana, la anzoateguiense, y, quizás, contra la de Barrio Sucre de Barcelona, de donde yo orgullosamente provengo. La realidad de las calles los reclama, los problemas del pueblo de Anzoátegui esperan, ya impacientemente, por su pronta solución, pero el desapego con su pueblo no les permite incorporarse como verdaderos gerentes públicos a la realidad de su gente.

Hace falta un poco más que la tan cacareada “dignidad” que usa como valuarte nuestro actual y saliente Gobernador, para solucionar los problemas cotidianos de los anzoateguienses. Me pregunto: ¿Dignidad para qué; para aguantar sol en una interminable cola de Mercal o Pdval, y que te manchen como becerro el dedo con tinta para que “de milagro” consigas leche? ¿Dignidad para qué: para que se te venga el rancho encima cuando llueve; para que te maten en una esquina o te quiten el carro con el que “taxeas” y sostienes a tu familia? Esa “dignidad” pretende esconder la incompetencia y la desidia que le adorna.

Puede usted leer en la página Web del Gobernador, lo siguiente: “La historia puso a Tarek ante una gran responsabilidad histórica: logra la gobernación de un estado con la reserva de hidrocarburos más grandes del país, pero con el 85% de exclusión social y el pueblo sumido en la pobreza porque todos los gobiernos anteriores han sido traicioneros, incluso los dos últimos que llegaron al poder “montados” en el portaviones del chavismo. Y ese es un reto doble, porque implica devolverle la confianza a los traicionados y desmarcarse del fracaso. La vida de Tarek William Saab es como su poesía: una suma de lealtad, lirismo, esperanzas, amor por el ser humano y la historia de su patria… ideales que no conocen la metamorfosis, y una fidelidad a la Revolución y al presidente Chávez a toda prueba. Es, en síntesis, un poeta que se desbordó como líder de su tierra natal donde ya le gente lo nombra con orgullo: El gobernador de la dignidad.”

Finalmente me pregunto, al igual que todo el pueblo de Anzoátegui: ¿Qué nos ofrece el Gobernador para solucionar las necesidades del estado dentro de sus aspiraciones de reelección? ¿Más “dignidad”?. Basta de falsa “dignidad”, queremos un Gobernador de carne y hueso y no una figura fantasmal diluida en su propia poesía de adoración incondicional a su inefable líder y su batipana Fidel.

Economista
Web: www.dialogo.ya.st

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