Opinión Nacional

Bolívar vs Washington ?

A raiz de la declaración que diera George W. Bush, previa a su reciente gira latinoamericana, invitando a los habitantes de este continente a un “esfuerzo conjunto” como “hijos de Washington y Bolívar”, Hugo Chávez le salió al paso al mandatario norteamericano en su “contra-gira” a fin de disputarle -en característica forma encendida- dicha pretensión.

Sin duda, es procedente aclarar que la “hermandad” invocada por Bush no fue nunca tan idílica, ni tampoco sustentada en el tiempo como lo mostraron hechos posteriores a la época de la Independencia, y en particular la creciente vocación hegemónica e imperial que se apoderaría de los Estados Unidos, en detrimento de los “hermanos” del Sur, e incluso con manifestaciones absolutamente repudiables. También es cierto que durante la Presidencia de Mr Bush hemos asistido a un ambicioso intento de recrudecimiento neo-imperial que ha probado ser anti-histórico, inviable y altamente impopular, no solo fuera de Estados Unidos sino dentro de ese mismo pais.

Pero de allí a negar totalmente que SI hubo mucho de tal “hermandad” entre el Norte y el Sur del continente en los primeros años de la gesta independentista –y aún tiempo después, en otras épocas de buenos logros en la relación continental- hay un gran trecho ! Tal ha sido la contra-pretensión de nuestro mandatario, incluso con un lenguaje de descalificación hacia el gobernante norteamericano tan insólito y deplorable como llamarlo “hijo de p.” –a todas luces impropio de un verbo presidencial, e irrelevante a los efectos del tema como tal.

En verdad, hubo un intercambio significativo de estímulo mutuo en los primeros años entre los patriotas del Norte y del Sur; en el cual los norteamericanos por su éxito pionero (recordemos que su Declaración de Independencia tuvo lugar en 1776 -previa a las del Sur). Dicho intercambio incluyó no sólo la forma tan atenta en que los insurgentes sureños estudiaron el admirable manifesto independentista norteamericano y el proceso que llevó a él, sino también el apoyo táctico, propagandístico y moral que ambos grupos se dieron en determinadas instancias. Incluso hasta hubo “fraternidades secretas internacionales” que vincularon a los patriotas del Norte y el Sur, en una común red insurgente.

En base a la evidencia documentaria presentada en el Libro de Antonio Maya titulado “Influencia de Estados Unidos en la Independencia de Venezuela” (Ministerio de la Defensa, Caracas, 1978), cabe recordar los siguientes testimonios elocuentes que hablan por si sólos. Los mismos se refieren al respeto y reconocimiento mutuo que existieron entre el Washingtonianismo y el Bolivarianismo. Y desmienten el alegato de que “nada tuvieron que ver entre si”.

Los herederos de George Washington tuvieron a bien obsequiarle a Bolívar en 1825 una preciada pintura-retrato del prócer norteamericano luego del fallecimiento de éste (que contenía además un mechón de su cabello). Se trató de un reconocimiento muy especial a Bolívar. Así lo evidencian los siguientes términos de la carta del 1ro de septiembre de 1825 que el prestigioso patriota norteamericano y estrecho colaborador de Washington el General Lafayette, encargado de remitirle a Bolivar el retrato, dirigiera a nuestro Libertador: “…Yo tengo la dicha de pensar que de todos los hombres de la Historia, el General Bolívar es él solo a quien mi Paternal Amigo (Washington) habria preferido hacerle este obsequio.Qué más puedo decirle yo al Gran Ciudadano a quien la América Meridional ha saludado con el nombre de “Libertador”, que le han confirmado los dos mundos ?..”
El mencionado obsequio a nuestro Libertador reposa hoy en las “arcas de exhibición” del Banco Central de Venezuela, en compañía de otras preciadas piezas de la historia nacional.

