Comentario al Escrito con cuidado de Carlos Blanco

El apreciado amigo y excelente analista político que es Carlos Blanco, de trayectoria más que conocida en nuestra olvidadisa Venezuela, publicó en El Universal, y como de costumbre en domingo como ayer, un artículo cuyo contenido, de manera precisa, responde al título que le dió su autor. En efecto, la lectura evidencia la cuidadosa reflexión que orientó la ejecución del referido escrito.

Como es casi costumbre, tuve gran acuerdo con muchas de las apreciaciones de Blanco en su artículo: sea el que Capriles usó una estrategia muy exitosa para alcanzar el éxito que obtuvo en las primarias; que la situación que vivimos en el presente es muy incierta, tanto hay dudas que rodean al acto electoral del 7-O, por la conflictividad presente en el propio gobierno, en el sector militar y en la sociedad civil; pero, de manera particular, cuando bien expresa Carlos Blanco, afirmándolo de manera contundente, que «la señal de paz es valiosísima para una sociedad atrapada entre los disparos verbales y de plomo.»

Lo que si no comparto de lo escrito por Blanco, ayer domingo trece de mayo, es esta afirmación que hace: «la oferta de Capriles tiende a ser similar a la de Chávez.» Al hacerlo, anota entre paréntesis: «misiones, plan de empleo, no incremento del precio de la gasolina, relaciones con Cuba, centro-izquierdismo», como si las mismas acciones fuesen equivalentes, en los propósitos y realizaciones del actual Presidente a las de quien esperamos los venezolanos demócratas que sea el próximo, a partir del 7-O. Pero lo curioso es que, después de afirmada la supuesta similaridad de ambas ofertas, a renglón seguido, Blanco escribe : «pero con un añadido esencial: respeto, inclusión, la posibilidad de que nadie sea excluido por ‘su color político.’ como si ese «añadido esencial» no definiera eo ipso la profunda diferencia que hay entre ambas ofertas, pues como bien sabemos y mal sufrimos, el régimen descansa sobre el irrespeto, la exclusión social y, en particular, la del color político. Por otra parte y sobre el mismo párrafo, no es cierto que la inclusión a la que se refieren los programas «pueda ser irrelevante para los chavistas, porque muchos de ellos deben disfrutarlos.» Ninguna persona, que no sea apasionadamente sectaria, puede ignorar las caóticas condiciones permanentes de programas como Barrio Adentro y la multitud de similares que fueron recomendados por Fidel Castro en los angustiosos meses que Chávez & Cia., vivieron antes de Referendo Revocatorio de 2004. De manera que no será irrelevante para los reclutados por el PSUV e, incluso para sus militantes voluntarios, que no por eso dejan de padecer toda suerte de penurias, el que se establezcan nuevos y se recuperen programas que si demostaron su efectividad en tiempos mejores que los presentes, así como concepciones mejores a las anteriores o las existentes hoy, y las nuevas que el equipo del Candidato Capriles instrumente.

Así que los chavistas de buena fe si se van a movilizar, pues, además de esperar mejores condiciones de vida dignas de la persona humana, lo que hoy en día es la más ansiada conquista es la de la Paz. Y son, precisamente, los sectores más desamparados los que peor sufren muertes, secuestros y atropellos de todo tipo. Esa es la prioridad que asigna una inmensa mayoría de los venezolanos para el futuro que se acerca.

Comparto, por lo demás, la afirmación de Carlos Blanco, según la cual: «Si el candidato no se transforma en un lider inspirador; capaz de generar una tromba que culmine el 7-O en su primera fase, puede ocurrir un estancamiento». Ello es cierto, pero veo que el trabajo de Capriles recorriendo población por población y casa por casa, más que una tromba –que sólo es una columna de agua en el mar– puede estar engendrandose un psunami político de proporciones no imaginables. También pienso, como Blanco, que es fundamental el que se adopte una tarjeta única, de manera de fortalecer una unidad que existe, pero que requiere más fortaleza y, por supuesto, comparto plenamente en que tenemos la imperiosa obligación de «forzar elecciones libres y limpias» pues, en ello y principalmente en ello, descansa la posibilidad de superar la tiranía y rescatar la libertad.