Opinión Nacional

Comentarios sobre una ponencia de Marta Harnecker (I)

Al ser ratificado en el referendo revocatorio del 15 de agosto y tras ganar las elecciones regionales del 31 de octubre —cuando con una abstención cercana al 70% se alzó con el 90% de las Gobernaciones y más del 60% de las alcaldías— Chávez Frías ha concentrado en sus manos el poder político más grande que se conozca en Venezuela, en toda su historia republicana. Quizás sólo superado por Simón Bolívar, cuando fue declarado Dictador en 1824 en Perú y en 1828 en Bogotá, cargo que el Presidente Chávez Frías asumiría con sumo agrado, pues es el que más se aviene con su temperamento, formación y manera de ser.

Con ese inmenso poder político e ingentes recursos petroleros de cuya utilización no le rinde cuentas a nadie, Chávez Frías lanza la “Nueva Etapa” de su revolución. Esta nueva etapa fue oficialmente anunciada con una larga intervención, cuidadosamente preparada, en el Teatro de la Academia Militar el 12 de noviembre de 2002, en presencia de Ministros, Gobernadores, Alcaldes, Fuerza Armada y simpatizantes de su Gobierno y fue recogida más tarde, el 17 de noviembre, en los llamados “10 puntos del Mapa Estratégico de la Nueva Etapa de la Revolución Bolivariana”, que fueron publicados por la Presidencia de la República y reseñados por toda la prensa nacional. No obstante, el 25 de septiembre de 2004, ya había sido fue presentado por Marta Harnecker un anticipo ideológico de lo que sería esta “Nueva Etapa” de la revolución que lleva adelante Chávez Frías en Venezuela, en un documento que se llama: “La Venezuela pos referendo: los nuevos desafíos”, al cual nos referiremos.

No podemos decir que Marta Harnecker reemplaza a Norberto Ceresole como inspiradora ideológica del régimen, pues ni siquiera menciona la doctrina geopolítica ceresoliana con relación a Venezuela —Caudillo, ejército, pueblo— del pensador argentino, ya fallecido, pero todo pareciera indicar que la psicóloga marxista chilena, se ha convertido en una de las inspiradoras básicas del régimen venezolano, que se permite corregir y resumir textos presidenciales y anticiparse en el anuncio de algunas estrategias. Tal es el caso del documento que mencioné, que fue la ponencia de Marta Harnecker, al parecer preparada para el “Encuentro Internacional Civilización o Barbarie: Desafíos y problemas del mundo contemporáneo”, realizado en Portugal en septiembre de 2004. (Una versión, en idioma español, de este documento se puede encontrar en: (%=Link(«http://www.diariomardeajo.com.ar/venezuela_pos_referendo.htm»,»http://www.diariomardeajo.com.ar/venezuela_pos_referendo.htm»)%) y la versión, en idioma ingles, en la edición de noviembre de Monthly Review: (%=Link(«http://www.monthlyreview.org/1104harnecker.htm»,»http://www.monthlyreview.org/1104harnecker.htm»)%))

En esa ponencia, la psicóloga chilena, muy en su estilo peculiar y obviamente inspirada en la propaganda e ideología del régimen de Chávez Frías, destaca cuatro etapas en el proceso seguido por la revolución venezolana.

La primera etapa se refiere a la creación de las condiciones institucionales para la transformación socio-económica, en la cual hace énfasis en el las primeras medidas económicas, como el Plan Bolívar 2000, proceso constituyente y el proceso electoral que siguió a la nueva Constitución —en el cual Chávez Frías consolida su dominio sobre todas las instituciones del Estado— las Leyes Habilitantes, que le permiten modificar el orden jurídico del país, y el lanzamiento de los Círculos Bolivarianos.

Naturalmente no menciona la corrupción de que fue acusado el Plan Bolívar 2000, que aun sigue pendiente, sin investigar, ni esclarecer; ni que la versión de Constitución, aprobada por la Asamblea Constituyente, fue modificada para complacer los deseos de Chávez Frías; ni que la segunda Ley Habilitante fue promulgada después de vencido su lapso y sin consultar, como estaba establecido en la propia Ley a la Asamblea nacional, ni que los Círculos Bolivarianos fueron financiados con recursos del estado y tenían su sede en el palacio de Miraflores, en violación de la normativa legal del país y la propia Constitución, recién aprobada.

La segunda etapa que menciona Marta Harnecker se refiere a la Gran ofensiva opositora y esfuerzos de sobre vivencia por parte del gobierno. Como ejemplo de la sobre vivencia se refiere, naturalmente, a la ofensiva de los medios de comunicación, las grandes manifestaciones callejeras, el llamado a un paro laboral el 10 de diciembre del 2001, los hechos del 11 de abril de 2002 y el fracaso del golpe militar, la depuración o “purificación” de la Institución militar que siguió a ese proceso, la protesta de los militares en la Plaza de Altamira, el llamado al paro cívico nacional de diciembre de 2002, el sabotaje de la industria petrolera por parte de los ex trabajadores petroleros y en general del grave daño económico que estos hechos le causaron al país.

