Opinión Nacional

Breve repaso a la democracia venezolana

El consenso democrático regional, instrumentado a través de diversos mecanismos aprobados en la década de los 90, surtió un efecto disuasivo sobre las intentonas de golpes de Estado que durante décadas azotó a Latinoamérica; a fines del siglo XX se produjeron algunos coletazos golpistas, mayoritariamente en países en de larga tradición dictatorial en los cuales las recién estrenadas democracias constituían una esperanza; tal es el caso de Haití, Guatemala y Paraguay. Distinta fue la situación en Venezuela ante el frustrado golpe de 1992, donde la democracia estabilizada durante 40 años, constituía un desencanto. El golpe Estado fue derrotado, pero en el inconsciente colectivo se mantuvo como una alternativa esperanzadora, que permitió seis años después a Hugo Chávez convertirse en presidente de la República con un amplio margen de ventaja, con simples consignas destinadas a capitalizar el rechazo contra el “Puntofijismo” .

Desde su juramentación, el nuevo presidente hizo más explícitas sus intenciones de sustituir la democracia liberal- convertida en un simple término escaso de significado- por un impreciso modelo participativo. Manejó con habilidad, de acuerdo a su percepción de fortalezas y debilidades, los límites entre autoritarismo y democracia, respaldados por la fuerza de los votos, punto de partida de la democracia liberal que abiertamente rechazaba.

Cuando en el referéndum revocatorio de agosto de 2004, vencidos importantes escollos, en especial durante el año 2002, logró la relegitimación con amplia mayoría de votos, se sintió suficientemente fortalecido para emprender la diferida faena hacer avanzar su proyecto hacia el “Socialismo del Siglo XXI”, mostrando de forma cada vez mas abierta su vocación totalitaria, a pesar de lo cual fue nuevamente electo por una amplia mayoría de votos en las elecciones del 3D de 2006.

Sorprende a muchos, entre los cuales destaca el prestigioso sociólogo chileno Fernando Mires, la paradoja de que un gobierno que haya anunciado abiertamente su vocación anti-democrática haya obtenido tan amplio apoyo popular; sorpresa que de alguna manera olvida el tantas veces explicado carácter rentista de nuestro sistema político, que facilitó la reducción de los ciudadanos a la categoría de electores y a éstos a sinónimo de clientela, progresivamente degradada como garantía para su fácil manejo. El reparto en sustitución del esfuerzo y la construcción, se acompañó de la disminución progresiva del nivel educativo y social, importante obstáculo en la formación de ciudadanos venezolanos conscientes de sus deberes y derechos. Esto lo entendió así la clase política, sin detenerse en los efectos perniciosos sobre la vocación democrática, ni sospechar que algún día podía volverse contra ellos.

No olvidemos las sorprendentes masivas manifestaciones de júbilo popular en ocasión del triunfo de Jaime Lusinchi en diciembre de 1982, a pesar de lo desgastada que ya se encontraba la democracia , ni tampoco la primera gran manifestación de rechazo contra el sistema democrático como fue la explosión contra Carlos Andrés Pérez, en febrero de 1989, a escasos meses de su elección, cuando apenas se anunciaba que el dinero no se repartiría de la manera acostumbrada y también la simpatía hacia el golpista Chávez cuando reconoció ante las cámaras de la TV que había sido derrotado …por ahora.

Asistido por su carismática retórica, Chávez supo aprovechar el descontento contra el liderazgo precedente y las instituciones pilares de la democracia -como el parlamento y el poder judicial- sin que éstas encontraran dolientes. Le resultó fácil el acaparamiento progresivo del poder para construir su autocrático proyecto, lo que explica en gran parte su escasa preocupación por definirlo más allá de algunas citas heroicas. No pasó mucho tiempo para que el blanco mapa venezolano se tornara rojo.

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A su astucia, se agregaron los graves errores de una oposición improvisada e impaciente y la bendición de unos ingresos petroleros que superan en demasía los recaudados en cualquier otro momento de la historia de Venezuela, lo que le permitió repotenciar el modelo clientelar que acompañó de un engañoso y convincente lenguaje revolucionario. El mismo Chávez en su discurso en el fuerte Tiuna de noviembre de 2004, reconoció el papel que en el Revocatorio cumplieron las recién creadas “Misiones”, programas sociales orientados a atacar problemas elementales en poblaciones olvidadas, especialmente destinado a sostener la pobreza en lugar de superarla, alimentando sentimientos de inclusión y esperanzas de superación en cada vez mas menoscabada clientela, privada crecientemente de una educación que le proporcione criterios de discernimiento, punto de partida para la contundente relegitimación del 3D.

