Opinión Nacional

Como te pienso Venezuela

Muchas veces me siento a pensar en lo que estamos viviendo y sobre todo, tratando de sentir un país, una nación, en muchos sentidos prácticamente destrozados por un cúmulo de ladrones en el poder, destacados por su codicia. Bajo el manto de falsedades ideológicas que sólo buscan entronar en el poder a un individuo totalmente locuaz y sobre todo cínico. Con el imperativo de obedecer por presión, miedo o veneración que parte de un estado de esclavitud mental.

Dado lo que en parte tenemos que vivir, en el día a día, paso a sentir lo que muchos de nosotros nos negamos a decir. Esas verdades tan ocultas pero a la vez tan evidentes que de tanta evidencia son imposibles de ocultar muchas veces. Venezuela está siendo tratada como una prostituta de burdel de carretera. Con mis respetos para una de las profesiones más antiguas de la humanidad.

Esas verdades que no queremos escuchar. Simple. Ver que el país está mal, prácticamente desde 1998 vamos en ése mal camino. Tal vez, estamos en un píe de monte, al borde de precipicio, pero de ése borde en la pendiente nos hacemos más fuertes pensando en una caída libre que dista mucho de ser eso que tratamos de pensar como tal. No es una caída libre, es parte de entender lo que estamos padeciendo. Pero de todo fracaso hay su salida. Y precisamente en eso debemos pensar en superar los altibajos. Superando las coyunturas pendientes y saber sobre pasar los escollos de vida. Pero, ¿es posible en un país sin democracia?
Es decir, trato de ver lo bueno, lo correcto, en muchas de esas personas que habitan en el día a día de éste pesar casi bizarro. Un pesar, siempre condicionado por otro, que bien podría vestirse de un lindo traje a la medida, llevado a la luz de las mentiras de un gobierno netamente déspota y corrupto, mediador de micrófono y espectacularmente amoral. Por eso construir la democracia es posible desmintiendo al desgobierno actual. Poniendo en tela de juicio sus actos de irresponsabilidad.

Ahora bien, si estamos bajo el manto de los milicos que promueven las guerrillas, que desconfían de las libertades de expresión, que clama a vox-populi que las FARC no secuestran venezolanos, más la crisis económica, que promueven el socialismo como muerte y no como forma de vida, ¿cómo entender tanta desconfianza para hacer que el sistema funcione? Pues claro está. El desgobierno crea cortinas de humo para tapar los problemas reales del venezolano. Esos enfrentamientos con el “imperio”, con Colombia con todo aquel que no comulgue con su socialismo tórrido del siglo XXI, para la distracción mediática, no resolviendo el conflicto social general de la nación.

Bien, como parte de esta comedia actual, vemos como el país se enfrasca en algo sin sentido, defendiendo terroristas, defendiendo a los corruptos, defendiendo el latrocinio. Derrochando petrodólares por el mundo y el país cayéndose a pedazos por culpa de estos delincuentes.

Rescatar la democracia, pero sobre todo el respeto a las instituciones, es parte primordial que la oposición debe tratar de solventar y no caer en el juego de enfrentamientos y buscar un nuevo pacto de gobernabilidad en donde Venezuela sea primero. En donde se piense en un futuro país para salir de esta pesadilla llama la revolución Bolivariana. Que de revolucionaria no tiene nada.

Pensar la Venezuela que todos queremos es posible siempre y cuando luchemos todos juntos en unidad de pensamientos, bajo la égida de partidos políticos con proyectos de país claros y eficaces, más acciones claras para hacer que la democracia y el entendimiento vuelvan a reinar en la política venezolana. Es decir, hacer que la democracia como forma de vida funcione.

En fin, acabar con la adulación. Y como bien lo escribió Pío Gil en diciembre de 1909 en el prologo del Cabito: “Los venezolanos nos desgañitamos clamando contra la autocracia, y llegamos a veces a tumbar estatuas y romper los retratos de los tiranos ausentes; pero no descargamos nuestra condenación inexorable sobre los cortesanos viles, que han creado el foco infeccioso en que se incuban todos nuestros cesarismos: la adulación…La falta de castigo de los criminales aumenta la criminalidad y la falta de castigo de los aduladores aumenta el servilismo. Por eso la adulación entre nosotros está tomando alarmantes proporciones de calamidad pública”.
Casi un siglo ya de esas letras de Pío Gil y la adulación, aunado a la sumisión de muchos políticos venezolanos, en especial los aduladores de cesarcito Chávez, es consecuencia de tener en el poder a semejante disfraz de presidente.

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