Opinión Nacional

BIP, BIP

I

La Luna, nuestra acompañante sideral e inspiradora de tétricas historias novelescas así como de románticos suicidas a través de los tiempos, debe andar en la mira del incansable viajero.

Entre sus ires y venires, entre su conocida afición por hacer de este planeta su jardín de viajes y no precisamente morraleros, el Marco Polo barinés es de seguro a estas alturas el próximo candidato a turistear más allá de la estratósfera. Sí, el nuevo Camastrón hacia la luna, tragando kilómetros y kilómetros, atravesando el espacio con su carga de revolución que desde por aquí unos cuantos genios sesentosos y ungidos con la verdad absoluta han inventado para bien de los terrícolas.

Que algunos, sin ser astronautas de carrera le hayan echado ya un vistazo de cerquita a nuestro plateado satélite, debe tener al hilarante llanero sacando cuentas y pensando en las maletas. El señor Presidente, clarito lo veo, tomará más temprano que tarde su acostumbrada taza de café, levantará el dedo índice, y entonces cogerá impulso para sus andanadas verbales en pos de múltiples e invencibles justificaciones en función del gran viaje. Los precios del petróleo, es casi seguro, brillará entre las primeras. Entre tanto, Diosdado se reirá de algún chiste, José Vicente aplaudirá y luego, en declaraciones a la manipuladora prensa, dirá como siempre que Hugo dijo esto y no aquello, que se refirió a aquello y no a esto, y así hasta el infinito, mientras que el inocente Rodríguez Chacín, con cara de no haber roto jamás un mísero platico, tornará su faz en algo más o menos parecido a un querubín, todo al mismo tiempo que una embelesada sonrisa se le cuele al compás de las frases de su emocionado comandante. Hermosa y tierna escena, pues, a la luz de cámaras, reflectores y micrófonos.

II

-¿Aló?, ¿aló?
-¿Ajá?, ¿aló?
-¿Estás ahí?, ¿estás ahí? -pregunta Chávez-
-Sí, estoy aquí, ¿a dónde más? -responde Giordani desde su mítico lugar-
-Me voy de viaje
-¿De viaje?
-Sí, hombre, de viaje. ¿Cómo andan los reales?
-Mal, pero alguito se puede hacer
-Hazlo, pues, rapidito, que el asunto es urgente
-Presidente…
-¿Ujúm?
-¿Y para dónde se va?
-¡Para la Luna!, hermano, ¡Para la Luna!

Maduro, Cilia Flores, Lina Ron, Cancino, Rangel, Diosdado, Dávila, Rodríguez Chacín y hasta Rojas Suárez y el pobre Briceño, todos en cambote y como invitados de primera tras la odisea presidencial. Imagínense por un instante a esta cofradía de seres excepcionales allá en la poética Luna, a su antojo, sin oposición, sin prensa, sin instituciones, sin marchas, sin escuelas que mejorar, sin hospitales que mantener, sin pueblo que reclame vainas, sin universidades, sin CTV, sin Fedecámaras, sin escuálidos, sin PDVSA, sin desempleo, sin pobreza. Entonces sí, la revolución total, el paraíso nunca antes ni siquiera soñado; la década dorada adelantada, vivita y coleando. Revolución lunática en pasta, en cuerpo y alma lista para extenderse hasta los confines del mismísimo universo.

Este sería, ya Chávez con toda seguridad tiene que saberlo, el viaje final, el absoluto, ése en el que convergerían todos los destinos, algo así como el summum de nuestro delirante correcaminos. Bip, bip, y la estela de polvo a su paso por el aire. Bip, bip, y la noche estelar dándole de lleno en el cogote. Bip, bip, ¡zas!, y de un plumazo el mundo allá abajo, tan a sus pies, tan pequeño él, tan quietecito después de todo. Sí señor, el mundo a sus pies, como siempre lo soñó, al alcance de la mano y al alcance de un ocultamiento con apenas cerrar la ventanita. Arriba, por más que digan lo que digan y por más que pataleen, echen espuma por las fauces y vociferen la Iglesia más otros escuálidos por el estilo en este saco de gatos que se llama Venezuela, la cosa se ve de lo mejor. En la Luna, bien lo contaron quienes tuvieron la experiencia de llegar antes que el Camastrón marca Acme, el universo, y el país con él, salta a la vista envuelto en un velo de armonía y paz. Eso, precisamente, es lo que Chávez quiere mirar, escuchar, oler, así sea en sueños que engullan su demostrada incapacidad para construir, para lograr, para colocarse a la vanguardia. Eso es lo que esta revolución necesita con urgencia para recobrar alguna dosis de ilusión fresca y renovada.

Bip, bip, y la partida. Pero eso sí, que se dé para no volver jamás. Nada más que por los siglos de los siglos. Amén.

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