Opinión Nacional

COPEI, ¿por y para qué unas elecciones internas?

Convengamos en que el régimen, camino al definitivo monopartidismo, ha agudizado la desconfianza y la denostación hacia los partidos. Hay tendencias en el tiempo que delatan una determinación: impedir también la renovación periódica y compartida de sus autoridades y del mensaje mismo, obligándolos a postergar sus fechas comiciales debido a la sobresaturación de eventos.

Sospechamos – incluso – de un esfuerzo de neutralización de la dirigencia opositora, impidiendo la emergencia del liderazgo natural al seleccionar, promoviéndolos también por la vía de la descalificación, a sus presuntos interlocutores. Es decir, impidiendo la elección democrática de los voceros partidistas, el régimen coloca el acento arbitrario en nombres que no constituyan una real amenaza, frente a otros que – inevitable -destacan por su intrínseco talento político, bajo la presión de los referenda y demás comicios plebiscitarios consecutivos, tácitamente agradecidas todas las organizaciones por el diferimiento de las elecciones municipales que alivie un poco la pesada carga, en un marco de escasez de recursos.

La hipótesis luce valedera al tratar la realidad partidista de la oposición, pues, siendo prioritaria la lucha contra un régimen promotor continuo de las más disímiles y peligrosas noticias, rápidamente se ven deslegitimados los procesos internos de las organizaciones que lo adversan, como si no fuese indispensable actualizar las herramientas cívicas de las que disponemos como una modalidad más del combate desigual que afrontamos. Y, en el caso concreto que nos ocupa, COPEI, como puede ocurrir con otra entidad que ha de reclamar la democracia para el país haciéndola a su interior, no se realizan las elecciones internas desde 2002, cuando por primera y única vez se hicieron por la base.

Mayor desatino e irresponsabilidad es aspirar que se renueve la institucionalidad partidista, por obra de una opinión pública lo suficientemente prejuiciado. Ante estas incomprensiones, abundantes a pesar de transitar todos una inédita experiencia totalitaria, debemos rendir testimonio de probidad, eficacia y profundidad cuando realizamos el Estado de Derecho al interior de los partidos, existe una convincente división y autonomía de los órganos del Poder Público interno, hay un debate permanente y creador que convierte la disciplina en expresión de un esfuerzo compartido y respetuoso, celebramos nuestras rendiciones de cuenta o ejemplificamos con unas condiciones electorales óptimas, demandados por el pueblo en su ascenso ciudadano.

Por lo pronto, el proceso político interno de COPEI adquiere sentido histórico al:

– Actualizar una herramienta de lucha contra el régimen, aportando una perspectiva doctrinaria, un compromiso ideológico, una plataforma programática y una orientación estratégica, mediante el firme compromiso de la militancia demócrata-cristiana capaz de concursar en el común esfuerzo de defensa de la libertad y la democracia en el que estamos empeñados, incluso, más allá de las difíciles circunstancias actuales.

– Recobrar nuestra plena identidad como demócrata-cristianos, aportando principios y valores a la causa común, que también puedan reflejarse en una futura transición democrática, contrastando con el proyecto totalitario en curso que tiene una naturaleza, obedece a una escuela del pensamiento y explica una estrategia más allá de los episodios presuntamente banales que le permitieron trepar y estafar la confianza de los venezolanos.

– Recuperarnos como una comunidad de afectos, exigiendo como únicas credenciales el compromiso, la lealtad, el trabajo, la honestidad, el sacrificio, la tolerancia, el respeto, la solidaridad, propulsores del liderazgo natural que, al conjugar la experiencia y la imaginación, abre el camino a las más recientes promociones hacia lo que es un fenómeno intergeneracional.

En COPEI (también) cabemos todos, venezolanos de buena voluntad. Y, si fuera el caso, será necesario postergar los específicos eventos que explican el proceso interno, dada la gravedad de los acontecimientos nacionales que ocurran, pero no abandonar el esfuerzo democrático y democratizador que –en última instancia – nos revindican como partido político.

Somos demócrata-cristianos que ofrecemos nuestra vocación de servicio al país, a sabiendas que la sensatez y la humildad pueden conducirnos a una distinta experiencia – aún sin alcanzar el poder formal – como escuela de democracia. Nos entendemos con un firme propósito histórico, al que jamás renunciaremos, por la profundidad

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