Opinión Nacional

Ciencia para todos

Este primer artículo del año, con el cual trato de plantear las válidas razones para enseñar ciencia a todos los niños y jóvenes, lo dedico a los educadores porque el 15 de enero se celebra su día.

Ante la posición anti-ciencia expresada en los planes de estudio de bajo nivel académico que está implantando el Ministerio de Educación para la educación de los jóvenes con su Plan Liceo Bolivariano del 8 de agosto de 2004, diseñado para formar al “nuevo republicano”; con “la identificación revolucionaria de Adolescencia y juventud para el desarrollo endógeno” (p. 16); con la baja formación en ciencia de los docentes, con “el apoyo de profesionales no docentes comprometidos(as) con el proceso revolucionario” y “con un mínimo de formación pedagógica”; y la creación de la Misión Ciencia con un enfoque preocupante contra las ciencias experimentales, se presentan a los docentes, padres y representantes algunos comentarios sobre el tema.

Jacobo Bronowski, distinguido matemático y escritor, nacido en Polonia, en su obra The Common Sense of Science (1978), considera que la ciencia es un viaje de descubrimientos y que la dimensión para este viaje es el tiempo. Afirma que la civilización es menor que diez mil años y que en ese corto tiempo el hombre ha creado el mundo que conocemos, desde Abraham, Confucio y Pitágoras hasta Einstein en el siglo XX; que en ese proceso la ciencia ha jugado un papel durante un corto tiempo; y que la ciencia como la conocemos con sus triunfos, sus metodologías, sus héroes, sus detractores y sus defensores es la creación del hombre.

Steven Weimberg, Premio Nobel en Física en 1979, menciona, en su libro Facing Up (1001), que durante la mayor parte de su vida académica, ha trabajado en grandes instituciones educacionales inspiradas en las que se crearon en Alemania a comienzo del siglo XIX y que ese tipo de universidades se ha transformado en instituciones muy apropiadas para que los docentes y los estudiantes de postgrado hagan investigaciones. Además, hace énfasis en el papel de la ciencia en la educación de los estudiantes universitarios cualesquiera que sea la carrera y no sólo para los que intentan ser científicos. Comenta Weimberg que algunos defienden el papel de la ciencia en el currículo de carreras no científicas porque los ayuda a comprender la base tecnológica de la sociedad moderna, pero considera que esto no es lo más importante y que poco le preocupa que los líderes no sepan cómo funciona un láser pero que le angustia que no lean la historia. Resalta que nada ha tenido mayor efecto sobre el espíritu humano durante los últimos quinientos años “que el descubrimiento de la ciencia moderna”, y que para apreciarlo sólo hay que recordar los descubrimientos de Copérnico y Galileo en Astronomía y de Darwin y Mendel en Biología. Considera que para el ser humano fue importante descubrir que la Tierra no es más que una pequeña mancha de materia que da vueltas alrededor de una estrella común ente los billones de una galaxia de estrellas, la cual también es solamente una de los trillones de galaxias. En otras palabras considera que más importante que los triunfos de la ciencia en astronomía y biología ha sido el descubrimiento de la ciencia misma.

Critica que para Thomas Kuhn, quien junto Michael Polany inauguraron el post-positivismo, no haya nada de cierto en la expresión “una teoría científica nos lleva más cerca de la verdad”, porque para científicos como él sí es válida y aceptan que la meta de la ciencia sí es llevarnos cada vez más cerca hacia la verdad objetiva. Considera que Kuhn está errado en la parte radical de la teoría de las revoluciones científicas, porque “no es verdad que los científicos sean incapaces de comprender la ciencia que estuvo vigente anteriormente” Uno de los cambios de paradigma fue el que ocurrió cuando se reemplazó, a comienzo del siglo XX, la vieja mecánica newtoniana por la relativista de Einstein. Pero cuando se forman físicos lo primero que se les enseña es lo bueno y lo útil de la newtoniana.

Plantea Weimberg que los que participan en una revolución científica, en cierto sentido, viven en dos mundos: el período anterior de la ciencia normal que resulta insuficiente para resolver los problemas y el comienzo del nuevo período de ciencia normal, el cual todavía no comprenden totalmente; y que lo más importante es “que no se han producido cambios imprevistos, en la forma como evaluamos las teorías, que hagan imposible comparar la verdad de las teorías de antes y después de una revolución”.

Se considera que el fin de las ciencias es mejorar sus teorías, métodos y objetivos y que las interpretaciones filosóficas de la ciencia adquieren su significación cultural de una sentida necesidad de defender la racionalidad de la ciencia y para ello es indispensable que los docentes se preparen lo mejor posible en las áreas de la ciencia que caracteriza la civilización occidental, que de alguna manera enseñarán a los niños y a los jóvenes.

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