La descripción que la señora Harnecker hace de esta etapa, sería tolerable si se hubiera limitado a repetir las formulaciones ideológicas o propaganda del régimen y quizás su interpretación de los hechos. Pero en el intento por ayudar a Chávez Frías su empeño de reescribir la historia, la señora Harnecker se deja llevar por la imaginación más desenfrenada en lugar de atenerse —como pretende— a los hechos. Así nos habla del proceso de “purificación” de la Institución militar, que fue una verdadera purga, y de la “reorganización” de la industria petrolera, que comenzó con el despido de 20 mil trabajadores, la reducción de la producción en mas de un millón de barriles diarios, la profundización de la dependencia del ingreso petrolero a lo que producen las empresas trasnacionales, otrora vilipendiadas por el régimen “anti imperialista” y la mayor mentalidad rentista del Gobierno nacional desde que comenzó en Venezuela la explotación petrolera.

La señora Harnecker centra esta segunda etapa en lo que llama surgimiento de “nuevas” formas de organización popular y menciona varias, en esa manía nominalista del marxismo, que convierte en realidad las cosas a las que les pone nombre, aunque de verdad no existan o existan de manera muy efímera. Sería prolijo e inútil describir, desmitificar y desmentir cada una de ellas; baste mencionar cosas como los “correos motorizados”, que sin duda se refiere a esos grupos radicales, facinerosos, simpatizantes del régimen y que se desplazan por toda Caracas haciendo razias y agrediendo a los opositores y cuya “eficiencia” vimos el 16 de agosto de 2004 en la Plaza Altamira, en donde asesinaron a tiros a Marisa Ron. Por cierto, el inculpado, fotografiado disparando, se dice que hoy esta libre.

Pero lo que no se puede pasar por alto en esta etapa es la referencia a la Mesa de Negociación y Acuerdos o Mesa de Dialogo, entre el Gobierno y la oposición democrática, que se reunió durante ocho meses, con presencia del Secretario General de la OEA, Cesar Gaviria, el Centro Carter y la ONU, y que la señora Harnecker despacha en unas pocas líneas. Podemos entender porque la señora Harnecker, como vocera al fin del régimen, no destaca estos acuerdos pues es obvio que el Gobierno de Chávez Frías resulta muy mal parado en su cumplimiento.

Entre los acuerdos estaban, por ejemplo, la realización de un referendo revocatorio, en un plazo perentorio y cuya realización se demoró más de un año; después de que el Gobierno puso todo tipo de trabas y esperó lo suficiente, mas de año y medio, para que causaran el efecto electoral todas las medidas populistas, llevadas a cabo por el Gobierno durante la mitad de 2003 y 2004 a través de las denominadas “misiones”, cuyo estrategia la propia Marta Harnecker reconoce.

Otro tema de acuerdo en dicha Mesa, que al Gobierno le conviene olvidar, fue la designación de un Consejo Nacional Electoral, conforme lo pauta la Ley y que se ocupara de organizar un referendo revocatorio para superar la crisis. Ya vimos como el CNE fue designado por el Tribunal Supremo, sin tomar en cuenta las disposiciones legales de su composición por personas de la sociedad civil, neutrales y sin inclinaciones políticas, e integrado por una mayoría de tres a dos, a favor del régimen de Chávez Frías y que fue ratificado hace pocos días, nuevamente por el TSJ, en contravención de la Constitución, pero ahora con mayoría de cuatro a uno a favor del régimen. No en balde el resultado ha sido acusaciones de fraude en el referendo presidencial, una gran abstención en las elecciones regionales y enormes dudas acerca de la neutralidad del organismo para conducir los procesos electorales en 2005 y sobre todo en 2006, cuando se deben realizar las elecciones presidenciales.

Otro de los acuerdos, el último que mencionare, aunque faltan varios, y que es el acuerdo en que menos ha tenido interés el Gobierno, se refiere al establecimiento de una Comisión de la Verdad, que estableciera los hechos ocurridos en abril de 2002 y que ocasionaron la muerte de 19 personas, que aun no se ha esclarecido. El «independiente» poder judicial —en Venezuela todos los poderes son dominados por Chávez Frías— absolvió a los llamados pistoleros de puente Llaguno, pescados infragantes, fotografiados y filmados, disparando a la manifestación opositora que se dirigía a Miraflores. En cambio mantiene presos desde hace más de un año a varios policías metropolitanos y ahora ha detenido y acusado a tres ex altos jefes policiales de la Alcaldía de Caracas, acusándolos de ser los “autores intelectuales” de esos crímenes.

En fin, se trata de toda una ideologización de diversos hechos y en particular de uno, que visto en la distancia, no admite mayor discusión: El paro cívico de finales de 2002 y principios de 2003 concluyó entre otras cosas como un gesto de responsabilidad de la oposición democrática, ante la actitud de un Gobierno que demostró que no le importaba que el país fuera a la ruina económica, se sumiera en la violencia, sacrificado en pro de sus objetivos políticos de exclusión y dominación.

Nos quedan por evaluar la tercera etapa, que Marta Harnecker denomina “El arduo proceso refrendario”, que fue realmente arduo, sobre todo para la oposición, que ha acusado de fraude al CNE, en complicidad con el Gobierno; y sobre todo la cuarta etapa: “Consolidación y profundización de la revolución”, a las cuales le dedicaremos el artículo de la próxima semana.

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