Opinión Nacional

Consecuencias de los abusos de la constituyente.

Como todos recordamos, en diciembre de 1999 se celebró en Venezuela un referendo para la aprobación de la actual Constitución, que había sido redactada a empujones por la Asamblea Nacional Constituyente. En términos aproximados, esa norma fundamental fue aprobada por el 68% de los votantes, es decir, que los votos a favor fueron equivalentes al 31% de la población electoral, lo que es lo mismo que el 12% de la población venezolana. Por lo tanto, día a día experimentamos las consecuencias de una Constitución impuesta por una minoría.

Todos sabemos también que en el interregno entre la fecha del referendo y la entrada en vigencia de la Constitución, la Asamblea Nacional Constituyente aprobó una serie de normas de transición, que permitieron, a través del quebrantamiento del hilo constitucional, la instauración de la Dictadura que ha venido funcionando hasta el día de hoy.

Sin embargo, las consecuencias derivadas de la implantación de ese régimen dictatorial con clarísimas tendencias comunistas, no la hemos comenzado a sentir con todo el rigor que caracteriza a estos sistemas, apenas si se han producido hechos que ya hacen sentir la crudeza de su perversidad.

Es obvio que una de las características fuertes de esta Dictadura, ha sido la manipulación tanto de los hechos históricos, como de la opinión pública en general, valiéndose muchas veces de crocodilites, sorites, ceratines y demás géneros de triquiñuelas dialécticas, en su intento desesperado por distorsionar los hechos, sucesos y experiencias que los venezolanos estamos viviendo, a tal punto de pretender convertir en éxitos, medidas políticas no sostenibles, que a la larga significarán estrepitosos fracasos, cuya culpa se la endilgarán a los 40 años de democracia.

Ante la inmundicia que se esparce por todos los rincones de nuestras ciudades, ante la desidia con que supervisan la calidad de los alimentos que se distribuyen en los mercados con los que el Gobierno pretende sustituir a los abastos, carnicerías y auto mercados privados, no nos queda sino esperar brotes epidemiológicos, que ya estamos experimentando, con algunos brotes de hepatitis que se han presentado en la ciudad de Caracas, mientras los jerarcas de la dictadura se culpan entre sí, pretendiendo eludir sus propias responsabilidades.

Ante la inmoralidad de un Gobierno que ha venido sisando los dineros destinados al mantenimiento de nuestras obras de infraestructuras, no nos queda sino esperar deslizamientos, la ruina, incendios y malos servicios públicos, consecuencias éstas que ya hemos comenzado a experimentar con deslizamientos de viviendas en distintas barriadas y urbanizaciones de nuestros centros poblados; con incendios y destrucción de edificaciones, que pensábamos indestructibles; con inmensos huecos que se han venido produciendo en nuestras carreteras y autopistas, que antes no se habían visto, y con la imposibilidad de recibir los servicios médicos en nuestros hospitales, por la falta de insumos médicos, mientras los funcionarios del Gobierno vienen amasando inmensas fortunas, que solo contribuyen con la ruina del país.

Ante la inquina de este Gobierno hacia todo lo que sea productos de origen norteamericano, no nos queda sino esperar la escasez de determinados alimentos, repuestos, mercaderías, como ya estamos experimentando con la falta de productos que tradicionalmente se encontraban en todos nuestros abastos y auto mercados, en nuestras farmacias, ferreterías, etc. Más pronto que tarde estaremos en la misma situación que nuestras compatriotas cubanas que tienen que mendigar por toallas sanitarias. Mientras el régimen pretende esparcir su revolución por toda Latinoamérica, sobre la base de su odio y resentimiento hacia nuestros antiguos aliados.

Ante la procacidad con que las autoridades del CNE han manejado los comicios en Venezuela, jamás podremos saber si en las elecciones se ha escuchado la voz del pueblo o sólo de una parte de él. Mientras se manipula de esta forma la verdadera voluntad general, estas autoridades se mantienen impertérritas en su misión de darle al dictador sus ansiados 10 millones de votos para las elecciones del 2006, a través de la manipulación continuada del Registro Electoral Permanente y del perfeccionamiento del fraude electrónico.

Al no existir democracia, esta Dictadura no requiere honradez para mantenerse o sustentarse en el poder, basta con la manipulación de las leyes y el garrote del Jefe de Gobierno para contener cualquier señal de protesta. El Ejecutivo Nacional y sus ad lateres de los demás poderes públicos, se consideran por encima de la Constitución y las leyes, y piensan que no es necesario tener la virtud requerida en un sistema democrático, en donde el que hace ejecutar las leyes está y se siente sometido a éstas. Pero cuando algún funcionario hace ejecutar esas leyes, sin la aquiescencia del dictador, basta con una simple orden, para destituirlos y cambiarlos. Ello ya lo estamos viviendo la destitución de algunos jueces que se han atrevido a dictar decisiones en contra de las arbitrariedades del régimen.

Es necesario que comencemos a predicar que solo en un sistema democrático, en donde se garantice que vivamos en libertad, que haya libre intercambio y que crezcamos en prosperidad, podremos derrotar el desempleo y la inseguridad. Porque en la medida en que el Gobierno avance hacia la implementación de su sistema comunista, en esa medida los venezolanos experimentaremos con mayor rigor, esas cosas nefastas que hemos visto que han sucedido y que todos en algún momento pensamos que nunca nos sucedería, hasta que nos sucedas, y solo allí nos daremos cuenta de cuan cerca estamos de las costas del mar de la felicidad.

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