Contra la pared
El gobierno de los herederos se encuentra contra la pared casi paralizado pues está atrapado entre la ideología y el pragmatismo.
Comencemos por señalar que el funesto legado de políticas públicas implantadas por el caudillo fueron devastadoras; estatizaciones, expropiaciones y confiscaciones fomentadoras de un clima de inseguridad jurídica que ahuyentó las inversiones privadas; un gasto público exacerbado que incrementó la liquidez en manos de la gente demandando bienes escasos lo que se tradujo en aumento de precios exorbitantes afectando el bolsillo de los más necesitados; un inusitado y prolongado control de cambio que produjo una sequía de divisas para el sector productivo y creó un apetito desenfrenado por adquirir dólares en el mercado negro a tasas muy superiores a la oficial; controles de precios e inamovilidad laboral que obligaron al cierre de muchas empresas perjudicando la oferta nacional de bienes y servicios.
Debemos reconocer que se ha intentado romper con ese legado aplicando cierto pragmatismo: se ha abierto un diálogo con gremios y cámaras del sector privado; se han entregado divisas para corregir los atrasos acumulados de meses; se han ajustado los precios de bienes congelados por años; se hace algo flexible la aplicación de la ley del trabajo y se realiza una mini apertura de la industria petrolera dirigida a aumentar el flujo de inversiones de los socios privados.
Pero esos intentos son percibidos como tímidos e insuficientes por los agentes económicos pues las amenazas, controles, y multas por parte de altos funcionarios siguen tan vigentes como antes. El gobierno tiene que aprender a escuchar, dar un giro trascendental de políticas y no jugar a ganar tiempo pues corre un alto riesgo de perder el pescuezo con el descalabro.