Tal como temían y advirtieron algunos sectores de la oposición, y en especial Teodoro Petkoff en su campaña como precandidato, una vez triunfador, Chávez aceleró la implantación de su proyecto totalitario. Mires señala como una equivocación el haber centrado la campaña electoral en ofertas reivindicacionistas en lugar de acentuarla hacia los peligros de la democracia y los riesgos de una dictadura; pero, más allá de que ese es el nudo del problema al que se enfrenta Venezuela, se habría captado en tres meses a cerca del 40% del electorado con solo preocupaciones sobre el destino de la democracia y las características dictatoriales que acompañan la definición del “Socialismo del S.XXI venezolano? Las encuestas señalan que los venezolanos no quieren el socialismo cubano, pero no rechazan el venezolano, lleno de ofertas esperanzadoras que disminuyen la importancia del modelo político del que se trate.

Independientemente de la claridad con la que Chávez se refirió al socialismo hacia el cual avanzaría su nuevo gobierno y al desparpajo con el cual explicó su contenido totalitario, dudo que la mayoría de los venezolanos haya votado por algo que trascendiera la continuación y aumento de las dádivas obtenidas. Tengo la firme convicción de que estamos frente a una revolución mercenaria sustentada en las oportunidades y los temores que brinda y suscita el poder, de distintas dimensiones por cierto, que descendería proporcionalmente a cualquier eventual vertiginosa caída de los precios del petróleo y de que quienes realmente creen en este proceso constituyen solo una fanatizada minoría. Con esto quiero decir que faltarán brazos para activar los fusiles Kalaschnikov para la defensa de un socialismo por el que tampoco creo que el mismo inventor esté dispuesto a dar la vida.

Este totalitarismo o dictadura electa que hoy tenemos en Venezuela comienza a extenderse hacia un continente desesperanzado; en las últimas elecciones ocurridas, la democracia liberal cedió importante terreno hacia atractivas ofertas de autoritarismos metamorfoseados, que satisfacen la requerida “legitimidad de origen” inscrita en la Carta Democrática Interamericana. Veamos lo sucedido en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, donde al decir de Openheimer se comienza a dar una “Epidemia de poderes especiales”. Las ventajas obtenidas mas estrechas en México que en Perú, tampoco hablan de garantías para la democracia.

Al igual que en el desencantado electorado latinoamericano, “la legitimidad de desempeño” carece de dolientes en la OEA. Pareciera que algunos demócratas desestiman los peligros de dictadura o totalitarismo cuando no existen golpes de Estado o evidentes señales de tortura. Este es el caso de su Secretario General, quien entiende que con un pronunciamiento en contra del cierre de RCTV y a favor de la libertad de expresión, con el respaldo de la mayoría de los gobiernos condenando la agresión de Chávez y la “jocosa” disculpa del autócrata, cumplió con su labor a favor de la democracia venezolana.

El desfile militar reivindicando el golpe de Estado de 1992, la forma de aprobación y el contenido de la ley habilitante, el control de todos los poderes, las reales amenazas a la libertad de expresión, el control de la educación, no parecen ser motivaciones suficientes para sacar de su indiferencia a los demócratas del continente sobre el poder de un militar golpista que hoy gobierna a Venezuela, quienes duermen con la conciencia tranquila … por ahora, por la legitimación electoral.

Convertirse en una referencia que le devuelva contenido a la democracia de manera que los venezolanos nuevamente se vean representados en ella, es un complejo reto para la oposición venezolana que requiere de un esfuerzo constante, del día a día, que emule y profundice el ejemplo de los precandidatos Petkoff y Borges en su apoyo a Rosales, que requiere de la unión en la lucha por los objetivos comunes por encima de las diferencias personales, lamentablemente interrumpida por la inoportuna división del Partido Primero Justicia, división que dejó de constituir un problema interno de partido, para convertirse en un problema de todos los venezolanos democráticos.

En esta dura y solitaria tarea frente al Megaestado “socialista”, no parece haber mas alternativa que una actividad continua que explique y convenza sobre el desprecio de Chávez a los venezolanos al hacerle ofertas que no elevan su calidad de vida, mientras regala nuestro el dinero a los países vecinos con la sola intención de extender la revolución para defender su permanencia en el poder y convertirse en líder mundial; una oposición que pueda demostrar que se puede administrar mejor, que se puede gobernar sin robar, de la inconveniencia de la concentración de todos los poderes políticos y económicos. De lo contrario, el ofrecido referéndum constitucional y cualquier otra elección, volverá a constituir un plebiscito a favor o en contra del carisma y las ofertas de Chávez, que amenazan con legitimar aún más a la dictadura electa.

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