Bolivar, al tener noticias anticipadas del gesto, y aun sin haber recibido el envío en vista de los problemas de distancia, tiempo y movilidad de aquellos tiempos, se apresuró a responderle a Lafayatte el 20 de marzo de 1826, desde Lima, lo siguiente: “…he sabido con un gozo inexplicable que habeis tenido la bondad de honrarme con un tesoro procedente de Mount Vernon (el sitio que fuese la residencia de Washington). El retrato de Washington, algunos de sus restos venerables y uno de los monumentos de su gloria, deben presentárseme por vuestras manos en nombre de los hermanos del Gran Ciudadano, del Hijo primogénito del Nuevo Mundo, no hay palabras para expresar el gran valor que tiene en mi corazón este presente y sus consideraciones tan gloriosas para mi..”
Pero si el anterior intercambio es revelador, también particularmente lo fue el de las palabras que posteriormente le dirigiera Bolívar, el 16 de noviembre del mismo año, al primer representante diplomático acreditado por los Estados Unidos ante la Gran Colombia, Mr. Beaufort T Watts: “….los Estados Unidos de Norteamerica fueron los primeros que tuvieron un plenipotenciario en Colombia, cuanto que ellos han sido, y son el pueblo modelo: ellos que reunén la mayor suma de dicha social al poder que da el orden, al poder que da la libertad. Los Estados Unidos, hijos de Inglaterra, fueron los primeros que nos enseñaron el sendero de la independencia, y esta tierra, cifra su dicha en imitar los ejemplos de gloria, de libertad y de virtud que recibe de los Estados Unidos. Colombia los aprecia como los mas saludables consejos”. Y, en la misma ocasión, insistía en expresar su aprecio por el obsequio de los herederos de Washington: “..debo expresar aqui mi gratitud personal por el inapreciable don que me ha hecho la familia augusta de Washington, del retrato del más santo de los hombres: presente inestimable que conservaré siempre en mi pecho, y que siempre me dará lecciones de moderación y de amor a la patria..”
Formalidades y lenguaje político aparte, no hay duda que los dos testimonios anteriores son de elocuente valor tanto por lo que en esencia dicen como por la honestidad de sus portavoces, y fueron ademas respaldados por el telon de fondo de hechos antes aludido.

De modo, púes, que, en relación a la pretendida diatriba cabe decir que que: “ni tan calvo, ni con dos pelucas”; ni un extremo, ni otro. Y, sobre todo, cabe repudiar todo maniqueismo o manipulación de la historia para fomentar la confrontación a ultranza, el “blanco o el negro” –cuando de lo que se trata es de valorar todos los aspectos, y sobre todo buscar la cooperación más que la confrontación.

La historia humana es mucho más que lo que las afiebradas luchas por el poder han pretendido que sea; las luchas de viejas o nuevas pretensiones de hegemonía, vengan del norte o del sur del mundo. No ha sido sólo una historia de batallas –como a veces pareciera se nos quisiera solo hacer ver. También ha habido cooperación y beneficios mutuos.

El mismo Bolívar, luego de tantos años dedicados al combate incansable, hacia el final de su vida, seguramente ya curtido y más sabio por todo lo vivido, prefirió dejarnos la siguiente reflexión en relación a los frutos del guerrerismo : “De la paz se deben esperar todos lo bienes y de la guerra nada más que desastres….lo que se destruye es inutil a todos”. Fue mucho más grande el Bolivar estadista del discurso de Angostura que el de “la espada que camina por America Latina”.

Es bueno que los pueblos no olviden lo anterior. Ante la amenaza de lideres cuyo principal oficio o vocación pueda ser la de la perenne lucha, la de la confrontación fraticida y suicida. Lo que ha terminado a veces en éstos poniendo las guerras y los pueblos poniendo los muertos ! Y hay que estar alertas y movilizados a fin de prevenir ominosos hechos mayores, a la postre funestos para todos.

Los pueblos estan cansados de tanta violencia y conflicto. Y claman por un nuevo liderazgo que se centre en la resolución pacífica de los conflictos, la paz, la cooperación; más que en el conclicto y la diatriba. Y un líderazgo que honre lo anterior cabalmente: en la acción, la palabra y el pensamiento.

Es lo que estuvo en las más altas miras de aquella, en efecto, común gesta independentista al Norte y Sur del continente cuando se habló en ambos de “la vida, la libertad, y la felicidad” como las metas supremas… En un espacio común. El “Nuevo Mundo” común al cual aludió Bolívar en su antes citada carta a Lafayatte. Un espacio-continente común, don de Dios y la geografía, que desde la propia diversidad del mundo indígena precolombino y aún con medios de comunicación más limitados que los de los posteriores europeo-descendientes, había sido reconocido ya con nombres como“Abia Ayala”, la Tierra Grande. Un reto y oportunidad de una “unidad en la diversidad”para líderes grandes, para verdaderos líderes-estadistas.

Esa inicial hermandad e identidad entre Washington y Bolívar, pues, no puede ser repudiada y por el contrario debe ser evocada hoy afirmativamente, asi como enriquecida y mejorada;.. a pesar de la cortedad de los actuales líderes para entenderla en toda su significación o promesa,.. e incluso por encima de ellos.

* Autor del libro Leyes del Orden Natural y Autodeterminación Humana, Editorial Texto/Ediciones Vivir Mejor, Caracas, 2001

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