Crece el movimiento contra el fraude del 7-O
El 1 de noviembre en la noche, la audiencia de Globovisión aplaudió a un Antonio Ledezma firme y combativo, reclamando que en las elecciones presidenciales del 7 de octubre se había perpetrado un fraude.
En días anteriores, tres de los cinco precandidatos que participaron en las primarias de la oposición habían expresado lo mismo: María Corina Machado, Pablo Medina y Diego Arria.
Estas declaraciones son representativas de un movimiento nacional creciente que denuncia el comportamiento tramposo y sesgado del CNE.
Las rectoras chavistas le echaron leña al fuego, porque no contentas con el fraude del 7-O, restregaron en la cara al país nuevas violaciones a las normas electorales, al migrar extemporánemente a los candidatos oficialistas, y modificar a última hora el tarjetón electoral del estado Trujillo, para incluir la foto del candidato Rangel Silva.
Los cubanos comienzan a preocuparse por la justificada reacción de los venezolanos. Una nota de Prensa Latina (PL), fechada el 31 de octubre, denunció “intentos de sectores opositores de impulsar un supuesto fraude en las elecciones presidenciales, con el objetivo de promover una agenda de desestabilización” (http://bit.ly/UhA8cN).
La agencia cubana trata de minimizar el inmenso rechazo nacional al CNE, explicando que se trata de un grupo minoritario, conformado por “varios dueños de medios de comunicación privados y algunos periodistas fascistas de larga trayectoria”. Pero los cubanos saben que eso no es cierto, las críticas al CNE surgen desde todos los rincones de Venezuela, porque nadie cree en los resultados anunciados el 7-O en la noche.
Llama poderosamente la atención que Prensa Latina felicita a “los dirigentes de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Copei, (porque) no cayeron en la tentación de desconocer los resultados”. Según PL, “primó (en ellos) el espíritu democrático, además del pragmatismo y la apetencia por el poder regional y local”.
La nota de los cubanos finaliza diciendo que “esas organizaciones políticas saben que en esta coyuntura, avivar las dudas sobre el sistema automatizado de totalización de votos del árbitro comicial, resulta un suicidio, porque desmovilizará a sus partidarios el 16 de diciembre”.
Pero el venezolano de a pie no está haciendo esos cálculos, de ocultar la verdad para ganar espacios políticos, ni anda promoviendo “agendas de desestabilización”; simplemente desea participar elecciones pulcras y transparentes, y que su voluntad no sea tergiversada por un CNE al servicio del chavismo. ¿Es eso mucho pedir?
