Opinión Nacional

Capoldo: El eterno retorno de la socialdemocracia

La idea del eterno retorno es misteriosa
y con ella Nietzsche dejó perplejos
a los demás filósofos:
¡pensar que alguna vez haya de repetirse
todo tal como lo hemos vivido ya,
y que incluso esa repetición haya
de repetirse hasta el infinito!
¿Qué quiere decir ese mito demecial?
Milan Kundera.

La idea del eterno retorno es para asustar al más empecinado con el pasado. Si los venezolanos tuviéramos que soportar la venida de un Pérez Jimenez repetidas veces, tuviésemos en menos estima el Hotel Humboldt y El Helicoide, porque el terror de la Seguridad Nacional opacaría cualquier otra obra que perdura hoy en día en Venezuela. Nos fatigaríamos de un Simón Bolivar que cortara cabezas infinitas veces en Carabobo. Ahora bien, parece que el retorno de la socialdemocracia no inquieta a ninguno, así como la idea de dar el voto por necesidad en vez de convicción.

La socialdemocracia trajo consigo a Chávez por los descontentos del venezolano con la demagogia ejercida, a lo largo de los años, por los gobernantes que se hallaron cómodos en el poder garantizado por una supuesta tradición política y un petróleo complaciente y maquillador. No obstante, bien es cierto, como dice Carlos Rangel en su obra “Del buen salvaje al buen revolucionario”, que los años de la socialdemocracia dieron a Venezuela la posibilidad de colocarse entre la mejor estima del mundo por su desarrollo económico y por su madurez política por no haber caído en la teoría del foquismo guerrillero, al menos, seriamente.
Pero, nadie duda que esa resistencia al comunismo fue más por el odio de Betancourt hacia el Partido Comunista que por la convicción del venezolano. Al final, en Venezuela siempre ha dominado la izquierda cuando no ha dominado el caudillismo. Nuestro ciclo del eterno retorno gira en torno del personalismo hacia el colectivismo.  Nunca nos hemos permitido salir de la barbarie estatista, de la planificación centralizada y del rentismo complaciente. El Presidente de la República no ha inventado nada nuevo. Quizás ha cambiado nombres y monedas, pero no se escapa del eterno retorno venezolano. Incluso, se puede comprobar en como un actor político como Capoldo puede consolidar la vieja enseñanza de Betancourt en contra de Chávez: odio al comunismo.

Es en función del eterno retorno venezolano que se puede afirmar que Capoldo no propone nada nuevo ideológicamente. El elemento nuevo es la sangre y el expediente satisfactorio que presentan los candidatos gemelos. Se nos presenta no una nueva Venezuela, sino una segunda oportunidad a la socialdemocracia fallida. No puede negarse la emocionalidad que despierta Capoldo, porque ha dejado de manera transparente que su voluntad es la del desprendimiento con el pasado y, por lo tanto, evoca una sinceridad convincente. Ahora bien, sería engañarse si se pretende vender políticamente la socialdemocracia como la solución a la depresión del país.

De todas maneras, la opción de Capoldo representa un socialismo que tratará de combinar el progreso social, la libertad, el desarrollo económico y los derechos humanos, con el respeto al Estado de Derecho, la separación de poderes y los métodos democráticos. Es decir, una renovación del aprismo en Venezuela. Un escenario mucho mejor que al que se vive actualmente con las prácticas oficialistas del manejo del poder, y digo prácticas, porque el chavismo no puede llamarse una ideología, sino un modus operandi o un sentimentalismo comparable a la religión católica.

    En virtud de esto, los venezolanos que deseen votar en las primarias, deben hacerlo por su convicción y no por la estrategia política gracias a la guía de las encuestas. No obstante, después de las primarias el venezolano debería respetar la decisión que sea tomada, incluso cuando ella represente el eterno retorno.

    Por otro lado, si el resultado de las primarias demuestra que los venezolanos concentramos nuevamente el poder en un solo político sin favorecer la competencia, estaremos demostrando que no hemos madurado políticamente. La competencia de los candidatos antes de las primarias ha sido un instrumento de mejoría para el contenido de la política venezolana, pero si no reflejamos esa diversidad sana en los resultados de las primarias, estaremos removiendo el incentivo del candidato ganador por ser mejor e intentar abarcar las diferentes visiones en su posible gobierno.

    Así las cosas, parece que la voz que pronunció Betancourt en 1968 todavía resuena para la socialdemocracia, porque el político supo decir en idioma extranjero todo el resumen de nuestra historia como República: “we will come back” .

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