Opinión Nacional

¿Bienvenidos a VenCub?

¿Pretende el Gobierno Nacional esconder las apetencias imperialistas que conlleva el Estado Bolivariano? ¿O será al contrario, que éstas comienzan a cristalizarse (en primera fase) con los recientes acuerdos suscritos entre Venezuela y Cuba?

No es fácil responder a estas preguntas. Si el gobierno de Chávez hasta ahora todo lo ha hecho al revés, dudo mucho que no lo vuelva a repetir; y en vez de la conquista de Cuba y su anexión a la “Gran Venezuela”, lo que puede resultar es más bien la absoluta hegemonía del “conquistado” sobre el “conquistador”.

Con una ya bien infiltrada quinta columna cubana en territorio venezolano (más de veintemil bien entrenados agentes ideológicos), sólo faltaba comenzar el trasvase (echarle mano) de las instituciones que manejan parte del flujo de divisas del país, como lo son PDVSA, CVG y el Banco Industrial de Venezuela, mudándolos convenientemente (en forma de filiales) a la Habana; así como para que, paralelamente, el control de la riqueza venezolana no sufra más de las molestas intervenciones de los pocos demócratas activos que quedan en ejercicio en el país.

¿Si la capital de Venezuela pasó de ser Angostura, en un momento histórico, a Caracas, porqué no puede entonces pasar de Caracas a La Habana, en “este otro momento histórico Bolivariano”?

La aparentemente loable estrategia de salvar la economía de nuestro paupérrimo vecino (a costa de la salud de nuestros propios habitantes), es de una abnegación tan exagerada, que mas bien podría considerarse la misma como un acto de alta traición a la población venezolana y no como un gesto de solidaridad entre hermanos.

“El mismo perro con diferente collar”, cantaba Carlos Puebla melodiosamente en los revolucionarios años cincuenta, y al recordarlo, no puedo sino corroborar la profunda verdad que pregonaba: siempre hemos tenido perros a la vera de nuestra rentable monoproducción petrolera. Y así de igual sigue siendo hoy.

En estos cuarenta años que nos quedan de “bienestar” petrolero no renovable, se supone que deberíamos enmendar los errores del pasado y fomentar una diversificación de la producción que haga frente a nuestra insegura dependencia de la agotable monoproducción. Pero nada, la cantidad de riqueza que nos llega hoy es tan atorrante (así como cuando una extrema lucidez se experimenta justo antes de la muerte), que ni siquiera los mismos malversadores, enceguecidos en la rebatiña, se dan cuenta de su finitud; – primero me lleno yo, luego le daremos algo a Juan Bimba, creen ingenuamente para sentirse mejor.

Si la ilusión bolivariana es la idea de “el nacimiento de una nueva nación” (¿The birth of a nation?) y lo llegara a lograr, difícilmente puedo creer que sería en beneficio de este expaís venezolano; ya que a pesar de nuestra evidente y palpable miseria actual, tenemos aún la profunda debilidad de insistir equivocadamente en creemos ricos, magnánimos y exelentemente quijotescos.

Muy al contrario que nosotros, los cubanos tienen el aliciente de sufrir una sed de libertad tan profunda, que ponerle piratamente la mano al tesoro de Venezuela podría aliviantar la tenaz mordaza que sufren desde hace más de cuarenta años (asi como pasará con nosotros, si Chávez se queda veinte años en el poder).

Más sabe un hambriento vivo que mil abogados ingenuos.

Escribo esta nota, aparentemente fantasiosa, sólo para especular sobre algunas de las posibilidades del futuro socio-político de Venezuela. Pero más que nada, para traer a colación que la actitud azarosa del gobierno actual, con su característica locura mesiánica, es verdaderamente capaz de atreverse a cualquier insensatez que le permita esconder las diletantes y poco científicas estrategias que acostumbra a implementar.

Como la anciana idea de La Gran Colombia (nada que objetarle en su momento histórico) se encuentra de nuevo con un hueso duro de roer (la misma Colombia), no les quedará más que inventar una nueva “Misión Gran Venezuela” que, extemporáneamente, pretenda reivindicar el gran sueño de Bolivar. Y como “Bolivar es casi Dios y Chávez su reencarnación” (según el poco religioso pero muy zorro de Fidel), se seguirá engañando a la ingenuamente abnegada población venezolana.

¡No dudo de la ética que rige a la solidaridad, pero dudo mucho cuando se pretende confundir a un inhumano sacrificio con la misma…!

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