Opinión Nacional

Chávez y Diego Arria

Aprendí a leer con el Diario “El Nacional”, que mi padre me envíaba a comprarle todos los días. Recuerdo al joven Diego Arria como presidente de la Corporación de Turismo en el primer gobierno de Rafael caldera, su prestigio era tan grande que el Presidente Carlos Andrés Pérez le pidió integrar su tren gubernamental como ministro de Información y Turismo y luego Gobernador de Caracas, su gestión revolucionó lo que entonces era usual en la actuación de los funcionarios públicos. Se presentaba de improviso en los hospitales en altas horas nocturnas a verificar el tipo de atención que se le prestaba al pueblo y aplicaba los correctivos de inmediato. Algo que en éstos once años Chávez ha sido incapaz de hacer.

Modernizó el sistema de transporte público y recuerdo la transformación de lo era un apestoso botadero de basura en impecables campos deportivos y la dignificación de los moradores de las zonas aledañas. El carisma y la capacidad exhibidos por Diego Arria exacerbaron los celos y la envidia de la vieja dirigencia adeca y de algunos comunicadores que se sintieron desplazados y viendo en arria un peligroso rival lo atacaron con ferocidad.

Revolucionó igualmente el periodismo venezolano cuando fundó “El Diario de Caracas” de gratísima recordación por haber marcado un antes y un después en la forma de enfocar las noticias, la información y la opinión, trayendo a venezuela a importantes figuras perseguidas por las dictaduras del cono sur. Arria se destacó en el exterior y cuando Pérez volvió al poder lo nombró Embajador ante las Naciones Unidas. Le correspondió a Diego Arria presidir el consejo de Seguridad de ese organismo, y tal fue la brillantez de su ejercicio, que con posterioridad fue escogido como Adjunto del Secretario General de la ONU en la gestión de Kofi Anán, incluso en los primeros años del gobierno de Chávez.

Su prestigio y profesionalismo no son objeto de duda en el mundo. Bastó que su nombre fuese mencionado internacionalmente como probable sucesor de Hugo Chávez para que las pesadillas y la inseguridad de éste se dirigieran hacia él, como antes lo han sido contra otras personalidades y hacia todo aquél que alborote los fantasmas del desplazamiento del poder en la desquiciada mente del bárbaro que desgobierna esta tierra de desgracia.

Hay mucho de envidia en lo que siente Chávez por diego arria. Nadie puede acusar a Diego de bruto, ignorante, indecente, imprudente, inepto, grosero, insoportable, amante del terrorismo y de los terroristas, enemigo de las libertades personales ni de los derechos humanos. Tampoco puede decirse que sea intolerante, autoritario o extremista.

Se buscó un contrincante formidable y saldrá muy mal parado cuando la gente haga comparaciones entre Chávez y Diego Arria.

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